La muerte de Janet y Julieta nos desnuda: la violencia carcome a Mendoza
Femicidios; abusos; asesinatos entre bandas; robos violentos. El ensañamiento parece crecer y la palabra prohibida, inseguridad, nos deja indefensos.
"¿Porqué llegamos tan tarde?" "Paren... estamos enfermos". "Ni mujeres, ni hombres, ni niños, ni bebés... Ni uno menos". "Basta de impunidad, queremos leyes más duras". En las redes, las palabras se unen, se enojan, lloran y gritan bajo una misma premisa: basta de violencia, basta de muertes, no queremos vivir esta tristeza.
El hallazgo, con apenas 12 horas de diferencia, de los cuerpos de Janet y Julieta, las dos jóvenes que eran buscadas intensamente en Mendoza luego de haber desaparecido el 21 de septiembre en dos hechos distintos, generó consternación en la provincia.
La gente no tardó en expresar en las redes su dolor en un grito único pidiendo que frene la violencia, que se acaben las muertes bajo el motivo que sea. Un asesino es un asesino, no importa el motivo que lo llevó a cometer el crimen o, como en uno de los casos, a pagar por él.
Este martes, Mendoza se vistió de luto por estas dos jóvenes. Los golpes con que mataron a Julieta, cuyo cuerpo sería encontrado por el operario de una retroexcavadora mientras trabajaba en un punto desolado de la montaña, y los balazos con que ultimaron a Janet luego de golpearla salvajemente y abandonar su cuerpo en un basural -cubierto de restos de aves y plumas-, fueron nuestros golpes.
El miedo que sintieron esas mujeres, cuando las secuestraron y mantuvieron cautivas sabiendo que podía llegar el peor momento, es nuestro miedo.
La desesperación de esas familias que empapelaron Mendoza buscando a sus hijas y hermanas; la desolación de esos amigos que hoy las están llorando; la respuesta nunca suficiente para esa pequeña de cinco años que se quedó sin su mamá y que a cada momento pregunta dónde está, son nuestras también porque no se puede ser insensible ante la violencia que estamos viviendo; porque ya no queremos sentir ese sabor amargo en el alma cuando nuestras hijas e hijos salen a la calle.
¿Cuándo nos pasó esto Mendoza? ¿Cuándo comenzamos a ver como normal la crueldad que nos atraviesa? Nos pueden decir que un asesinato por celos no es inseguridad, pero no pueden negarnos que todo esto pasa porque la violencia está creciendo en nuestra sociedad como un árbol de malas raíces y peores frutos.
Los femicidios, la violencia de género, los abusos y violaciones son síntomas de algo que está podrido. Cuando desde el Gobierno se toman los asesinatos entre "bandas" como violencia y no como inseguridad se marca una línea demasiado delgada.
Si salís en tu auto, si fuiste a una fiesta, si tus hijos fueron al boliche a bailar, si te quedaste en casa y te entraron a robar, si a tus viejos los molieron a palos sólo para robarles la jubilación... son títulos de todos los días en Argentina y en la provincia, son noticias que ningún periodista quiere dar. Son realidades que ningún mendocino, al menos los que nos levantamos día a día para trabajar o estudiar, queremos seguir viviendo.
Como sociedad hay mucho por hacer. Salir de la apatía tal vez sea lo primero. Así como en las redes los mensajes se multiplican por cien y por mil, participar de los pequeños movimientos que van surgiendo a nuestro alrededor en busca de respuestas, y de cambios, es un comienzo.
Vecinos que se reúnen en sus barrios para exigir mayor seguridad; maestros que piden respeto de sus alumnos y hablan de ello en las escuelas; estudiantes que firman petitorios para que iluminen predios o custodia para sus escuelas; abuelos que se reúnen entre amigos y van juntos a todas partes, para no estar tan solos... las marchas contra la inseguridad, contra el desempleo, contra la falta de oportunidades: todo sirve.
Lo que estamos sufriendo como sociedad no es producto de un "primer semestre" ni de una "herencia recibida", es un cáncer que viene carcomiendo los huesos de lo que somos como pueblo.
"Que feo salir y no saber si volvés a tu casa...", tuiteó una joven mendocina hoy, cuando los medios multiplicaban la peor noticia: habían encontrado un segundo cadáver, y se trataba de Julieta. Y su sensación, de indefensión, me traspasó.
Somos hijos, padres, pueblo, vecinos, ciudad, familia, gente. Tenemos mucho por decir. Nuestro Gobierno (como responsable del bienestar de su gente) tiene mucho por hacer.