Para los pobres de toda pobreza, la peor cara del Estado
A los pobres se los usa. Los usa el poder político para dar rienda suelta al instinto mesiánico.
Camillas derruidas, desvencijadas, algunos hierros y chapas oxidadas, forros de colchonetas rotos que dejan al descubierto la gomapluma y la madera que cubre gastadas y mugrientas, manómetros y otros relojes de precisión abollados, lámparas de los quirófanos quemadas, un grupo de médicos y técnicos en plena faena quirúrgica alumbrados con linternas o algo parecido, pantallas de equipamientos de monitoreo fuera de servicio, es lo que muestran una serie de imágenes que ayer fueron distribuidas en los medios por técnicos y operarios del hospital Lagomaggiore, como prueba de lo que vienen denunciando, según afirman, desde más de cinco meses atrás.
Estos trabajadores, los denunciantes, decidieron, junto con la distribución de esas imágenes que muestran la decadencia en carne viva de uno de los hospitales públicos más importantes de la provincia, suspender las cirugías que estaban programadas, con lo que, quizás no lo evaluaron, agravaron aún más la situación de los pobres de toda pobreza que no tienen otro lugar para ser atendidos, cuando lo necesitan, que el hospital público y el sistema de salud oficial y público de la provincia. O sea, si estamos mal, vamos peor.
La historia del enfrentamiento entre los dirigentes de ATE y los funcionarios del Lagomaggiore y, por ende, del área de salud del gobierno siguió, como es obvio, a lo largo de todo el día y por la tarde, de manera oficial y por comunicado, se anunciaba que Salud sancionaría a los técnicos que decidieron no poner en funciones los quirófanos, y los culpó de haber llevado adelante una medida de fuerza ilegítima por no tener facultades, los técnicos, de frenar las intervenciones quirúrgicas. Con lo que, la discusión, como suele suceder casi siempre, se fue yendo por otras ramas, dejando a la principal, la de la gente sin atención, o con atención insuficiente y encima , atendida en instalaciones cuasi indignas, pasó a segundo plano.
A los pobres se los usa, literalmente. Los usa el poder político para dar rienda suelta al instinto mesiánico de muchos de los más altos dirigentes y funcionarios y los usa la fuerza laboral estatal cuando los deja sin atención pública protestando por algún reclamo insatisfecho. El pobre, de toda pobreza, está frito, literalmente.
Las imágenes del Lagomaggiore por dentro son dramáticas, hay que decirlo. Y lo que es patético, es que quienes tienen que responder lo hacen de manera retorcida, contraatacando y levantando una polvareda de tantas dimensiones con cuestiones anexas que, en verdad, transforman todo en un sinsentido.
En el Lagomaggiore, los trabajadores denunciaron que durante las cirugías se producen cortes de luz, que fallan los aires acondicionados de los quirófanos, que no hay jeringas, que faltan insumos, que no hay puertas entre el quirófano y la antesala, y otras maravillas como esas.
Cuando se discute el presupuesto y cuando se tiene casi siempre la certeza de que hay margen de hacer más eficiente el gasto, en todo sentido, y cuando se les pide a los gobiernos un esfuerzo en ese sentido, por la responsabilidad que tienen entre manos, lo que se busca, por si no lo saben los apuntados, es nada más y nada menos que los servicios funcionen con dignidad. Porque para eso están allí y porque para eso les paga el pueblo mendocino con el pago de los impuestos. Por si no están enterados.