Opinión

Borgen: Las rivalidades y el Poder

Nos focalizaremos en un aspecto que nos parece uno de los ejes de esta nueva temporada: las rivalidades en la cúpula de las instituciones.

Por Eduardo Press

La aparición de una nueva temporada de la serie Borgen después de diez años nos deja varios puntos interesantes para reflexionar.

El orden de los puntos siguientes no indican importancia o prioridad.

Nos focalizaremos en un aspecto que nos parece uno de los ejes de esta nueva temporada: las rivalidades en la cúpula de las instituciones.

El paso de los años generó la aparición de una nueva generación que disputa el poder a la generación anterior. Los personajes (y los respectivos actores) tienen diez años más, Son los mismos pero no son los mismos, tanto en su aspecto físico como en sus situaciones existenciales, políticas y laborales. Aquellos maduros son más maduros y aquellos jovencitos son adultos con sus hijos pequeños y sus nuevas familias.

Las funciones en la cúpula del gobierno están a cargo de personas diferentes, aunque sean las mismas personas que rotan sus lugares, como suele suceder en gobiernos de coaliciones.

La anterior primera ministra fue reemplazada por una persona más joven y ahora ocupa el ministerio de relaciones exteriores. En un medio de prensa importante para la ficción la serie muestra algo similar,, personas jóvenes ocupando puestos directivos y personas de más edad como subalternos..

La rivalidad entre las autoridades de un país autónomo políticamente (Groenlandia) y dependiente del gobierno central para sus relaciones exteriores y defensa ya que pertenece al reino de Dinamarca.

Las clásicas rivalidades entre las “grandes potencias” también se hacen presentes.

Un tema muy interesante que también muestra esta serie es la rivalidad interna en una dirigente entre sus convicciones de toda la vida, los intereses económicos de una comunidad y los intereses políticos de su partido..

Las rivalidades en las empresas

Para esta nota hablamos de rivalidad en los casos en que se presenta de modo confrontativo, alguien busca el control sobre otro, impedir su accionar o directamente suprimirlo.

De modo tal que las actitudes y acciones pierden de vista los intereses de la organización y están al servicio de los intereses personales. Claramente esto no es bueno para la empresa.

La ambición natural y esperable por progresar, aprender, crecer, de alegrarse por los logros propios y del conjunto, no daña, suma.

Ahora hablamos de las situaciones en las cuales el sentimiento de rivalidad prima sobre cualquier otro. Lastima. Resta

Nos referimos a las actitudes que perjudican, la de aquellos a los que no les importa las consecuencias de pasar por encima de los otros para imponer su propia idea y neutralizar la aparición de otras diferentes. Estas actitudes generan reacciones igual de intensas y en sentido contrario.

Las rivalidades personales hacen perder la noción del bien común, del sentido de pertenencia, se defiende lo propio exclusivamente y se ataca “lo ajeno”.

Esto genera hacia el interior de la empresa la formación de bandos, facciones, “internas” que en nada favorecen el funcionamiento. Una empresa dividida es una empresa que fracasa, una empresa ineficiente con costos ocultos inconmensurables.

Como bien se muestra en Borgen en el caso de un gobierno, las empresas y/o sus directivos también tienen sus convicciones, en su cultura, en sus tradiciones, en su prestigio, en su trayectoria.

Muchas veces en este mundo globalizado, con niveles de competencia impensados hace unos años, surgen cuestiones comerciales que hace tambalear dichas convicciones y rivalizar con intereses comerciales. Son decisiones difíciles de tomar porque no hay una respuesta correcta que pueda satisfacer a todas las partes en todo.

Lo mismo sucede en cuestiones más íntimas y privadas como la rivalidad familia/trabajo. No son muchos los que pueden llegar por sí mismos a un equilibrio entre ambos intereses.

¿Qué hacer?

  • En primer lugar tomar conciencia que esto está pasando. Cuando uno de los participantes en las confrontaciones es la máxima autoridad es más complicada la situación. Aun así la máxima autoridad cuenta con un grupo de confianza o un asesor que podrían ayudar a esta toma de conciencia.
  • En segundo lugar hay que hacerlos visibles, no esconderlos “debajo de la alfombra”, por sí sola la situación no se va a resolver. Las rivalidades son intangibles pero sus efectos son muy “concretos”.
  • Es necesaria la participación de otros que ayuden, pueden ser de la misma empresa o consultores externos con el objetivo de generar otro tipo de acercamiento entre rivales que ven al otro más como enemigo que como colega.
  • Apelar a la inteligencia y a la energía de la ambición para encauzar el ansia de poder no para el lado de la dominación sino para el otro aspecto del poder que es “el hacer cosas”.
  • Seguramente puestos a trabajar sobre la situación se podrán encontrar intereses comunes que beneficien los proyectos de la empresa.
  • De no conseguir este objetivo, los directivos tendrán que tomar medidas para evitar que esta situación se sostenga en el tiempo. Si se mantuviera, el resultado sería negativo, el clima laboral malo, con fuerte disminución del compromiso, con desmotivación e gran ineficiencia que rápidamente se trasladará hacia afuera, clientes y proveedores.

Amigo lector: ¿se da cuenta de la presencia de rivalidades mal sanas en su empresa? si las detecta ¿qué hace al respecto?

*En colaboración con la Lic. Sofía Florín, especialistas en Psicología Organizacional, Emprendedores y Empresas Familiares.

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