¿Alguien te ha dicho por qué los tenemos que votar?
La campaña está a pleno. Carmona, uno de los precandidatos, lanzó la primera piedra. Asegura que de llegar a la Gobernación la mina de sales de potasio de Malargüe será reactivada, que logrará que la nación se haga cargo del excedente vínico que afecta al sector y logrará crear una universidad nacional en el sur mendocino. Carmona batió el guante. Este espacio queda abierto para que el resto de los candidatos digan por qué quieren que los votemos.
Mendoza ha caminado en los últimos años sobre el filo, allí, peleando en la cornisa, haciendo equilibrio, entre caerse al precipicio y mantenerse de pie a costos altísimos. Con el abismo a la vista, con el ostracismo y la indiferencia nacional cuando pudo haber contado con mucho más de lo que tiene para mostrar.
Pero en verdad, las explicaciones son varias. Hubo un poco de todo en el último período de gobierno que explica el estado actual de las cosas; con consecuencias dominadas hoy por la falta de expectativas y mucho de desesperanza. Por un lado el Gobierno nacional azotó con fuerza a una administración que, políticamente, decidió sobre el fin de su tiempo dar un volantazo hacia los horizontes menos afines a la Presidencia. Pero también hubo yerros propios, errores de cálculo y una notable ausencia de resultados positivos en lo que se gestionó, cuando se gestionó. Hubo falta de gestión, también.
A veinticinco días de unas primarias que pueden transformarse en decisivas, definitorias, de acuerdo con la diferencia que el primero más votado le pueda sacar al segundo y que colocaría a la provincia inmediatamente en el escenario inédito de contar con dos gobernadores, uno sobre el fin del mandato y otro virtualmente electo a 9 meses del traspaso del poder, se impone que los candidatos nos hablen de sus planes, más que de diagnósticos conocidos por todos hasta el hartazgo.
Y si de propuestas se trata, de programas específicos concretos, la vara con la que se los evaluará está demasiado alta luego de que candidatos del pasado reciente se aventuraran con algunas propuestas alocadas posibilitándole a uno de ellos acceder al poder y ver caer, así como subió en la consideración de la gente para llegar, cómo se le licuaba rápidamente el poder por promesas de imposible cumplimiento. Y una falta de respeto y conocimiento de la población pavorosos.
Sin embargo, aún con la vara alta y la desconfianza a flor de piel, los candidatos de hoy deberán mostrar más de lo que son porque no les será nada fácil alcanzar el lugar que anhelan.
Por eso, desde este espacio hoy proponemos a los precandidatos a que debatan entre ellos el plan que cada uno tiene y para que le digan abiertamente a quienes vamos a votar por qué quieren ser gobernador, por qué habría que votarlos y que tienen para proponer con seriedad y conducta republicana.
Esta idea surgió luego de que en la semana y disculpen la autoreferencia en primera persona, compartiera un café con Guillermo Carmona, uno de los tres precandidatos del oficialismo, confeso kirchnerista y entusiasta defensor del modelo que Kirchner comenzó a aplicar en el país desde mayo del 2003, cuando asumió la presidencia.
Cuando escuché a Carmona, me dije que más que válido y útil sería proponerles al resto de sus competidores un ejercicio similar: que nos digan las dos o tres ideas fuerzas por dónde discurriría una eventual gestión suya al frente de la provincia.
El diputado nacional, actual presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto de la Cámara Baja, me confesó que no es, como muchos creen, un fánático K y que hace esfuerzos para que no se lo vea como parte de ese núcleo duro del kirchnerismo que gobierna porque entiende, y admite, que le puede quitar adhesiones, por la mala prensa y la mala imagen que ese grupo representa.
Yendo al grano, Carmona dice contar con tres ideas concretas que en caso de alcanzar la Gobernación las llevará a la práctica de manera inmediata. Sorprendiendo a quien esto escribe, el diputado K, que se enfrentará en las primarias a la mayoría peronista que optó por apoyar al maipucino Adolfo Bermejo, asegura contar con la solución para reactivar la mina de sales de potasio que abandonó la brasileña Vale tres años atrás, dejando la estela de 4 mil desocupados de un día para el otro. Una bomba. Un tema sensible y superior.
Según Carmona, los lazos que supo tejer con la Cancillería argentina, con el Ministerio de Economía que conduce Axel Kicillof, con sus pares brasileños y hasta con directivos del gigante minero de Brasil, lo acercaron a encontrar un principio de solución para reactivar la mina.
