La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, partió ayer hacia Nueva York, donde mañana abrirá la Asamblea General de la ONU. Después de que fuera víctima del espionaje estadounidense y en plena crisis con la Casa Blanca, se prevé que la mandataria reclame una nueva forma de gestión global sobre la seguridad informática y repudie la intromisión de EE UU en sus llamadas personales y correos electrónicos, como también las tareas de vigilancia perpetradas contra la estatal Petrobras y millones de ciudadanos brasileños.