Susana Giménez vive con su marido José Curiqueo y sus cinco hijos en una casa de adobe, donde no tienen agua corriente y abundan las vinchucas y las pulgas. Ella es propietaria de una vivienda con todos los servicios, pero no la puede utilizar porque hace meses que está usurpada y la causa duerme en la Justicia de San Martín.
Nosotros necesitamos urgente que alguien le preste atención al expediente. No es una tema complejo, necesitamos la casa, solicitó con tono desesperado, Susana.
La mujer y su familia viven en una casa que está junto a un horno donde se hacen ladrillos, en la localidad de Palmira, San Martín. Esta vivienda es prestada y no está apta para vivir debido a su precariedad.
Por esta situación, hace unos meses los Curiqueo decidieron comprarse una casa, también en ese distrito, que reuniera todo lo necesario para poder criar allí a sus cinco hijos. El inmueble fue pagado con ladrillos y la compra-venta se realizó como lo indica la ley.
Según contó Susana aSITIO ANDINO, en el momento de adquirir la casa, la familia no se pudo mudar debido a que el trabajo en el horno de ladrillo requería que alguien se quedara en el lugar para cuidar las herramientas.
Por este motivo, la mujer le alquiló la casa a una persona conocida con una mínima cuota de $250. Era como una especie de cuidador, aclaró Giménez.
El problema comenzó cuando a principio de año, el inquilino se fue de la casa sin avisarles, y en su lugar dejó a una mujer con tres niños, cuyo marido en ese momento estaba preso.
Al enterarse de esta situación, Susana y José intentaron recuperar su casa pero no lo consiguieron, ya que la nueva habitante les mostró un papel de venta y les dijo que le había comprado la vivienda a la persona que estaba anteriormente viviendo allí. El papel que les enseñó era el de compra-venta de un automotor y no de un inmueble.
Luego de idas y vueltas con la Justicia, el 14 de febrero de este año Susana logró radicar la denuncia en la comisaría 28 de Palmira (la primera vez que fue no le quisieron recibir la acusación).
Desde ese momento, el expediente no avanzó en la fiscalía. El tema me lo fueron pateando y el fiscal un día me dijo que había casos más importantes para tratar que una usurpación, expuso Susana.
La mujer contó que iba hasta tres veces por semana a preguntar cómo marchaba el expediente, pero siempre recibía una respuesta negativa.
Hasta el abogado que ella contrató para la causa, Gabriel Alliana, le informó que su caso estaba perdido. No entiendo, primero me dijo que tenía todas la de ganar, y ahora me dice esto, yo me endeudé para poderle pagar a él, indicó Susana con mucha bronca.
Mientras los tiempos de la Justicia se dilatan, la casa de la familia Curiqueo se va deteriorando por el uso que le están dando lo usurpadores.
Me están rompiendo las paredes y ya le sacaron el medidor porque nunca pagaron la luz, señaló Susana.