Boca sigue acumulando malas noticias. Tras su escandalosa eliminación de la Copa Libertadores y los conflictos en el vestuario, que derivaron en que todo el plantel pasara la noche en la comisaría, el Gobierno dispuso que la delegación que viajó a Brasil realice un aislamiento por siete días. Esto implica, que ninguno de los jugadores e integrantes del cuerpo técnico profesional que participó de la travesía en el Mineirao podrá estar presente en los partidos frente a Banfield y San Lorenzo, por la segunda y tercera fecha del campeonato local.
Desde el Xeneize pretenden que la Liga Profesional entienda esta situación y postergue dichos encuentros, aunque por el momento las autoridades del torneo parecen mantenerse firmes. De ser así, el conjunto de la Ribera debería afrontar estos encuentros con 10 futbolistas de la reserva que no viajaron a jugar por la Copa y completar la nómina con otros pibes de divisiones aun menores.
Los jugadores de la reserva disponible son: Ramiro García, Eros Mancuso, Baltazar Bernardi, Nahuel Genez, Rodrigo Montes, Gabriel Vega, Vicente Taborda, Ezequiel Almirón, Israel Escalante y Valentín Barco, que debutó el último fin de semana.
Este equipo, que sería dirigido por Sebastián Battaglia, también podría reforzarse con Edwin Cardona, que ya cumplió el aislamiento luego de llegar al país desde Colombia. Además, Russo podría contar con juveniles de la quinta división.
¿Se rompió la burbuja?
Pese a que el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, había confirmado que la burbuja sanitaria no se había roto "en ningún momento" y que la Conmebol emitió una carta en el que se mostraba en la misma sintonía, el Gobierno lo entendió de otra manera y dispuso un aislamiento para el plantel boquense.
Luego de los incidentes que derivaron en ocho integrantes del plantel demorados por la Policía Militar, la delegación de Boca pasó la noche dentro de los micros de traslado, en la puerta de una comisaría, y tras doce horas retorna a Buenos Aires.
Según trascendió, los ocho involucrados, cinco de ellos futbolistas, debieron firmar diferentes papeles asumiendo su responsabilidad en los violentos hechos acontecidos en los pasillos del estadio Mineirao, cuando intentaron llegar al vestuario local, tras recibir cargadas de sus rivales por la derrota en los octavos de final de la Copa Libertadores.
En ese momento, se interpusieron los efectivos de seguridad privada, que se trenzaron a golpes de puño limpios con parte de la delegación del Xeneize.