"Quien no vive para servir, no sirve para vivir"; así entendió ésta célebre frase el venezolano Eduardo Patterson, afincado en Valle de Uco.
"Quien no vive para servir, no sirve para vivir"; así entendió ésta célebre frase el venezolano Eduardo Patterson, afincado en Valle de Uco.
Desde muy temprana edad decidió unirse como "voluntario" cambiando, en forma empática, el dolor en amor y solidaridad; recorrió durante largo tiempo América Latina, para desembarcar en Tupungato y comenzar a trabajar en merenderos y acciones solidarias.
En diálogo con Noticiero Andino, que se emite de lunes a viernes por la señal de CTC y TVA para todo el Valle de Uco, Eduardo comenzaba narrando lo siguiente: "Mi infancia fue muy dolorosa y fuerte ya que al poco tiempo de nacer mi madre biológica decide dejarme en una guardería (Casa de Hogar en Venezuela), allí, lamentablemente, sufrí maltrato por parte de quienes estaban a cargo del lugar. El dolor que sentí desde temprana edad lo transformé a lo largo de mi vida en amor. Al conocer el dolor entiendes ese sentimiento, lo que te provoca empatía; esa palabra mágica que permite percibir pensamientos, sucesos y emociones de los demás basada en el reconocimiento del otro como similar".
"Al poco tiempo de permanecer en ese lugar una maestra decide sacarme de este lugar llevándome a casa de mis tíos, quienes se convierten en "mis padres adoptivos". A los 9 años decido viajar a Estados Unidos para conocer a mi madre biológica y poder entablar contacto con ella, hasta que a los 14 años regreso a Venezuela".
Y continúa: "A los 24 años comienza mi crisis existencial y la falta de pertenencia a una familia, a un hogar hacen que comience a realizar "voluntariados" como misión de vida, brindado todo mi ser para poder darlo todo, ayudando en primera instancia a niños con cáncer y a niños y jóvenes con alguna amputación corporal. Es así cuando siento la capacidad de entender el dolor y transformarlo en alegría y amor. En el año 2017 decido viajar a Panamá y convertirme en productor de eventos, enfocado en la industria automotriz, logrando convertirme en un exitoso empresario; pero todo era superficial y no tenía sentido; algo faltaba. Es así que entiendo que decido recorrer América, como mochilero, realizando voluntariados; llegando sin nada y desde esa nada generar amor, con la simple compañía de una mochila y una cámara fotográfica con la que plasmaba realidades que luego transformaría en historias de vida para contar. Visité Colombia, Uruguay, Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil, Paraguay y Argentina. En Buenos Aires me agarra la pandemia y comienzo a trabajar con gente de la calle. Ésta situación no me permitía trabajar con niños con cáncer, por lo que decido recorrer algunas provincias en moto, llamada "Furia", en honor a Gustavo Cerati". Comenta entre risas.
Luego el destino lo trae a Tupungato donde se hospeda en la finca de Orlando Gottardini comenzando a disfrutar la vida de campo durante varios meses, en ese lapso, cosechando nueces, conoce las realidades que a diario viven los obreros rurales. Luego la familia Aguilar lo conecta con el Merendero "Caritas Felices" y con la Asociación "Enredando" en donde se pone a entera disposición para trabajar y colaborar en todo lo que necesitan.
"En Tupungato encontré un hogar; un lugar que me ha enseñado que la nobleza existe. Mi Misión con éstos merenderos finalizará cuando las condiciones estén dadas para viajar a Chile terminando mi recorrido por todo América"
Enredando cumple aniversario el domingo 25, día que se realizará la Maratón Solidaria con el objetivo de recaudar alimentos y elementos para merenderos del departamento, los que serán distribuidos entre quienes más los necesitan.
La historia de Eduardo es realmente motivadora en varios aspectos. Es entender que "Quien no vive para servir, no sirve para vivir".