Opinión

Guillermo Carmona, un político distinto

Por Cristian Pérez Barceló

Guillermo Carmona tiene una forma tan incierta como insípida de andar por la función pública; está para la ocasión; no hace ruido, no atrae ni molesta… es como una sombra sin cuerpo. Una especie rara de la política, disponible pa’ lo que gusten mandar. Y así, fuera de todo radar, sigue y seguirá volando bajo sin brillo un poco de tiempo más en algún cargo que el destino, demasiado generoso con él, le depare.

En sus comienzos políticos, era un muchacho que transitaba la sede peronista de vez en cuando, pretendiendo ser de una especie distinta a los azules de Maipú… pero sin generar pasión alguna. Como un juglar enamorado que va al balcón sin animarse a cantar. La verdad es que a los Bermejo no les significó ni siquiera una piedra en el zapato, desde la banca solitaria que les ocupó en el Concejo Deliberante.

Cuando apareció una nueva corriente, que era el kirchnerismo, se anotó, de la mano de Oscar Parrilli, que era el que decía quién podía presentarse ante el líder, cuando este recorría el país. Se alimentó del cobijo de Agustín Rossi, un K tan insípido como él.

Desde entonces, Carmona se animó a aventuras por cuanta derrota anduviera suelta. Sólo pudo colgarse una cucarda cuando dejó sin pena ni gloria el despacho de Secretario de Medio Ambiente de la Gobernación del Celso, para llegar al Congreso Nacional soplado por el Huracán Cristina de 2011, que dejó ingresar al arca del poder hasta Paco Pérez.

En 2015, la Rosada le confió ser representante de La Cámpora para las PASO; pero su desempeño fue un lagrimón: no sacó ni la mitad de los votos que obtuvo Adolfo Bermejo.

Por donde iba, perdía; aunque obstinado como ninguno y sin sentido de pertenencia, viviendo en Maipú fue precandidato a intendente de la Ciudad de Mendoza en la interna peronista del 2019: un paupérrimo 8% volvió a demostrar que este hombre no tiene encanto… electoral.

Hoy, como funcionario nacional para los asuntos de Malvinas, tiene más viajes que logros. Pero se las ingenia para estar…

Con tantas oportunidades que le dio el kirchnerismo, ¿¿podría sorprender a alguien con este viraje reducido a la frase que lanzó hace 10 días?? “No me siento conducido por Cristina”, suena a negación artera cuando todavía no canta el gallo tres veces. “El ingrato, el bien lo escribe en agua, y el mal en piedra”.

Pero para entenderla, hay que saber que la nueva profesión de fe anti K de Carmona, surgió en la visita de Alberto en enero pasado, cuando algunos intendentes decidieron mojarle la oreja a Anabel.

Ese encuentro en la fábrica de cloro, sirvió para que los caciques decidieran lavarle el cerebro a Guillermo y crear el espacio “Avanza Mendoza”, con él a la cabeza; y colocar algunos legisladores de sus distritos para tener fuerza política propia ante el próximo Gobierno mendocino. Y como era de esperar, su aceptación pusilánime fue inmediata.

Carmona sólo tiene chances de hacer un buen papel en el cuarto distrito, no por mérito propio, sino por el peso de los Félix con sus candidatos.

Es que el Gobernador claramente no será él, porque no atrae, no luce y no suma. Al juglar sólo lo acompañan algunos músicos que harán un poco de ruido en la oscura noche del peronismo mendocino.

No esperen de él una campaña, un discurso o una melodía que enamore; basta ver que cuando está sentado en un café, difícilmente esté rodeado de más de dos o tres personas; pasa inadvertido porque es híbrido: fruto de dos especies del peronismo pendular.

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