Desde los acordes de una guitarra prestada hasta los planos de una obra, Leticia Salcedo combina ciencia y arte con una vocación tan firme como sensible. Ingeniera, arquitecta y música clásica, esta mujermendocina demuestra que los límites entre lo técnico y lo creativo pueden desdibujarse. Conocé su historia y cómo inspira a otras mujeres.
La música como primer lenguaje
Por las mañanas, la radio sonaba en casa. Su mamá la ponía casi sin pensarlo, como quien prende la luz para empezar el día. En ese fondo cotidiano de voces y melodías, nació el vínculo de Leticia con la música. No había grandes planes ni escenarios, sólo una niña que escuchaba y, más tarde, una guitarra heredada que empezó a contar sus propias historias.
“La música estuvo siempre en mi vida”, recordó. “Mi mamá ponía la radio y se escuchaba música en casa. La guitarra era la misma que mi abuelo le había regalado a mi madre cuando yo era chica", sostuvo.
Empezó con clases en la escuela artística “Julián Aguirre”, luego pasó al preparatorio en la Escuela de Música de la UNCuyo, hasta que finalmente eligió la viola como instrumento. Hoy forma parte de la Orquesta Barroca de Mendoza, donde participa activamente en la organización del proyecto: “Es algo muy distinto a la ingeniería, pero me brinda una sensación hermosa y de plenitud”, aseguró.
¿Cómo llegó una música clásica a la ingeniería civil?
La ingeniería civil llegó sin plan previo. “Fue casi por accidente”, reconoció. Había probado Diseño en la UNCuyo, pero no la terminó de convencer: “Por las dudas me había anotado en Ingeniería también, ya que tenía buen promedio en ciencias. Como había un convenio con mi colegio, no tuve que rendir el pre”, recordó. Y agregó: “Llegó febrero, el colegio ya terminado y yo sin decidir qué hacer, empecé Ingeniería para no perder el año… y al final me quedé, me encantó”.
Hoy trabaja en una oficina técnica dentro de una empresa constructora, aunque muchas veces también está presente en obra, donde supervisa y coordina tareas en el terreno. Además, Salcedo realiza trabajos particulares en proyectos de arquitectura y redes, sumando así otra capa de conocimiento práctico a su perfil profesional.
Leticia es ingeniera civil, arquitecta y música clásica. No porque haya tenido que elegir entre uno u otro camino, sino porque aprendió a habitar todos con compromiso y pasión: “En ambas disciplinas hay una base de orden importante”, explicó. Y contó: “Hay un proyecto generador, una estructura que sostiene la obra, aunque el objeto final sea distinto, el proceso mental tiene mucho en común”.
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Mujeres en ingeniería: entre el prejuicio y la persistencia
Como mujer en un ámbito históricamente masculinizado vivió tanto cuestionamientos como palabras de aliento: “Muchísimas veces fue cuestionado mi rol”, afirmó. “¿Cómo los enfrenté? Ignorar y seguir. A veces alguna palabra, explicar una postura… pero no más que eso”, rememoró.
Señaló que entiende que para muchos hombres, la llegada de mujeres a ciertos espacios puede sentirse como una pérdida de privilegios: “Quizás es difícil, sobre todo en ciertos ámbitos, abrirse y dejar entrar formas de pensar y de interactuar diferentes”, puntualizó.
Organizar sus días entre planos, obras, ensayos y organización artística no es sencillo. “Como se puede”, resumió entre risas. “No todos los días se puede todo. A veces hay que darle prioridad a una actividad u otra, según la circunstancia.”
Un proyecto que une sus dos mundos de la música y la ingeniería
Para su trabajo final de arquitectura, desarrolló el proyecto de una escuela artística vocacional: “En ese momento no había ningún edificio construido con ese concepto. Hay primarias y secundarias con orientación artística, pero se confunde con otro tipo de escuelas”.
Fue una forma de unir sus dos mundos: el arte y la técnica, el aula y el plano: “La Julián Aguirre, donde yo tomé clases de guitarra y viola, no tiene su propio edificio. Sería muy interesante ver algo así construido algún día”, expresó con ilusión.
Finalmente, Leticia Salcedo dejó un mensaje claro para quienes sienten que deben elegir entre lo técnico y lo artístico: “No hay una sola respuesta. Depende de cada persona, de su entorno, del estilo de vida que quiera llevar. Pero si se puede combinar, aunque no al mismo tiempo y con la misma intensidad, vale la pena intentarlo.”
“La receta justa, con los ingredientes y las proporciones, está dentro de cada uno.”
Reflexión final de una mujer con espalda profesional
La historia de Leticia no es sólo la de una mujer multifacética. Es la de alguien que supo que no tenía que elegir entre razón y emoción. Al contrario: se puede construir con planos… y con partituras.