“Yo creo que su intención original era matarla, pero lamentablemente no ensayó antes". Esto dijo, a horas del atentado contra Cristina Fernández de Kirchner, un amigo de quien la atacó: Fernando Sabag Montiel. La frase es casi un atentado en sí mismo, por supuesto que los periodistas en el estudio se ofendieron con el comentario y terminando cortando el móvil en vivo, pero eso no borra la realidad: el odio que impera en una parte de la sociedad y que se manifiesta de las más disímiles maneras.
Por estas horas se discute un posible proyecto de ley para poner freno a lo que el Gobierno nacional califica como "discurso de odio" y que desde la oposición se lee como una forma de ir contra el derecho constitucional de la libre expresión. Adepa ya hizo una advertencia del peligro que implica relacionar el intento de magnicidio con los medios de comunicación.
Pocos días antes del ataque contra la vicepresidenta, un legislador nacional (Francisco Sánchez) había tuiteado: "12 años por robar impunemente es casi nada. Merecen la pena de muerte, no una liviana prisión domiciliaria". Desde la Cámara de Diputados se presentaron varios proyectos para expulsarlo en base a su inhabilidad moral.
Entonces lo que está pasando en Argentina es que estamos inmersos en un contexto político-social marcado por una crisis económica insostenible, falta de representatividad de nuestros políticos, autoritarismo y hasta un quiebre en el respeto por el otro que se expresa desde distinto sectores, desde la violencia que se expresa en robos y asaltos por inseguridad, hasta el corte de calles por organizaciones piqueteras.
La intolerancia lo domina todo.
"El intento de magnicidio es una alerta hacia la anomia violenta y antidemocrática que nos rodea" "El intento de magnicidio es una alerta hacia la anomia violenta y antidemocrática que nos rodea"
"No sean irresponsables. El lenguaje es una acción que impacta en mentes y cuerpos. El intento de magnicidio es una alerta hacia la anomia violenta y antidemocrática que nos rodea", publicó ayer Diana Maffía doctora en Filosofía. Añadió que cuando se analizan crímenes de odio, lo que se mira es el lenguaje de odio como parte del acto criminal.
María Kodama también fue por el lado de la falta de representatividad y la violencia presente en todos los momentos de la vida en Argentina. "Esto no es democracia. La democracia es juntarse todos y discutir los problemas", aseveró.
CONICET tiene un programa íntegramente dedicado a estudiar el odio creciente en las redes y también en mensajes diarios como los de los medios. Allí dicen que un Discurso de Odio es “cualquier tipo de discurso pronunciado en la esfera pública que procure promover, incitar o legitimar la discriminación, la deshumanización y/o la violencia hacia una persona o un grupo de personas en función de la pertenencia de las mismas a un grupo religioso, étnico, nacional, político, racial, de género o cualquier otra identidad social”.
Pedro Nuñez, investigador de FLACSO, cree que "lo que puede explicar este ataque es un deterioro enorme de la convivencia democrática", debido a una profundización cada vez mayor de la polarización civil.
Nuñez destaca a algunos medios de comunicación no tanto por la generación de discursos de odio, sino por su contribución a crear un clima propicio a este tipo de discurso.
Es cierto que, como sociedad, nos debemos una profunda reflexión sobre lo que nos está pasando. El odio presente en las calles de Rosario, donde cada fin de semana alguien es asesinado por los narcos; el odio en el día a día en las redes que dio nacimiento a los haters; el reproducir sin ninguna crítica en medios o redes el discurso intolerante de otros.
Me quedo con la reflexión de Diana Maffía, que al mirarnos como sociedad ella ve a los argentinos como empantanados, paralizados en medio de discursos y de crisis a los que no estamos respondiendo.
"Tenemos que involucrarnos -dice la filósofa argentina-. En este caso la víctima directa es Cristina Kirchner pero es algo a lo que nos han llevado como sociedad. Es momento de decidir cómo queremos vivir".