En el segundo semestre de 2024, los indicadores socioeconómicos de Argentina registraron mejoras estadísticas significativas en la lucha contra la pobreza, marcando un giro positivo respecto a la primera mitad del año.
El IERAL analiza las causas de la baja estadistica de la pobreza pero advierte que el problema estructural del flagelo en la Argentina no se soluciona
En el segundo semestre de 2024, los indicadores socioeconómicos de Argentina registraron mejoras estadísticas significativas en la lucha contra la pobreza, marcando un giro positivo respecto a la primera mitad del año.
Las estadísticas parecen no concordar con lo que mendocinos y argentinos de otras ciudades vemos en las calles. La sola observación cotidiana muestra que la presencia de cartoneros y personas revolviendo las bolsas de basura y containers se ha vuelto otra vez parte del paisaje urbano como un cuarto de siglo atrás.
De acuerdo con un reciente informe del IERAL de la Fundación Mediterranea, factores como la disminución sostenida de la inflación, la recuperación del nivel de actividad económica y el incremento real de la Asignación Universal por Hijo (AUH) fueron claves para mejorar las estadísticas.
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Según estimaciones del INDEC, la tasa de pobreza descendió al 38,1% y la indigencia al 8,2%, tras haber alcanzado picos del 52,9% y 18,1% respectivamente en el primer semestre del año. Así, el dato estadístico implica que casi 7 millones de personas habrían salido de la pobreza, aunque cerca de 18 millones de argentinos continúan afectados por ella, y 3,9 millones aún se encuentran en situación de indigencia.
Según el IERAL, la mejora en los indicadores sugiere que las medidas implementadas por el Gobierno han tenido un impacto directo sobre el poder adquisitivo de los sectores más vulnerables. La estrategia oficial se centró en la eliminación del déficit fiscal como eje de estabilización económica, junto con una reestructuración de la política social, que incluyó la eliminación de intermediarios en la distribución de programas y un fuerte aumento de la AUH, muy por encima de la inflación.
Pero ¿es realmente así? Las dudas surgen rápidamente al comparar estadística con realidad. Lo primero que hay que decir es que los datos de pobreza surgen de comparar encuestas con los datos duros estadísticos de salarios, y solo en algunos conglomerados urbanos, por lo tanto, la subjetividad de estos se impone sobre la objetividad.
Además, como advierte FIEL, la política del gobierno de aumentar fuertemente la AUH generó una distorsión preocupante: actualmente, el monto percibido por la AUH supera al de la asignación familiar de los trabajadores registrados, lo que podría desincentivar la formalización del empleo (PAL, Ideas para potenciar el impacto de la asignación por hijo, 28/05/2024).
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La pobreza en Argentina continúa siendo un problema estructural. En los últimos diez años, el país ha mantenido un promedio de 35% de pobreza, lo que refleja un entramado socioeconómico complejo y persistente. La indigencia, por su parte, sigue en niveles similares a su media histórica, evidenciando la necesidad de intervenciones profundas y sostenidas.
Entre diciembre de 2023 y diciembre de 2024, la inflación creció un 117,8 %, en tanto que la Canasta Básica Alimentaria (CBA) creció un 86% y la Canasta Básica Total (CBT) un 106,6%. En ese mismo periodo, los sectores más vulnerables —menores y jubilados— tuvieron un tratamiento bien dispar: mientras la AUH creció un 351%, el haber mínimo con bono creció un 105 %.
Este crecimiento desigual refleja el peso de las transferencias monetarias en la mejora de la situación de niños y jóvenes, aunque también expone las limitaciones del enfoque puramente monetario de la pobreza, que no contempla variables como acceso a salud, educación o vivienda digna.
El informe del IERAL destaca que los niños son el grupo más afectado por la pobreza. Un 51,9% de los menores vive en situación de pobreza y un 11,5% en la indigencia, lo que significa que uno de cada diez niños no accede a una alimentación básica. En contraste, los adultos mayores presentan la menor tasa de pobreza (16%), lo que refleja una brecha etaria alarmante: un niño tiene tres veces más probabilidades de ser pobre que un adulto mayor.
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El trabajo sigue siendo el principal sustento de los hogares argentinos, representando el 77,5% de sus ingresos. Sin embargo, la desocupación y la informalidad afectan especialmente a los hogares más pobres, limitando sus posibilidades de mejora.
Para lograr una reducción sostenible de la pobreza, el informe del IERAL señala la necesidad de dinamizar el mercado laboral, con medidas que fomenten la inversión, reduzcan las trabas a la contratación y promuevan el empleo formal. Al mismo tiempo, destaca que la solución no es solo económica, sino también educativa: es indispensable avanzar hacia un modelo educativo orientado al trabajo, con formación técnica y profesional que permita a los jóvenes insertarse eficazmente en el mercado laboral.