La inflación de julio comienza a derretir los congelamientos promovidos por el Gobierno. El avance en los precios estaría entre 2,5 y 2,7% , una de las mayores marcas mensuales en los últimos tres años, y registra un nuevo piso de dos puntos para los meses siguientes.
La pérdida de impulso en la actualización de ciertos productos que se generó entre marzo y abril terminó de licuarse .
El control de precios de Guillermo Moreno se lanzó en febrero. Su segunda versión, Mirar para Cuidar , comenzó a fines de mayo y ya se desinfla: los productos incluidos no se encuentran en las góndolas (manejan un stock muy limitado) y el resto, en especial alimentos, aumentó.
Es más, en la lista de 500 productos congelados , pocos de sus artículos son de consumo popular. Hay un marca de azúcar, dos de harina, una de polenta y dos de leche. En cambio, se ofrece una amplia variedad de productos prescindibles: como 16 variedades de vino, 8 tinturas de cabello y 16 productos para depilación.
En la lista de 500 productos alcanzados por el acuerdo se encontraba poca variedad entre los de consumo popular En la práctica, Moreno sostiene que el Estado debe intervenir directamente en los mercados para fijar a los bienes precios de competencia perfecta. Esto explica, en gran parte, la obsesión por las estructuras de costo de las empresas y el lanzamiento de controles destinados a bajar la inflación. En la economía de la regulación, el intervencionismo directo se abandonó en la década del sesenta. Ya en la posguerra, la teoría se orientó hacia la generación de "condiciones y reglas de juego" para que los actores económicos se comporten de una forma más óptima.
En todo caso, los controles directos sobre los precios demostraron que sólo hacen efecto en el corto plazo, pero luego generan consecuencias no deseadas por su autor. Moreno tiene a mano un ejemplo vinculado con los sectores que desea cuidar.
Inspectores de Mirar para Cuidar recorrieron supermercados constatando precios. Foto: Télam En 2006, la carne comenzó a subir de precio y produjo malestar en el Gobierno. Moreno promovió ante Néstor Kirchner un "cóctel de medidas" para frenar el precio: cierre de exportaciones y precios máximos en el Mercado de Liniers, básicamente. Como consecuencia, entre 2007 y 2011 se perdieron 10 millones de cabezas de ganado, el consumo por habitante bajó al mínimo histórico y el precio promedio del kilo de carne subió 222% (de 9,96 a 32,12 pesos, de acuerdo al Instituto de Promoción de la Carne Vacuna).
En materia de intervención, existe comunión entre Moreno y Axel Kicillof, virtuales ministros de economía. Ambos han expresado que la inflación se genera por un alto grado de concentración de productores de bienes transables que, como resultado de un tipo de cambio elevado, han subido el precio de sus productos a niveles internacionales para obtener ganancias extraordinarias.
En agosto de 2006, Kicillof realizó este diagnóstico a futuro en sus épocas de investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino (Cenda). Su trabajo, cuya bibliografía más reciente es de la década del setenta, se tituló "Las causas de la inflación actual" y la coautora es Cecilia Nahón, ahora embajadora argentina en los Estados Unidos. Allí, el viceministro de Economía concluye elípticamente que "es necesario recurrir a una intervención pública que complemente a la política cambiaria".
Las diez cadenas que se sumaron representan sólo 1 de cada 3 bocas de expendio de artículos de primera necesidad (alimentos no perecederos, bebidas, cosmética y limpieza) La secretaría de Política Económica ha ganado mayor poder desde la llegada de Kicillof, en diciembre de 2011. El área funciona en parte como una suerte de oficina de planificación centralizada, donde los técnicos tratan de interrelacionar todas las decisiones: así se reemplaza el mecanismo de los precios de mercado por incentivos que se consideran superiores. Esta praxis no tiene antecedentes exitosos y comenzó a ser fuertemente cuestionada a mediados del siglo XX, cuando el economista polaco Oskar Lange se preguntaba cómo hacer viable a la economía socialista. Más aún cuando hay que lidiar con sectores concentrados.
El problema puede ser aún peor. Un control de precios debería cumplir con el principio de representatividad del sector que se desea vigilar.
Resulta al menos curioso que el Gobierno nacional haya informado que la campaña Mirar para Cuidar comenzó "en supermercados de todo el país" . Las diez cadenas que se sumaron representan sólo 1 de cada 3 bocas de expendio de artículos de primera necesidad (alimentos no perecederos, bebidas, cosmética y limpieza). Es decir, desde un inicio el control se planteó como cazar en el zoológico.