16 de noviembre de 2025
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Llega a su fin otro juicio por jurado por femicidio en el Sur

Está terminando un juicio por jurado en el Sur provincial que permitirá conocer los parámetros que existen en nuestra sociedad respecto de los hechos de violencia de género. Es que el asesinato de Rosana Verónica Ferreyra a manos de su ex marido, Ramón Castro Porcel tiene no sólo el episodio que terminó con la vida de esta mujer el 5 de noviembre de 2018, sino un antecedente de golpes y frases amenazantes dos años antes, que seguramente serán sopesadas por el jurado, frente al argumento de la emoción violenta, como atenuante del femicidio.

Claro que el fiscal Pablo Peñasco, a partir de la investigación de la fiscal Ivana Verdún guió su teoría del caso en torno a pruebas, periciales y testimoniales que marcaran el supuesto de contexto de violencia de género, además del claro agravante del vínculo.

Con una ventaja evidente para el Ministerio Público Fiscal, que fue revelado el 12 de noviembre de 2018 por Televisión Andina, en el programa Curiosos del Poder: la voz del propio Ramón confesando su acto criminal.

Desde ese llamado autoincriminatorio, en el que inicialmente el asesino decía solamente que veía el cuerpo de "una chica muerta" en un canal en el paraje El Ceibo, en General Alvear, para luego confesar "yo la maté" y un lacónico "yo ya sé que voy en cana", hasta la tremenda frase "le pegué una puñalada en el cogote", la tarea no resultó complicada al Ministerio Público Fiscal, al punto que todos daban por seguro que la causa terminaría en un juicio abreviado.

Distintas circunstancias, entre ellas la posibilidad que vio el defensor, Jorge Luque, de encuadrar lo sucedido en un caso de emoción violenta.

Lo llamativo de ese audio era que mostraba a Castro exculpándose con frases tales como "hace tiempo que veníamos peleando, yo le decía que no quería pelear, y ella seguía; siempre obligándome a todo".

Ciertamente, el estado de ánimo cambiante del femicida que hasta llegó a decirle a la segunda operadora que continuó el diálogo, entre sollozos que tras correr unos 2 kilómetros alejándose de la escena del crimen, estaba arriba de un árbol con "ganas de matarme", puede ser usado por los defensores para intentar mostrar una persona inestable.

Sin embargo, los peritos del Cuerpo Médico Forense que respondieron este jueves a preguntas relativas a la psiquis del acusado, debilitaron notablemente la teoría de la emoción violenta.

Además, el hecho de que Castro fuera al encuentro de su ex, munido de un cuchillo que usaría para darle puñaladas en la espalda y luego cortarle el cuello, desvirtúa la hipótesis que argumentaba desde el primer día de que "sólo quería hablar con ella".

Además, el antecedente del 3 de junio de 2017, cuando en una discusión frente a sus tres hijas menores de edad en ocasión de que Rosana le dijera que iba a ir a un cumpleaños, él "sin mediar palabra, comienza a darle golpes de puño... cuando cae al piso, la agarra del cuello y continúa golpeándola con patadas y diciéndole que la iba a matar", le jugó más en contra aún, a Castro.

El esfuerzo de Luque y el codefensor oficial, Jorge Vitale, se verá este viernes en los alegatos finales, para intentar que en lugar de un veredicto condenatorio lo lleve a cadena perpetua, se encuadre en un caso con emoción violenta sobre la base de una supuesta perturbación a partir de tomar conocimiento de que Rosana había intentado rehacer su vida.

Así las cosas, el juicio vuelve a poner en discusión hasta dónde pueden llegar discusiones familiares, separaciones y una Justicia con herramientas voluntaroiosas que difícilmente pueden impedir hechos criminales, más cuando se violan prohibiciones de acercamiento, como en este caso.

Este viernes, la propia sociedad dirá cómo interpretar estos episodios de finales tan trágicos y poco evitables en estos tiempos.

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