Carmona dice que los brasileños estarían dispuestos a dos cosas: una de ellas es permitir que su emprendimiento sea vendido a potenciales inversores que el diputado prefiere no revelar por ahora, los que se harían cargo de la explotación de las sales en Malargüe. La otra alternativa es que Vale estaría de acuerdo en apurar los trámites administrativos para traspasar el yacimiento al Estado mendocino para que la provincia se encargue de buscar los inversores o avanzar en la propia gestión y gerenciamiento del emprendimiento. Voy detrás de eso, está casi todo listo, me aseguró Carmona.
Un segundo plan tiene que ver con solucionar, de inmediato, aclara, la problemática situación de los excedentes vitivinícolas de casi 200 millones de litros que han provocado una de las crisis más severas de la vitivinicultura provincial. Carmona sostiene que la nación está dispuesta, con Kicillof a la cabeza, a buscarle mercados a ese vino a granel que se ha transformado en el principal dolor de cabeza para los bodegueros y productores mendocinos.
Aunque Carmona no lo dijo, en su momento la nación estuvo a punto de autorizar unos 300 millones de pesos para sacar esos vinos del mercado. Pero los cortocircuitos políticos entre Cristina y Francisco Pérez impidieron que avanzara ese plan, con lo que una vez más, las mezquindades, los celos y los revanchismos de baja estofa le jugaron una mala pasada a todos. El precandidato tiene entre sus asesores, en este exclusivo tema vitivinícola, a uno de los especialistas del sector más renombrados. Se trata de Sergio Villanueva, de la Unión Vitivinícola Argentina. Villanueva acercó a Carmona y a la diputada Anabel Fernández Sagasti a tomar contacto con los grandes y medianos. Los dos estaban cuando Kiciloff les dijo, el día en que se estuvo a punto de cerrar el acuerdo que finalmente se frustró, que la nación ponía la plata siempre y cuando se garantizara que iría a parar a los más chicos y pequeños de la lista en vez de a los gigantes que siempre están dispuestos a dar el zarpaso. La historia es conocida. La reunión terminó sin acuerdo. Pero Kiciloff ahora le ha asegurado a Carmona, de acuerdo con sus dichos, que la propuesta está en pie. Lo lamentable es que si es así no se lleve adelante ahora, con el actual gobierno, para aliviar a los productores. Otra vez las mezquindades, la soberbia, la falta de responsabilidad y los asuntos que nadie puede entender se interponen en la respuesta que se necesita urgente.
La tercera clave de la propuesta carmonista hace foco en el Sur provincial. Mendoza y San Juan, al menos, son dos de las provincias que no fueron bendecidas por la presidencia con la ola de nuevas universidades que se inauguraron en los últimos años. Carmona tiene listo un proyecto de ley que, según confesó, podría estar presentando en breve, para crear una nueva universidad nacional en Mendoza, con sede en San Rafael la que podría ser llamada o bien Universidad Nacional del Sur Mendocino o bien Universidad Nacional del Nevado. Pero el diputado aclara que, una vez que su proyecto sea aprobado, el nombre definitivo podría surgir de la elección que hagan los propios habitantes sureños. Carmona señala que la UNCuyo avanzó mucho hacia el interior, con la creación de carreras y tecnicaturas, pero entiende que si hay que hacer todo lo posible para que los chicos del sur no abandonen su lugar de origen hay que darles las mismas oportunidades de formación y capacitación que las que existen en el Gran Mendoza.
Carmona no la tiene nada fácil, como ninguno de sus competidores. Su estrategia apunta a capitalizar los bueno que se hizo en estos años y a tratar de despegarse del efecto negativo que causa su cercanía con la presidencia, con el modelo de Cristina. Pero hay un dato más, para algunos cuantos inadvertido todavía: teniendo en cuenta el modelo de premios y castigos con los que gobierna el kirchnerismo, de su permanente confrontación y látigo para con aquellos que no comulgan con su evangelio, Carmona podría oficiar de abrepuertas, casi como un gestor al que se busca para agilizar trámites y apurar expedientes en lo que queda del gobierno nacional. Y eso, Carmona, por el rol y lugar que ocupa en el universo K, lo debe hacer gane o no las elecciones. Si no se transformará en uno más de esos cuantos funcionarios y legisladores que sólo actúan según su interés personal olvidándose de por qué están ahí y cómo llegaron.