Análisis

La economía argentina que viene después de las elecciones de octubre

La economía no cambiará en lo sustancial en los dos años que quedan antes de las elecciones presidenciales. La inflación seguirá entre el 25% y 30% y el nivel de actividad “amecetado”.

Termina un ciclo de casi 10 años relativamente exitoso en cuanto a los indicadores económicos, a excepción de pobreza e inflación. El desempeño fue bueno gracias al aporte inicial de la experiencia de Lavagna, gracias al contexto internacional extremadamente conveniente y al efecto rebote después de la recesión de 2002. En los dos últimos años el desempeño macro fue a peor. Hay chances para que venga en diciembre del 2015 algún político más dialogante, con mayor amistad hacia los mercados, con vocación de apertura al mundo. Es un escenario probable por efecto de una reacción natural a estos tiempos de crispación.

Todas estas son conjeturas que hay que ver como se desenvuelven en las primeras semanas post 27 de octubre, claves para ver el rumbo en el que se desarrollará la política económica y a la vez para evaluar la confianza de los consumidores e inversores en el nuevo tiempo que se inicia después de la elección de mitad de término.

Eduardo Fracchia, economista del IAE.
La economía no cambiará en lo sustancial en los dos años que quedan antes de las elecciones presidenciales.

A grandes rasgos se espera que los grandes lineamientos económicos sigan por el mismo cauce. Inflación, sin un plan de estabilización, convergiendo al 25/30 % anual en 2014, controles de precios impulsados por parte de Moreno, negación de la manipulación de estadísticas en el Indec, distorsiones en los precios de la energía, subsidios, cepo, etc. En lo que se refiere a la actividad económica ésta seguirá amesetada en 2014. En cuanto a la inversión su crecimiento será acotado entre otras cuestiones porque se incrementa la incertidumbre con la derrota del kirchnerismo en la elección de medio término. El programa monetario no va a cambiar en forma sustancial ni tampoco los planes sociales de inclusión.

La hipótesis de fondo es que no habrá cambios sustantivos después de las elecciones. Hay mercados que anticipan tiempos mejores a partir de 2016 y en este sentido es destacable el aumento de la Bolsa, en particular en algunas acciones vinculadas a bancos y energía.

En lo que se refiere al mercado cambiario es de esperar una mayor brecha entre el blue y el oficial y un ritmo fuerte de devaluación de este último, quizás superior al de la inflación. El horizonte de mediano plazo no supone un contexto recesivo pero si una actividad inferior a la de 2013, en buena medida por la caída de precio de la soja y por un volumen de cosecha el año entrante que no parece ser diferencial.

En cuanto a los indicadores sociales de pobreza seguirá elevada afectando al 25% de los hogares. La distribución del ingreso que ha mejorado por las políticas de inclusión del kirchnerismo está bien lejos del índice de Gini de comienzos de la democracia.

En dos semanas se festejarán los 30 años de democracia. Sabe a poco lo conseguido en el plano socio-económico.

Es una asignatura pendiente del sistema y en concreto es clave mejorar las instituciones para que la democracia sea republicana y federal.

El indicador más apropiado para medir el progreso en democracia es el índice de competitividad del WEF. En la profundización de los factores que lo componen encontramos pistas para explorar la mejora de este índice, muy influido en su evolución por la dinámica institucional.
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