Después de cuatro años, Cristina Fernández de Kirchner dio una entrevista a un periodista y esta no será la última. Desde otro lugar, el programa emitido ayer por la Televisión Pública y por Radio Nacional en simultáneo, será un ciclo que protagonizará la Presidenta y donde cada sábado al mediodía el entrevistador será rotativo.
La falta de información sobre el nuevo formato de la política de comunicación del Gobierno sorprendió ayer a los espectadores y oyentes que se quedaron con las ganas de saber qué le diría a la presidenta esa piba que corría en zapatillas por los bosques de Ezeiza. La piba era Cristina Fernández joven, quien según contó minutos antes había ido a recibir a Juan Domingo Perón en 1973 y los tiros la obligaron a buscar refugio. Una experiencia muy heavy, recordó. La pregunta fue de Hernán Brienza, el periodista que inauguró el ciclo, y cuya respuesta quedó en el aire. Fue un recurso, dijeron desde el Gobierno a Clarín. Quizás las respuesta se la dé el próximo sábado a otro periodista, explicaron. La idea del programatambién aseguraron- fue de la Presidenta. La trasmisión de ayer en el 7 y en Radio Nacional terminó con el recurso del suspenso o la falta de respuesta y siguió con un acto en Río Gallegos donde la Presidenta inauguró obras, después empalmó con un partido que hacía 23 minutos había comenzado.
Brienza, según contó también a este diario, fue convocado por Presidencia. La entrevista fue grabada el martes en la Residencia de Olivos. El lugar estaba ambientado como un estudio de radio. Por las ventanas y puertas se veían los jardines. Un par de orquídeas sobre unas repisas completaban el decorado. Cristina Fernández había roto mínimamente el luto. La pechera de su camisa tenía pequeños lunares blancos. Unas leggins negras y zapatos de taco chino completaban su atuendo. Maquillada como siempre, uñas largas blanco francés -definiría en el catálogo de colores de una manicura-, anillos, aros y su Rólex. Brienza de traje saco y camisa, sin corbata. La entrevista comenzó prometiendo hablar de actualidad, pero en realidad fue un repaso de la historia de la deuda, del peronismo y de la interpretación presidencial de los diez años del Gobierno.
La Presidenta aunque se negó a hablar del kirchnerismo después dijo que tratar de explicarlo era tan difícil como querer hacerlo con el peronismo. Es la aparición de una generación en una Argentina totalmente dada vuelta, que abreva en el peronismo, pero que incorpora a otros sectores que incluso lo despreciaban y siguen sin gustarle, lo definió. Una etapa de la historia en la que ella y su esposo, Néstor Kirchner, fueron un instrumento. No me siento que puedo manejar la historia, dijo modestamente. También insistió en que hay una construcción mediática que hace creer que el poder es el poder político, pero éste es el que menos tiene poder. Un 40%, estimó. Además, aseguró no creer que la política sea una cuestión de amigo-enemigo porque para ella es un concepto militar.
Sin hablar de la inflación, de la inseguridad, de los resultados de las internas o el futuro del Gobierno, el mano a mano terminó con la enumeración de los beneficios del consumo (un auto, una casa, un empleo, viajar al exterior) y con un suspenso: qué le diría la piba en zapatillas a la Presidenta.