La extraña manía de festejar los goles en contra

Las decisiones de los poderes centrales, la marcha de la economía mundial, las medidas locales, todo parece ir en contra de las propuestas del gobierno argentino en sus discursos. ¿Qué se festeja?

Por Marcelo López Álvarez

El Gobierno Nacional sigue su lucha a capa y espada para tratar de reflotar el sablazo tarifario que promete dejar con la cabeza colgando a gran parte de la industria argentina, las economías regionales y la clase media y media baja consumidora. No escucha razones y sigue sosteniendo públicamente -y en privado también- que el ajuste fue gradual y que no había otra alternativa.

No se entiende, si no había otra alternativa para reducir el déficit fiscal (la verdadera razón del tarifazo), por qué el Gobierno toma casi a diario medidas para seguir sacrificando recaudación.

Las respuestas pueden ser varias pero tomaremos dos probables. La primera, y si se quiere más perversa, es que por concepción ideológica, de clase y negocios está cumpliendo su objetivo de gobierno: hacer que los que más tienen, tengan más y ni siquiera les afecte un dolor de cabeza. Por eso en ocho meses no hay una sola medida que signifique que los sectores agro-exportadores primarios o los que monopolizan ideas, mercados y ganancias pongan algo de sí para ayudar a salir de la supuesta crisis con la que recibieron el país.

La segunda es como en las finanzas hogareñas: si no alcanza el sueldo, o gastamos menos o buscamos más trabajo. El equipo gobernante bastante poco afecto al esfuerzo (el Presidente a su vuelta de Río 2016 se tomó otro fin de semana largo de descanso, el número N en apenas 8 meses) decidió lo más simple, recortar gastos aunque dejen de comer los chicos, para seguir con el ejemplo casero.

El camino más simple deja fuera a miles y miles de personas y al borde del colapso a Pymes, comercios, y fundamentalmente a economías regionales que pasan los días y no ven nada de lo que se auguró, ni tampoco la luz al final del túnel que prometió la imputada Vicepresidente de la Nación por tener cientos de miles de pesos no declarados en su casa, que supuestamente iban a una fundación que ni número de CUIT tiene.

Tranquilamente la Vicepresidenta se podría sumar a la maravillosa declaración del Loquillo López y decir que la tenía bien guardada en un lugar inaccesible y que esa plata era de "la política". Al fin y al cabo -según lo que públicamente se conoce- su fundación sin registro tributario estaba financiada por la mayoría de los contratistas de obra pública de la Ciudad de Buenos Aires y el empresario para el cual el fiscal pide el procesamiento por ser "testaferro" de José López.

En este contexto el Gobierno se apresta a celebrar la baja del ritmo inflacionario. Nada hace esperar que los números del INDEC sean muy distintos a los que se conocieron esta semana, Capital Federal, Mendoza y el "Índice Congreso", que situaron la escapada de precios entre el 2,3% y el 2,8% en julio, llegando a casi el 42% anual y proyectando un cierre a diciembre por arriba del 37 por ciento.

El "logro" del Gobierno tiene patas cortas que solo pueden seguir funcionando gracias a los zancos que les prestan sus amigos con la complicidad comunicacional de siempre. La baja de la inflación se da en el peor contexto, con un parate alevoso de producción, el consumo en su peor nivel por años, el desempleo mostrando una evolución que preanuncia llegar a los dos dígitos en breve y las economías regionales y Pymes profundizando su crisis.

Esta semana varias entidades no solo de Mendoza, sino de casi todas las regiones del país, volverán a plantear al Ejecutivo Nacional la preocupación permanente por la situación que no aclara. Seguramente sumarán en los números que presenten las increíbles cifras oficiales conocidas esta semana sobre la entrada de alimentos desde el extranjero, todos fuertemente subsidiados en sus países de origen.

En el periodo enero-julio de este año, según los números del INDEC y del SENASA se importaron 45 toneladas de mandarinas del Uruguay, 3.542 toneladas de naranjas desde España y México, en ambos contra cero toneladas en el mismo periodo del 2015. También creció de cero a 70 toneladas,semestre contra semestre 2015/16, la importación de frutillas congeladas de Polonia y China.

Otro caso paradigmático es el de nuestras ciruelas tan vapuleadas y que cientos de revueltas agropecuarias han generado en el sur de Mendoza, el primer semestre de este año entraron 863 toneladas desde Chile, cuando en los primeros seis meses del 2015 solo se habían importado 80.

Hace semanas en esta misma columna contamos el caso de la carne de cerdo dinamarquesa: los números de los primeros seis meses cerraron en 9.735 toneladas de cerdo dinamarqués y brasileño y 3.100 toneladas de pollos cariocas. A lo que hay que sumarle poco más de 4.700 toneladas de hortalizas de diversas procedencias.

Irrebatible es, entonces, que el Gobierno que prometió el cambio de las economías regionales en estos ocho meses viene haciendo esfuerzos sostenidos, no para que la Argentina sea el supermercado del mundo -como declara el Presidente-, sino más bien para que seamos los clientes de un supermercado de alimentos que, fuertemente subsidiados ante el estancamiento de la economía mundial, salen a buscar góndolas por todas las latitudes.

El granero del mundo, el país capaz de producir alimentos para cientos de millones de personas, termina importando alimentos elaborados por miles y miles de toneladas en apenas seis meses y pierde competitividad en un mundo fuertemente subsidiado, ante las políticas aplicadas localmente de retiro de estímulos, devaluación que produce inflación y que vuelven a retrasar el tipo de cambio.

Como si esto no fuera suficiente, el plan de gobierno contempla, ya sin tapujos, la destrucción del Mercosur y así correr a los brazos de los EE.UU y el Pacífico justo en el momento en que, la que se supone será la próxima presidenta de los americanos, cuestiona la Alianza Transpacífico.

Esta semana en un discurso (solo levantado aquí por el Cronista Comercial) Hillary renovó su promesa a los votantes de terminar el Tratado Transpacífico (TPP) "Me opongo ahora y me voy a oponer después de la elección. Detendré cualquier acuerdo comercial que destruya trabajos y rebaje los salarios, incluido el TPP" declaró.

Clinton pareció describir el ADN empresario, asegurando que "demasiadas empresas presionaron para lograr acuerdos comerciales y así poder vender sus productos en el extranjero. Pero, sin embargo, se trasladaron afuera con la consiguiente pérdida de empleos estadounidenses".

Las decisiones de los poderes centrales, la marcha de la economía mundial, las medidas locales, todo parece ir en contra de las propuestas del gobierno argentino en sus discursos. Por eso no se entiende en medio de la furia deportiva que nos invade por estos días la pasión por festejar los que parecen ser goles en contra.

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