La escritoria María Correa Luna es tataranieta de Eduardo Ladislao Holmberg, uno de los primeros directores del Jardín Zoológico porteño, personaje en el que se inspiró para esta novela de ritmo vertiginoso y mucha intriga.
"Siempre escribí desde chica pero nunca pensé en publicar nada. Fue en una cena familiar que me atrapó una conversación y me vi escribiendo una saga, de la cual esta novela es el primer volumen", dice la autora en diálogo con Télam.
El tema central de esa charla, comenta Correa Luna (Buenos Aires, 1977), "era acerca de Holmberg, que como responsable del trazado del zoo porteño pidió que se grabara -en el recinto donde estaban los elefantes y que tiene un diseño muy zen- unos textos vedas que nadie pudo descifrar".
"Ese diálogo sobre el bisabuelo de mi papá hizo que comience a hilar situaciones para la novela que tiene todos los condimentos que a mí me gustan: crímenes, investigaciones e historia", desliza.
La trama gira en torno a la vida de la criminóloga Ana Beltrán que en dos días pierde a los dos amores de su vida: su padre, el magnate de los medios Emerio Beltrán dueño de una cadena de televisión, diarios y revistas de la editorial Centauro; y su ex novio Máximo Zaldívar.
Ambas muertes fueron idénticas, ambos ahorcados con la boca cocida, por lo que la investigación tiene el sello de un mensaje mafioso.
"Una vez que comencé a escribir, mi mente se disparó y no paraba de teclear -relata-, a pesar de tener a mi hijo de dos años colgado del cuello todo el día pude escribir esta historia", que acaba de ser publicada por la editorial Penguin Random House.