El neuromárketing es responsable, por ejemplo, de que aunque sepamos que un vino tiene mayor calidad que otro prefiramos este último, o que ante el mismo vino con distintos precios prefiramos el más caro, que elijamos el mismo vino que nuestro acompañante de mesa o barra, o que nos decantemos por determinadas marcas de vinos o regiones vinícolas de manera automática ante la elección de compra en un establecimiento.