ensayo

Otros rumbos de la historia

En un volumen con artículos publicados entre 1996 y 2008, Jean y John Comaroff estudian la manera en que las crisis modifican las geografías establecidas de centro y periferia.

Por Sección Cultura
La desocupación récord en España, la crisis política terminal en Italia, la reciente admisión de Angela Merkel de que no es posible asegurar empleo a los jóvenes, el imparable aumento de la desigualdad en Estados Unidos representan fuertes indicios de que los países centrales ya no son lo que eran. Se ha esfumado para siempre la ilusión de que imitarlos asegure el progreso. ¿La historia ha cambiado de rumbo? ¿Dónde está el futuro, entonces? Pues en los márgenes, en lo negado, en lo presuntamente atrasado, sostienen Jean y John Comaroff, una pareja de antropólogos sudafricanos que hicieron su carrera en la Universidad de Chicago, tras huir de su país en tiempos de apartheid.

Teoría desde el sur. O cómo los países centrales evolucionan hacia África recoge artículos publicados entre 1996 y 2010: significativamente, la propuesta de los Comaroff precede a la crisis de 2008, por lo que resulta reveladora de tendencias más profundas. Su mirada es compleja, por momentos caleidoscópica, por el amplio abanico de casos que toman y que logran conjugar en un marco conceptual sugestivo aunque todavía work in progress.

Los sudafricanos aclaran que no buscan invertir la dicotomía entre países adelantados y atrasados, "dejando intacto el dualismo maniqueo", ni mantener el viejo telos de progreso sólo que modificando la meta. Aunque constantemente provocan apelando a metáforas como la "contra-evolución de Europa", no hay para ellos un atrás y un adelante de la historia que pudiera subvertirse. Tampoco se trata de una revancha. Plantean el panorama diverso en que se está reconfigurando el sistema mundial, que demanda miradas innovadoras para poder comprenderlo. "Lo que nos interesa proponer aquí es que los procesos históricos mundiales contemporáneos están trastornando las geografías establecidas de centro y periferia, reubicando en el sur -y, desde luego, también en Oriente- algunos de los modos más innovadores y dinámicos de producción de valor", subrayan.

Esto supone un desafío para los intelectuales de los países en desarrollo, que se ven ante la oportunidad de producir teoría desde sus países. Se instalan precisamente en esa coyuntura: "En la medida en que la historia presente se muestra con mayor nitidez en las antípodas, nos desafía a entenderla, de manera empírica y teórica, desde esta perspectiva".

La noción de individuo es el centro del primer capítulo. ¿Es una invención occidental? Los Comaroff disputan la idea de que los pueblos africanos -y los no europeos en general- carezcan de una idea de persona autónoma. Y citan estudios sobre los tsuana, del sur de Sudáfrica, que postulaban que "una persona es una persona en virtud de otra", acercando esta visión a la durkheimiana, según la cual "lo que hace del hombre una persona es eso que lo confunde con los otros hombres". También encuentran similitudes con teorizaciones de Judith Butler y Erving Goffman. En su análisis, la noción europea del "yo", lejos de ser única, constituye "una forma cultural provinciana que encuentra paralelos y alternativas bastante elaborados en distintas partes del mundo". No sólo eso: como muestran los últimos nombres citados, esta concepción tradicional de los tsuana, que incluye facetas de auto-construcción y performáticas, "parece haberse anticipado" a ideas que sólo recientemente se volvieron mainstream en Occidente.

La capacidad de convivir y resistir al desastre económico también es un punto en que los países "atrasados" se adelantaron a los centrales. Por eso la crisis global de 2008 se sintió menos en África, Asia y América Latina, territorios que "ya estaban familiarizados con los inconvenientes causados por la desregulación, la dependencia de la riqueza sin trabajo, la contracción del mercado laboral y los créditos sin garantías". Otro aspecto en que no son las soluciones del sur sino sus problemas los que parecen trasladarse al norte es la xenofobia, en gran medida consecuencia de las crisis y el desempleo, "que reducen al escarnio las promesas de la ciudadanía" a la vez que fomentan políticas de exclusión y baja institucionalidad.

La pregunta por la política resulta inevitable. Por eso los Comaroff actualizan para Teoría desde el sur un artículo publicado originalmente en 1996 sobre un momento de elecciones en Botsuana. Contraponen la política sin partidos descripta en su trabajo etnográfico con los contradictorios discursos sobre la democracia en Occidente en los años 90, cuando se proclamaba su triunfo final mientras el mercado avanzaba violentamente sobre la cosa pública. Y relacionan la presente "ola de descontento" en los países centrales con un proceso que se dio previamente en los periféricos, cuando se produjo una "convergencia ideológica" entre los partidos. Nuevamente, la re-politización, el resurgimiento del debate ideológico, que es el presente de África y América Latina, parece el futuro inevitable de Europa o Estados Unidos: las discusiones entre neoliberales y neokeynesianos representarían una primera aproximación a ese proceso.

Que la política sea, finalmente, el topos donde se encuentra la clave de Teoría desde el sur queda en evidencia en el capítulo de cierre sobre el sida, la enfermedad que perturbó "las certezas científicas". Al valorizar el activismo africano, que consiguió visibilizar el problema y reclamó respuestas sistémicas, poniendo en jaque por igual a los laboratorios trasnacionales y a los gobiernos, celebran que haya logrado recordarle a "Euroamérica" una idea nunca del todo olvidada: "Una sensación contundentemente no alineada de la política como práctica positiva".

Fuente: La Nación

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