Cada mañana Rosa lleva a Sara en bicicleta al colegio. Minutos después de que su hija entra en la escuela, la mujer de 40 años pasa por el bar de Mauricio, que está pegado a la panadería de la que es propietaria junto con su familia. "Buen día. Cambio, por favor", dice e inicia su jornada, entre trabajo y tragamonedas.