Las finanzas de Brasil van camino a deteriorarse sustancialmente el próximo año, dejando al Gobierno con pocas opciones para revivir una vacilante economía y elevando la amenaza de una baja de su calificación crediticia.
Las finanzas de Brasil van camino a deteriorarse sustancialmente el próximo año, dejando al Gobierno con pocas opciones para revivir una vacilante economía y elevando la amenaza de una baja de su calificación crediticia.
Una rebaja al crédito soberano, ya incorporada en los seguros contra incumplimiento de crédito (CDS) para mediados del próximo año, dejaría la calificación de Brasil apenas un escalón sobre el estatus basura, encareciendo el endeudamiento gubernamental y corporativo y erosionando aún más el crecimiento económico.
Una rebaja también podría complicar los esfuerzos para contener la inflación al desatar una mayor debilidad de la moneda de Brasil, que ha perdido un 10 por ciento de su valor frente al dólar este año.
Reuters conversó con analistas de dos agencias calificadoras que destacaron los riesgos que supone el lento crecimiento económico de Brasil en momentos en que hay poco espacio para un estímulo adicional.
"Reconocemos que aunque hay algo de espacio para políticas fiscales anticíclicas en Brasil, ese espacio es muy limitado", dijo Sebastian Briozzo, director de Standard & Poor's, que colocó un panorama negativo a la nota de crédito "BBB" de Brasil en junio.
"Entre este año y el próximo, esto es lo que estaremos evaluando para el panorama de la calificación para ver cómo se resuelve", agregó.
El Gobierno todavía dice que cumplirá su meta de un superávit primario del 2,1 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), pero se basa en proyecciones que la mayoría de los economistas creen son demasiado optimistas.
El superávit primario es el exceso de ingresos de un Gobierno antes de los pagos de interés sobre su deuda.
Aunque la mayoría de los analistas espera que la economía de Brasil crezca un 2,3 por ciento en el 2014, en lo que sería un cuarto año consecutivo de expansión débil, el Gobierno de Rousseff proyectó un crecimiento del 4 por ciento al preparar el presupuesto del próximo año.
El pronóstico de crecimiento del Gobierno es el resultado de una estimación muy optimista de la recaudación de impuestos, que a cambio le permitió a las autoridades justificar una expansión superior al 10 por ciento de los gastos públicos el próximo año.
La imagen cambia cuando se considera otra estimación del crecimiento económico.
Al proyectar el aumento en ingresos del próximo año dada la tasa de crecimiento del PIB esperada por economistas privados, incluyendo previsiones de inflación, Reuters encontró que el superávit primario proyectado por el Gobierno estará lejos de lo que las autoridades esperan.
Especialistas privados como Felipe Salto, profesor de la Fundación Getulio Vargas, y Catarina Braga, analista de MCM Consultores, tuvieron conclusiones similares.
Consultado por la brecha entre los pronósticos oficiales y privados, el Ministerio de Hacienda de Brasil reiteró sus estimaciones. El mes pasado, el ministro de Hacienda, Guido Mantega, dijo que las previsiones actuales del Gobierno sobre el superávit primario serían revisadas a inicios del próximo año, lo que podría llevar a congelar el presupuesto.
Incluso si la economía no se desacelera el próximo año como se prevé, la meta presupuestaria probablemente seguirá siendo poco realista. El Gobierno de Brasil ha sobreestimado ingresos únicos de las concesiones de carreteras y aeropuertos, según economistas, mientras que subestima el gasto que podrían hacer las ciudades y estados en un año electoral.
El Gobierno ya disminuyó su muy vigilado objetivo de superávit primario desde el 2,3 por ciento del PIB a la actual proyección del 2,1 por ciento, aunque algunos economistas afirman que fue un vago intento de las autoridades por ser más transparentes tras años de depender de tretas contables para cumplir la meta.
Proyecciones privadas sugieren que Brasil ni siquiera se acercará a su meta el próximo año, con Barclays proyectando un superávit de apenas el 1,1 por ciento del PIB.