Acto Central

Mendoza latió con las postales de su Vendimia

Miles de mendocinos y turistas disfrutaron del espectáculo artístico que este año contó con el guión de Liliana Bodoc.

Por Eugenia Cano

La celebración más importante del pueblo mendocino encendió el brillo de su ritual una vez más. Como sucede anualmente, el Teatro Griego Frank Romero Day abrió las puertas de su santuario para recibir a miles de personas, que en las gradas o desde los cerros, disfrutaron de una nueva Vendimia y del espectáculo que este año se materializó bajo el nombre de: “Postales de un oasis que late”.

Altas eran las expectativas y grandes los desafíos que afrontaba la puesta. Por un lado, el guión de la destacada escritora, Liliana Bodoc, quien por primera vez participa de una Vendimia. Y por el otro, el reto de enaltecer la creación del fallecido director al frente del proyecto, Marcelo Rosas. En uno u otro sentido, la fiesta cumplió logrando la realización de una propuesta conceptualmente integral con un destacado nivel artístico y tecnológico.

El título adelantó 12 postales bajo el disparador filosófico de que “todo en el universo está supeditado a una transición constante”. Es decir, al igual que los meses del año que transitan cumpliendo un ciclo vital, la cosecha y el vino, son el resultado de este fenómeno natural que el hombre acompaña con su trabajo.

Impulsados por esta directriz poética es que los cuadros fueron sucediéndose uno tras otro. Unos 750 artistas, entre actores y bailarines (folklóricos y contemporáneos), le dieron forma al espectáculo que duró más de hora y media.

No faltó ningún tópico con el que se constituye históricamente el género vendimial, pero con el refrescante acierto de no caer en algunas obviedades. Así pasaron las reinas con una mirada diferente, la evocación a la Virgen de la Carrodilla, el espíritu fundacional de los inmigrantes representado solamente a través del trabajo, los Huarpes, las estaciones del año, el recurso del agua, la producción del vino, y por supuesto, el gran festejo del pueblo por la tarea cumplida. En este sentido, “Postales…” es una exaltación a la danza, las tradiciones y la alegría.

Dentro del conjunto, hay postales que sin dudas se destacan por su lirismo escénico o por su fuerza. Por ejemplo, el pasaje sobre los pueblos originarios que recrea visualmente la pluma de Bodoc que escribe: “Los silenciosos hijos del desierto entendieron que el mundo es un tejido. Con instantes y suspiros se teje el tiempo. Con recuerdo se teje la memoria. Con pasos, los caminos, Con latidos, la sangre. Los tejedores saben que en un tapiz todas las hebras son indispensables”. Es aquí donde aparecen cintas de colores con la que los bailarines juegan y arman el entramado cultural y étnico de la identidad originaria de nuestro suelo. Un momento que resalta y que quedará como marca representativa de esta fiesta.

En este fluir que se propuso al público, el cuadro sobre el otoño se desenvuelve con belleza a través del baile clásico y la fuerza llega con la postal “Forjadores de Mendoza” que recuerda al General San Martín y la voluntad del pueblo por mantener la libertad conquistada. La emotividad aflora con la masa de artistas realizando un malambo con bombos y la orquesta en vivo aportando su vuelo.

En general, el espectáculo que quedó en manos de la coordinación general de Sonya Sejanovich, cumple el objetivo de hacer encajar cada pieza en su lugar.

Es el escenario montado con una estética cálida (las escalinatas y los descansos emulan la textura de la madera), el único punto de atracción para el espectador. Por allí pasa todo y al mismo tiempo, el público se siente parte por la utilización del sonido envolvente, que sin dudas, marca un antes y un después, dentro de la realización de la Vendimia.

Dentro de este engranaje, el trabajo de dirección coreográfica de la mujer del fallecido Marcelo Rosas - Claudia Sosa - se destaca. La artista que se lució junto a Hernán Piquín en la Vendimia pasada, ha logrado manejar la multitud de bailarines realizando un diálogo coreográfico en cada postal. Resulta llamativo apreciar como en cada uno de los pequeños escenarios sucede algo diferente, atractivo y a la vez de forma coordinada. El cuadro dedicado al tango, mixturando el malambo con los pasos del 2x4, es quizás donde más sobresale la intensión y sorpresivamente logra un efecto poderoso.

Este año también se nota el espacio preponderante que se les ha dado a los actores que interactúan constantemente con el resto del grupo recreando situaciones. Y el lugar destacado a los bailarines con capacidades especiales que por primera vez se lucen en un lugar central con un número artístico en la pasarela de la fuente. 

En cuanto a las atracciones  a gran escala y efectos, hay títeres humanos, objetos y marionetas a gigantes como supo haber en otras fiestas. También el acompañamiento de una puesta audiovisual y el recurso del mapping. 

La voz en off que sirve como hilo conductor la asume la misma Liliana Bodoc y el actor Dardo Boggia. Mientras que la música en vivo, a cargo de Darío Guisaura, cumple con la función que buscó el equipo desde el principio, que es la de acompañar el fluir de los acontecimientos. En este sentido, no ocurrió lo de ediciones anteriores donde la banda sonora fue la protagonista indiscutida. Esta vez no.

El lugar dispuesto para el ensamble fue central y participaron 41 instrumentistas, 12 coreutas y 19 voces solistas. Entre los temas que se interpretaron, estuvo “Remolinos” en honor al querido Nolo Tejón, “Zamba del riego”, “Virgen de la Carrodilla”, “Chacarera del rancho”; entre otros.

También sonaron las canciones difundidas como corte de difusión: “Mi amada Mendoza” y “Racimo de Amor”. Esta última fue la elegida para cerrar bien arriba el espectáculo y contó con las voces de Paula Neder, Mariana Päraway, Sebastián Garay y José Quiroga. La perlita: la utilización del hit “Primavera y verano feliz” que un grupo mediático local usa como spot publicitario y que ya tiene una identificación muy arraigada en los mendocinos. ¿Un guiño o pura casualidad?

Otro aspecto importante de todo espectáculo es el vestuario. Este año el desafío lo asumió Raúl Saldeña y realizó un trabajo notorio. No hay estampados, sino trajes de colores puros, que resaltan la masa de bailarines y la unifican visualmente. La delicadeza y el romanticismo, quizás sean los adjetivos que mejor se ajusten a su propuesta que logra hermosear el concepto general.

Por último, resulta imposible pasar por alto que “Postales…” quedará marcada dentro de la historia de la Fiesta Nacional de la Vendimia (que cumplió su 79 edición) por ese extraordinario guión de la creadora de “La saga de los confines”. La visión particular que tiene sobre el festejo y sus iconos más significativos, quedan de manifiesto en una narración de una preciosidad que emociona. 

De este modo y, como ocurre cada mes de marzo, la Fiesta Nacional de la Vendimia sacó a relucir la noche del sábado la magia que le da la identidad de ser única en su género. 

No habrá forma de evitar caer en los lugares comunes y la innovación siempre se pondrá en discusión. Sin embargo, una vez más los artistas involucrados le pusieron el cuerpo a la celebración y dejaron plasmado sobre el colosal escenario del Frank Romero Day un espectáculo de primer nivel. 


Fotos: Martín Pravata - Yemel Fil

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