Los datos de la actividad económica -brindados ayer por el INDEC- parecen mostrar los primeros resultados del camino de enfriamiento de la economía como política ortodoxa de combate contra la inflación.
Los datos de la actividad económica -brindados ayer por el INDEC- parecen mostrar los primeros resultados del camino de enfriamiento de la economía como política ortodoxa de combate contra la inflación.
Un camino que, se sabe de sobra, no conduce a ningún lado por las características que tienen los procesos inflacionarios en la Argentina. O, sí conduce a algún lado, no es a otro el de una crisis económica por concentración de las ganancias y retracción del salario que deriva indefectiblemente en crisis políticas y sociales.
El camino elegido por el Ejecutivo de enfriar la economía no solo eleva las tasas para retraer la intermediación financiera encareciendo el crédito sino también profundiza la pérdida del poder adquisitivo de los salarios haciendo recaer sobre los estratos bajos y medios de la sociedad el peso de la crisis inflacionaria.
Los anuncios de la actualización del salario mínimo vital y móvil muestran parte de esa política. A pesar de presentarse como que el SMVM le ganaba a la inflación (cosa que está por verse porque la actualización anual del 110% recién se concretará en marzo) la única verdad es que contra diciembre de 2019 la pérdida de poder adquisitivo del salario mínimo estará en los 16 puntos al cerrar 2022.
El salario mínimo a diciembre de este año se actualizó 93,6% contra un IPC del 99,8% (REM) o sea que en teoría (habrá que esperar a enero para el dato oficial) estará perdiendo casi seis puntos contra el IPC y mucho más contra la canasta básica.
En el periodo de gobierno de Mauricio Macri la caída fue salvaje, 27,3% o sea que perdió más de un cuarto de su valor. En los tres años de Alberto Fernández si bien se moderó al cierre de 2022 perderá 9,3%. En siete años el SMVM perdió más de un tercio de poder adquisitivo.
Los números confirman que el gobierno también está usando los salarios como variable para el enfriamiento de la economía pero también que la relación de la política económica con los ingresos de la clases bajas y medias está en un cortocircuito permanente y que el Ejecutivo parece decidido a no hacer nada para mejorar el poder de compra de los salarios.
No utilizar el salario mínimo para elevar el piso de las discusiones salariales (como hizo Néstor Kirchner) es toda una definición. Como también lo es la eterna indefinición sobre el bono de fin de año.
La caída de la actividad económica de casi medio punto en septiembre respecto a agosto amenaza con profundizar en los próximos datos. Hoy se conocerán los indicadores de consumo en centros comerciales (shoppings) y en supermercados, los analistas aseguran que se mantendrá la tendencia de aumento en los primeros y baja en los segundos lo que ratifica una vez más el proceso de concentración de la economía en los estratos más altos de la sociedad.
Esta sucesión de datos y de decisiones políticas no solo son complejos para la economía sino también para la política ya que invariablemente acrecentará las tensiones en la interna del oficialismo por las diferentes visiones de cómo encarar el problema.