La vedette de moda para las discusiones de este proceso de elecciones 2023 y para unos cuantos años a futuro no es ningún candidato o candidata sino los elementos que nos regala la naturaleza y la extensa geografía de nuestro país.
La vedette de moda para las discusiones de este proceso de elecciones 2023 y para unos cuantos años a futuro no es ningún candidato o candidata sino los elementos que nos regala la naturaleza y la extensa geografía de nuestro país.
El litio y la energía en términos de gas y petróleo parecen ser las figuras centrales de estos días y de los años por venir.
Las últimas horas de Sergio Massa rondaron precisamente en torno al tema y las inversiones que distintas empresas chinas están dispuestas a continuar en el sector que se sumarían a las ya realizadas en provincias como Catamarca.
La necesidad de dotar de dólares las reservas de nuestro país y continuar con inversiones en las áreas energéticas que nos saquen del déficit comercial energético fungen como una especie de indulto para no pensar con un poco más de proyección estratégica de cómo construir la economía y la sociedad del país.
Las características del entramado legal que regula la actividad minera en la Argentina, entre las cuales está la exploración y explotación del Litio es particular y muy distinta a la de países vecinos por ejemplo.
Desarrollado en la década del 90 bajo el discurso de que hay que dar beneficios y beneficios porque sino no llegan las inversiones nunca estuvo anclado en la realidad del sector a nivel mundial y tuvo su último “desatino” en la reforma constitucional del 94 cuando se entregó los recursos naturales a las provincias quitándole al Estado Nacional la potestad del manejo de los recursos naturales de un territorio extenso y poderoso en materia de producciones desde alimentos hasta minerales y energía.
La importancia estratégica y económica que tomó el litio en los últimos años y la particularidad argentina de tener unas de las tres mayores reservas mundiales conocidas hasta hoy del mineral han puesto en discusión nuevamente varios aspectos de esas inversiones entre otros el ambiental y el principal factor de cara a los años que vienen, quién se queda con la renta del mineral o de qué manera se reparte.
La discusión no es menor ya que es de los recursos finitos que se deberían aprovechar inteligentemente. El debate no es menor ya que en la década de 2010/20 el Estado de nuestro país recibió poco menos de 90 millones de dólares (88.3) como participación en la renta generada por la economía del litio que apenas entre el 10 y el 20 por ciento de lo que genera como renta el sector del litio.
Es decir que las empresas se llevaron entre el 75 y el 90 por ciento de las rentas del sector. En Chile el Estado se apropia del 36 por ciento de la renta a través de una empresa pública como CODELCO.
Qué se puede hacer para romper esa concentración en manos del sector privado. El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) genero un documento con una serie de ideas que permitirían a su entender recuperar parte de la renta que producen los minerales de nuestra tierra
Entre los principales inconvenientes que deja el actual marco legal aparece que el Estado Nacional no puede explotar ni disponer de las minas. Si bien el Estado a través de empresas públicas puede intervenir libremente en el régimen minero en actividades de investigación y prospección (con permiso de la provincia), si descubre un yacimiento de cualquier mineral debe ponerlo a disposición de los privados, aunque no está impedido de participar en la explotación junto a los privados.
Según un interesante informe de la CELAG existen caminos para mejorar la participación del Estado o controlar de otras maneras la producción y exportación sin llegar a la inconstitucional nacionalización del mineral.
Una posibilidad es reformar el Código de Minería ampliando las competencias del Estado en la materia, esa reforma podría darse sin tocar lo establece para otros minerales estableciendo, por ejemplo, el carácter estratégico del mineral desde una reforma amplia que establezca una categoría diferenciada para el litio por su carácter estratégico, estableciendo concesiones preferenciales a empresas públicas o mixtas o modificar la reglamentación que obliga al Estado que si descubre un yacimiento de litio debe ser puesto a disposición del sector privado. Esta barrera se puede saltar ya hoy con YPF.
Otro camino que propone el informe de la CELAG propone intervenir en el mercado del litio por medio de la empresa nacional Y-TEC, de YPF, algo que ya está siendo llevado a cabo en los rubros de industrialización del Litio y la investigación en la fabricación de baterías.
La CELAG propone que Y-TEC "podría comprar actualmente toda la producción a las provincias, igualando e incluso mejorando los precios actuales a los que venden. Así las provincias no pierden, e incluso podrían ganar más ingresos. Esto provocaría una estatización de facto. Porque esta subsidiaria de YPFB se quedaría con todo el litio argentino, y luego podría decidir qué hacer considerándolo un recurso estratégico nacional. Es decir, esta empresa Y-TEC fungiría como un monopsonio, único comprador, que en este caso sería empresa pública", la idea no es mala pero el inconveniente allí radicaría en que la producción hoy no es de las provincias sino de las empresas privadas que tienen a su cargo las explotaciones.
Además habría que agregar al Código de Minería un artículo para darle a la empresa estatal al menos tres nuevas competencias: potestad para asociarse con otras empresas, potestad para comprar producción y potestad para establecer, bajo ciertas reglas predefinidas, los precios de compra de acuerdo con la fluctuación de los precios internacionales.
El debate de qué hará la Argentina en los próximos años con sus recursos naturales es impostergable y debe darse con rapidez. La tecnología avanza a velocidad supersónica y lo que hoy es imprescindible mañana deja de serlo.
En estos temas siempre es bueno recordar y releer la historia, por ejemplo la del caucho y la Fordlandia en el Amazonas que hoy allí está abandonada como reflejo de un pasado de gloria que quedó viejo en poco tiempo.
Henry Ford decidió invertir y construir su propia ciudad desarrollada en medio del Amazonas a principios de la década del 30 para hacerse dueño de lo que movería y dominaría el mundo. El caucho.
Al poco tiempo la tecnología y la ciencia descubrieron el caucho sintético y fin del “oro gomoso” que prometía enriquecer a parte del mundo.
Los tiempos de la historia se han vuelto demasiado cortos y las necesidades demasiadas para no aprovechar al máximo cada coyuntura favorable que se presente.