Luego de años de retracción en el crédito, el sistema financiero comienza a mostrar señales de recuperación, y Mendoza no es la excepción, según el informe de coyuntura de la Región Cuyo del IERAL.
La recuperación del sistema financiero mejora la oferta de créditos en la provincia. Aún con altas tasas, el financiamiento se vuelve una herramienta clave.
Luego de años de retracción en el crédito, el sistema financiero comienza a mostrar señales de recuperación, y Mendoza no es la excepción, según el informe de coyuntura de la Región Cuyo del IERAL.
Desde mediados de 2024, el volumen de préstamos bancarios viene creciendo de manera sostenida, con un aumento interanual del 90% a nivel nacional y un comportamiento similar en la región cuyana.
Este cambio marca una ruptura con la tendencia negativa que dominó desde 2018 hasta fines de 2023. Durante ese período, los créditos bancarios cayeron fuertemente, arrastrados por la crisis económica, la inflación creciente y las restricciones financieras. Hoy, la situación empieza a revertirse gracias a un mejor equilibrio fiscal, que reduce la presión del Estado sobre el sistema bancario, y a un aumento de la confianza, que estimula los depósitos privados, asegura el trabajo de la Fundación Mediterránea.
Según los especialistas, uno de los motores de esta reactivación ha sido la liberación de fondos en los bancos, que ya no invierten en Letras del Tesoro ni del Banco Central en la misma medida que antes, lo que libera recursos para prestar al sector privado. Los depósitos del sector privado también han aumentado un 30% en nueve meses, lo que refuerza esta capacidad de otorgar créditos.
En este escenario, desde el IERAL aseguran que Mendoza ha replicado la tendencia nacional: han crecido los préstamos tanto a personas como a empresas, abarcando casi todos los sectores económicos. Resulta llamativo que uno de los mayores aumentos se registró en el rubro Construcción, a pesar de que atraviesa dificultades por la fuerte caída en la obra pública.
El nuevo ciclo crediticio trae consigo un aspecto menos favorable: tasas de interés reales (netas de inflación) más elevadas. En abril de 2025, la tasa efectiva anual (TEA) para préstamos personales rondaba el 60%, y aunque para las empresas es más baja —alrededor del 16%—, sigue siendo significativa. En dólares, en cambio, las tasas rondan el 6%, lo que puede beneficiar a sectores exportadores si se mantienen estables.
Aun así, desde la Fundación aseguran que la mejora en la oferta de crédito responde a un nuevo contexto: menor inflación, menos intervención estatal en los bancos y mayor competencia por los depósitos. Esto puede sostener el crecimiento del crédito, incluso si las tasas se mantienen altas, como sucedía durante la década del noventa.
El análisis por sectores revela que el acceso al crédito no ha sido uniforme. En el primer trimestre de 2025, los mayores aumentos se concentraron en Construcción, servicios y comercio, mientras que la vitivinicultura tuvo un desempeño más modesto, probablemente influida por los bajos precios de la uva y un contexto externo adverso para los exportadores.
En cuanto al destino de los préstamos, se mantienen los patrones históricos: las empresas solicitan créditos tanto para capital de trabajo como para inversión. Los sectores más intensivos en inversión —como minería o servicios públicos— también muestran signos de recuperación, aunque aún están lejos de niveles precrisis.
El informe del IERAL compara la situación actual con la experiencia del período 1991-1998, durante la Convertibilidad. En esos años, los préstamos crecieron con fuerza, especialmente en el primer tramo (24% anual entre 1991 y 1994). Luego, tras el "efecto Tequila", el ritmo se moderó. Hoy, con una economía más estable y sin restricciones tan severas, el crecimiento podría sostenerse, aunque enfrenta desafíos internos y externos.
Uno de los factores clave para consolidar esta tendencia será la evolución de los depósitos privados, que aún deben crecer para sostener la expansión del crédito. Además, el costo del financiamiento deberá bajar, no solo por una disminución del riesgo país, sino también mediante la reducción de impuestos y costos asociados al crédito.
El informe concluye que una economía con bajos niveles de crédito no puede crecer sostenidamente. Si Argentina aspira a mejorar su productividad y competitividad, necesita más financiamiento. En Mendoza, este proceso ya comenzó. El desafío ahora es sostenerlo en el tiempo, generar condiciones macroeconómicas estables y reducir los costos financieros, para que más sectores accedan al crédito y lo utilicen para invertir, producir y exportar.