Los tiempos para las Elecciones 2023 se acortan dramáticamente para los que tienen que tomar decisiones. Si lo sabra Mendoza donde el martes se vence el plazo para inscribir los frentes, partidos y alianzas. Sin embargo a medida que pasan los días las esperanzas del oficialismo (y de Sergio Massa) que la economía mejore antes que los ciudadanos lleguen a las urnas parece desvanecerse también sin retorno.
Por un lado el ingreso no se recupera y la concentración está instalada como signo de estos tiempos. El modelo de acumulación de riqueza por los sectores concentrados se da mediante proceso inflacionarios que no tienen otra caracterización que la voracidad de quedarse con el crecimiento de la economía. Una actitud que está avalada por un programa del FMI que (lo dijimos desde el primer día en estos espacios) es netamente inflacionario.
Según el INDEC -en sus datos de esta semana- mientras la economía creció un 5.2% el año pasado no se traduce en una mejor distribución del ingreso. La causa: tal como lo decíamos la fuerte inflación que degrada mes a mes los salarios que la corren desde atrás.
Así, según el desarrollo del instituto estadístico, el 60 % de los argentinos con alguna ocupación percibía hasta 90.000 pesos entre octubre y diciembre de 2022.
El Indice de Gini (la relación matemática que asigna al 0 el nivel de mayor igualdad y al 1 el de mayor desigualdad) en el cuarto trimestre del 2022 se ubicó en 0,413 puntos igual al ultimo trimestre del 2021 lo que muestra que el Gobierno no puede romper la tendencia sino que por el contrario consolida situaciones de desigualdad.
Si vemos el ingreso per capita de los argentinos cayó un 5 por ciento interanual y apenas está en 58.867 pesos.
Segun el INDEC unos 18 millones de argentinos recibió algún ingreso que en promedio llega a 92.881 pesos. Por otra parte el 10% de los hogares con mayores recursos recibió promedio 218.339 pesos mensuales contra magros 14.498 para el 10% de los hogares integrantes del decil con menos ingresos.
Las previsiones para los meses que viene no parecen auspiciosos. La inflación llegará a los 7 puntos en Marzo y durante abril y mayo será dificil que baje de 6 en un contexto donde el Gobierno no logra poner en caja a los productores de alimentos.
Los números más duros de la economía tampoco fueron buenos en las estadísticas del INDEC.
En febrero la industria manufacturera se redujo 1.2 por ciento respecto al primer mes del año y un 1.4 por ciento respecto a febrero del 2022. La mitad de los sectores del complejo muestran caídas interanuales confirmando algo que ya habíamos adelantado; la economía comienza a mostrar signos de agotamiento, imposible de revertir sino se cambia la política de ingresos en un páis donde el mercado interno representa más del 70 por ciento de su economía.
A la construcción no le fue mejor y se contrajo 2,7% contra enero y un 6,3% respecto a febrero del 2022.
Este es el contexto en el cuál se deberán desarrollar campañas electorales que no solo estarán signadas por situaciones complejas en materia de ingresos, inflación y relaciones economices con el mundo, sino que (como se vio en los últimos días) sumará componentes muy complicados como la seguridad o una guerra mediática de consecuencias impensadas por el nivel de agresividad y perdida total de la ética ya no periodística sino de los preceptos mínimos de las relaciones humanas.
¿Será posible llamar a la cordura y que el debate se desarrolle en términos de lo que necesita el país en medidas y decisiones políticas y económicas y no en torno a las fotos que publica en redes sociales la hija de la Vice Presidenta de la Nación?
La verdad que parece difícil pero como ciudadanos no solo deberíamos guardar la esperanza sino exigir que el debate vaya hacía el sendero de lo que necesitamos saber; ¿Qué quieren hacer con nuestro provincia y con nuestro país?