En la provincia de Mendoza, la montaña no es sólo paisaje: es cultura, es pertenencia, es historia viva. En sus cerros se escribieron hazañas, se formaron generaciones y se forjó parte de la identidad de una zona que mira al oeste con orgullo. En ese marco, el montañismo no es una moda pasajera, sino un modo de habitar el entorno, de conocerse a uno mismo y de respetar lo que nos trasciende.
Lo sabe bien Juan Pablo Cancela, uruguayo de nacimiento y mendocino por elección. Llegó a la provincia casi por casualidad, pero a la semana ya estaba trabajando en el Parque Aconcagua. Desde entonces, su vida cambió.
“Fue una conexión inmediata con la inmensidad. Sentí esa paz que solo la montaña puede dar”, señaló.
Lejos de ser un caso aislado, su historia refleja un fenómeno creciente: cada vez más personas se acercan a la montaña en busca de bienestar, conexión y desafío personal. Mendoza, con su geografía privilegiada, ofrece un escenario inigualable. Desde los clásicos como el Cerro Arco o la Quebrada del Durazno hasta cumbres formativas como Arenales o Lomas Blancas, la provincia permite iniciarse de forma progresiva en el montañismo.
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Mendoza, un destino clave para iniciarse en el montañismo
Pero no todo es aventura. Para Cancela, fundador del emprendimiento @Urutrek, la montaña también es responsabilidad.
“Cada paso que damos tiene un impacto. Hay que ir preparados, informados y con respeto”, manifestó. Por eso, promueve un acceso consciente y sustentable, basado en principios como “No dejar rastro”, contratar guías habilitados y educar a quienes se suman por primera vez.
La tradición andinista mendocina es profunda. Nombres como Zarlenga, Ibáñez, Mallea o Parra trazaron rutas y dejaron huellas no solo en la roca, sino en la memoria colectiva. Hoy, nuevas generaciones —propias y adoptadas— toman la posta con nuevos desafíos: el cambio climático, el turismo masivo, la sobreexposición en redes sociales y la necesidad urgente de conservar.
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Cómo prepararse para una salida segura a la montaña
“El clima mendocino puede cambiar en minutos. No basta con ver una foto linda en Instagram y salir a caminar. Hay que estudiar, preguntar, equiparse bien y entender que la montaña no se domina, se respeta”, dijo con convicción.
Más allá de los récords, los GPS o las selfies, el montañismo es, en esencia, una escuela de humildad. Cada cerro, cada sendero, cada piedra enseña algo. Y Mendoza, con sus cordones nevados y su gente apasionada, sigue siendo una de las mejores aulas del mundo.
“No te obsesiones con la cumbre. Disfrutá el camino, el proceso, el silencio. La montaña te devuelve lo que das, pero te exige todo con honestidad”, concluyó.