El melómano argentino está de luto. Jeannette Arata de Erize murió ayer a los 91 años, tras presidir por 56 años el Mozarteum Argentino, la asociación musical más importante de la historia local.
El melómano argentino está de luto. Jeannette Arata de Erize murió ayer a los 91 años, tras presidir por 56 años el Mozarteum Argentino, la asociación musical más importante de la historia local.
Jeannette había nacido en Buenos Aires, de padre argentino y madre francesa. En 1952 el Mozarteum se inició siguiendo el modelo de los salones europeos: eran principalmente conciertos de cámara en casas particulares. Resuelta y carismática, Jeannette asumió la presidencia en 1956 y de inmediato la asociación comenzó a ampliar su radio de acción.
Primero lo convenció a Luis Aquino, el director del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, de organizar allí sus veladas. Luego sumó la sala del Museo de Arte Decorativo. De los recitales para piano, dúos, tríos o cuartetos, se pasó a orquestas europeas de mediano porte. Se pusieron a la venta los abonos y los conciertos se empezaron a televisar por Canal 7. El Mozarteum tuvo su propio programa de radio, con la colaboración del musicólogo Ernesto Epstein.
La acción del Mozarteum empezó a trascender la propia sala de concierto y fue ampliando su círculo social. En 1959 creó los conciertos gratuitos del mediodía, que actualmente tienen su sede en el gran Rex y por el que no sólo han pasado todas las promesas de la música local sino también artistas consagrados como Daniel Barenboim, quien tres años atrás dio un inolvidable concierto con solistas de su Orquesta del West-Eastern Divan.
En 1960 fue el gran salto. El Mozarteum alquiló la sala del Colón para dos conciertos de Igor Stravinski al frente de la Orquesta Sinfónica Nacional. No era el único hecho de su temporada, que se repartía en diversas salas. Un breve recorrido por la temporada de ese año da una idea de la dimensión que había adquirido el Mozarteum en sólo ocho años de vida. En el Museo Nacional de Bellas Artes se presentaban nada menos que los cuartetos Drolc y Parrenin; en el Teatro Odeon, el guitarrista Andrés Segovia; en el Museo de Arte Decorativo, el cantante Hans Hotter y el pianista Friedrich Gulda, entre otros conjuntos y figuras de primerísimo nivel.
En 1965 trajo a la Orquesta Sinfónica de Viena con Karl Böhm. En ese momento alcanzamos la mayoría de edad, diría más tarde Jeanette. Luego llegarían la Filarmónica de Nueva York, la Sinfónica de Chicago y todas las orquestas europeas de primera línea; directores como Zubin Mehta (que en 1987 dirigió a la Filarmónica de Nueva York en la 9 de Julio frente a 120.000 personas), Lorin Maazel, Wolfgang Sawallisch, Kurt Masur y el vanguardista Pierre Boulez, que vino con su Ensemble InterContemporain.
Y desde su regreso como solista en 1987 (con una memorable interpretación de las Variaciones Goldberg de Bach), Daniel Barenboim sería uno de los más asiduos visitanes del Mozarteum, tanto en carácter de pianista como de director. Nadie olvidará aquella otra visita como solista para el cincuentenario del Mozarteum, en el fatídico año argentino de 2002, con las 32 sonatas de Beethoven en ocho conciertos en el Teatro Colón.
Barenboim iba a volver en 2012 para los 60 del Mozarteum, pero se lo impidieron sus obligaciones en la Scala de Milán. En lugar suyo vino su esposa, la formidable pianista rusa Elena Bashkirova. La noche de ese concierto fue la última vez que se la oyó a Jeanette hablar en público. Se celebraban los 60 del Mozarteum y los 90 de su máximo factótum. Ella hizo algunos chistes sobre su frágil memoria y se declaró feliz y realizada.
Fuente: Clarín.