Opinión

El país en terapia intensiva, la política se mira el ombligo

La gente se desespera por llegar a fin de mes, busca empleo y busca refugio en la creciente inseguridad. La política piensa en el 2023

Por Myriam Ruiz

"Harta de que le tomaran el pelo, la gente hizo uso del poco usado sentido común. Se preguntó la gente: ¿Por qué prometen cambios y otra vez nos invitan a elegir entre lo mismo y lo mismo? ¿Por qué no hicieron esos cambios si llevan una eternidad en el gobierno? El vicepresidente del país llegó a la conclusión de que este pueblo preguntón no es inteligente". Eduardo Galeano, Aguas de Octubre.

Es al menos paradigmático cómo, en un contexto de crisis multifacética como la que vivimos los argentinos con una realidad difícil de sobrellevar en el día a día, el sector político aparece totalmente desencajado del contexto, absolutamente alejado de la realidad en su toma de decisiones, peleas intestinas y hasta en el mensaje que dan hacia afuera de la burbuja en la que parecen estar aislados.

Veamos las pequeñeces que los argentinos enfrentamos día a día: la suba de precios monstruosa que ha dado origen a una inflación anual que cerrará cercana al 100%; la inseguridad en las calles, que ya no concierne a una gran capital como puede ser CABA o el Gran Mendoza sino que ha roto la tranquilidad de los pueblos del interior con asaltos y tiroteos; la falta de empleo, con postales de larguísimas colas de gente cada vez que una empresa convoca para un puesto; la incapacidad de la gente de llegar a fin de mes, con sueldos que le licúan día a día por los aumentos y la devaluación real del peso; el alto costo impositivo con el que deben lidiar las empresas y de suba de insumos; la falta de previsibilidad de una economía a la que ningún equipo de gobierno, del color político que sea, ha logrado estabilizar y convertir en un faro atractivo para los inversores.

¿Y qué hace la política en medio de ese día a día frustrante de cada argentino? Se mira el ombligo.

Uno pensaría que luego de una pandemia con miles de muertos, como la que atravesamos, y luego de un intento de magnicidio ocurrido hace apenas días el sector político demostraría una altura de debate y discusión a la altura de la circunstancia. Sin embargo funcionarios, legisladores, referentes políticos nacionales, provinciales, municipales, no importa si son gobierno u oposición, siguen enfrascados en criticar "al otro", demonizar "al otro".

Es más, con la primavera parece haber llegado el aroma a campaña y ya hay referentes que se lustraron los zapatos y salieron a caminar barrios, departamentos, provincias bajo premisas consabidas y mensajes que huelen a rancio. De respuestas a la gente, ni hablemos.

Argentina está en franca decadencia. Mendoza no escapa a ese calificativo. Lo menos que se espera de los políticos es que vengan con la "sabiduría" de décadas en el poder (usted piense en cualquiera de ellos y verá que tienen experiencia amortizada) y propongan nuevas salidas a los problemas de siempre.

A ver, pensemos en necesidades mínimas actuales de un mendocino, sanjuanino, cordobés o bonaerense: tener un horizonte de país, lo cual como mínimo implica que quienes vayan a candidatearse lo hagan con un plan de gobierno y un proyecto económico bajo el brazo; que digan cómo vamos a pasar del 50% de argentinos en la pobreza al pleno empleo; que nos muestren que otro país es posible y que hagan todo lo necesario para convencernos.

La política argentina debe resetear viejas prácticas abusivas y buscar soluciones para los equilibrios perdidos; sanar la macroeconomía y dar impulso a los resortes que pongan al país en condiciones de competitividad; generar políticas de cohesión social; volver a trabajar los cuatro pilares básicos: verdad, bien común, encuentro y servicio.

El desafío es grande, enorme. El pueblo argentino reclama políticos que estén a la altura de las circunstancias y no admitirá, una vez más, anuncios que sólo sean buenas intenciones.

El desafío es grande, ya lo dijimos. Pero la necesidad es aún mayor.

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