En Mendoza los consumidores buscan y comparan cada envase y su precio, para pelearle a la inflación.
Algunos lo llaman "reduflación", esto es, reducir en envase de los productos pero no su precio. Para el marketing es una variante del "downsizing", ni más ni menos que achicar para abaratar costos. Lo cierto es que es una tendencia que renace con cada crisis de inflación, y ya está viéndose en alimentos, limpieza y golosinas a la venta en Mendoza.
No es algo nuevo. Pasó en 2001, cuando desaparecieron las botellas de aceite de 1 litro neto para "reconvertirse" en envases con 10% menos capacidad: así nos acostumbramos al aceite por 900 cc.
Ahora, en pleno 2023, resurge la modalidad a la cual muchas alimenticias echan mano para optimizar sus ganancias sin que "se note" la inflación. Porque, lejos de lo que sería lógico, implica que los clientes paguen lo mismo, llevándose menos.
En puntos de venta, sean almacenes y maxikioscos o súper e hipermercados se nota el cambio, que no está limitado a cierto tipo de artículos.
Lo cierto es que sin bien el downsizing conlleva achicar envases y precios, eso parece ser letra muerta. La única excepción conocida es la que impulsó hace un tiempo Danone, la multinacional francesa de lácteos propietaria de La Serenísima y del agua mineral Villavicencio en Mendoza, con su iniciativa Mini Precios.
Eso incluyó porciones más chicas de sus yogures Ser y Yogurísimo, y postres Danonino. Junto a la reducción del envase, la estrategia incluyó una rebaja del 9% en el precio por kilo de los tres productos. Hoy esa relación parece haberse disipado.
Está claro que la ecuación tiene que cerrar para las empresas, desde donde no hay referencias explícitas sobre el impacto en la inflación.
"Se viene observando desde hace ya varios años y obedece a tendencias en las costumbres de la población. Como entidad técnica empresarial, nosotros no fijamos pautas de ninguna índole: sólo aconsejamos sobre diversos temas técnicos y ambientales", asevera Jorge Acevedo, gerente del IAE (Instituto Argentino del Envase) conformado por varias empresas proveedoras y productoras-fraccionadoras.
Para Diego Dszkvarka, del centro de Envases y Embalajes del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) a Sitio Andino "existe una tendencia a reducir el peso de los envases, que hoy son más livianos. Antes que otros países, empezó en Argentina por los costos de resinas usadas en botellas PET. Rosca y cuello se mantienen y se reduce el grosor de las paredes al mínimo para que más envases puedan resistir embalaje y transporte".
Además de la clásica Coca Cola, la modalidad aplica a otras bebidas carbonatadas. En Mendoza se venden nuevas latas de 310 cc y 220 cc aunque la relación con el precio no sigue la lógica del downsizing: mientras la más pequeña cuesta entre $110/116 (precio mayorista) y $180 (en kioscos), la de 310 cc oscila entre $165 y $250 al público.
También llegó a otros rubros como el de limpieza e higiene personal. Se ve en formatos más pequeños de champúes y jabón líquido para lavarropas: la reducción va entre el 5% y el 10%, pero, lo dicho, los productos no se abaratan en la relación por kilo para el bolsillo del consumidor o consumidora.
Por ejemplo, luego de su experiencia al "comprimir" los desodorantes Dove y Rexona para ahorrar 30% aluminio y 50% de gas, Unilever sacó al mercado la versión 190 ml de su champú Sedal ($442 en supermercados), pero su precio por litro es hasta 30% superior al de otros envases. E incluso 11% más caro que el de 200 ml de su principal competidora.
Algo parecido pasa con detergentes y jabones. Particularmente, el jabón líquido para lavarropas es otro producto que se redujo: aunque no despareció del todo, al envase original de 3 litros de Ariel la multinacional Procter & Gamble le sumó una variante de 2,7 litros, que en súper e híper de Mendoza puede encontrarse por alrededor de $2.200.
Además de algunas marcas de azúcar como Ledesma, que se "achicaron" a 500 gramos, los conocidos "pouch" de condimentos como la mayonesa también dan testimonio. Hoy están a la venta en tamaños de 237 grs y 475 grs respectivamente.
Hay de todo. "Cada tanto recibimos envases más chicos de distintos productos", comenta el repositor de una sucursal céntrica de Carrefour sobre la metamorfosis de las góndolas en el último tiempo.
Legumbres, granos y cereales son parte de la misma práctica que ya va por un segundo escalón.
Por caso, Cadea, marca productora de lentejas, maíz y avena, entre otros productos, primero redujo los envases de 500 a 400 gramos, y más recientemente avanzó hacia paquetes por 350 y 300 grs.
Tanto en el maíz como en avena, la brecha de precios entre envases también ronda el 10%.
Para Gustavo Suárez, de la Cámara de Almacenes y Kioscos de Mendoza, "es algo general, y últimamente se percibe en snacks y alfajores. Por ejemplo, después de aumentar a principios de mayo, una conocida marca de papas fritas sacó una bolsa de 45 gramos la semana pasada y esta otro envase por 40 grs, ambas al mismo costo. Y con junio llega otra lista de precios".
Basta una recorrida por negocios de barrio y kioscos para comprobar que la estrategia de las empresas productoras, sobre todo en alimentos y golosinas, se extiende cada vez más en el Gran Mendoza de la mano de varias marcas como Arcor y Unilever.
En la lista del menor gramaje o peso aparecen varias marcas de galletitas dulces (pioneras del downsizing) que bajaron de 200 a 160 grs. Además, el puré de papa instantáneo, y conservas enlatadas.
"Existe mucha reducción del tamaño de las porciones, porque el poder adquisitivo del consumidor cambió y las empresas discuten centavos de dólar de costo, que en volumen es un monto significativo. También en costos del transporte, porque lógicamente se logran distribuir más unidades en un solo envío por camión para lo que se trabaja para evitar roturas", asegura Dszkvarka, del INTI.
Una conocida marca de jugos de frutas en formato tetra o cartón multilaminado acaba de lograr el visto bueno del INTI para un envase más liviano. Así, logró sumar una hilera más de productos por pallet "con un ahorro significativo".