Lejos quedó la vara de la Canasta Básica familiar que fijaba una pauta del 100% de recomposición salarial para llegar a $56.400 en febrero del 2022. Si bien luego de una Semana Santa marcada por el paro de actividades la distancia entre la pretensión por parte de Foeva (Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas) y las cámaras se achicó, aún no basta para sellar la paritaria 2021.
Bajo el paragüas de la conciliación obligatoria (vence el miércoles 21), las partes se vieron las caras en 3 ocasiones sin resultado definitivo. Las entidades mejoraron su propuesta del 30%a 45%, mientras que el sindicato se plantó en un 60% que, de volcarse a un acuerdo, significaría salarios unos 3 mil debajo de los $52.578 necesarios para la subsistencia de una familia mendocina: una lectura de por cuenta propia de las empresas, que ya adelantan sumas.
El encuentro del lunes 19 fue el último antes del fin de la conciliación. En los dos últimos meses bastante agua corrió bajo el puente y, como suele ocurrir, el cronograma de pagos "por adentro" y no remunerativos o "por afuera" empiezan a pesar más: Foeva insiste en un porcentaje retroactivo a marzo, y el escalonamiento es la variable empresaria, con diciembre en el horizonte.
Tras algunos encuentros informales o de "mesa chica" entre paritarios de un lado y el otro, la semana inicia con otra vuelta de tuerca. "Si se tratara de llegar a diciembre con el 60% y una cláusula de revisión por inflación podríamos considerarlo", anticipó Miguel Rubio, vocero de Soeva, luego de que desde el Ministerio de Trabajo llegaran "señales" en contra de homologar un porcentaje mayor por el costo que puede significar replicarlo en otras actividades.
Pagos a cuenta ¿y después?
Con el escalonamiento de pagos como factor de conflicto, un caso que pasó desapercibido terminaría por convertirse en antecedente válido. En San Rafael, Cooperativa Sierra Pintada, tras acordar esos términos con su personal, se anticipó a pagar un esquema cercano a lo que planteaba el gremio y así evitar que la tensión del paro afectara la marcha de la cosecha.
Pero esa decisión parece haber ido extendiéndose. Según Guido Álvarez, secretario general de Foeva (Federación de Obreros y Empleados Vitivinícolas) "entre 10 y 15% las empresas en general están liquidando pagosa cuenta de futuros aumentos. En el contexto que atraviesa el país va a ser difícil, pero hoy el piso de aumento es el 60% y lo vamos a defender a morir".
Mientras el sindicato espera, las cámaras dan "luz verde" para que sus asociados, de acuerdo a su espalda financiera y "conciencia social", puedan anticiparse con liquidaciones parciales como colchón. ¿En cuanto quedaría la brecha básicos-canasta de firmarse el acuerdo? A febrero del 2022, plazo de vigencia previsto, puede llegar unos $6 mil.
Obviamente, por una cuestión de escala, las pymes que se pliegan a esa alternativa son las menos. Por el contrario, las más expuestas son las grandes firmas que, como Peñaflor ya empezaron a pagar entre $6 mil y $10 mil: eso significa, según la escala, entre el 23% y 30% del total proyectado.
"La lógica de la paritaria, como en 2020, es dar algunos puntos más que la inflación. Sin minimizar la situación real, hemos tenido una conducta honesta pero cada vez se nos corre más el arco: arrancamos con un inusual 28%, y aunque lo ideal es pagar la canasta resulta imposible llegar al 100%", afirmó Eduardo Senra, representante por la UVA (Unión Vitivinícola Argentina).
A la inversa de la visión gremial, de acuerdo a los cálculos empresarios la última propuesta es un 40% remunerativo + otro 10 no remunerativo, en busca de un promedio "pagable", acorde al amplio universo de la industria vitivinícola.
Entre la pulseada inflacionaria y más medidas de fuerza
Para Senra, "hay que ir sumando puntos para que en 2 o 3 años poder llegar a ese objetivo. Al argumento de que el año pasado se vendió más vino respondemos que fue al mismo precio. Ahora bien; ¿cuándo en la historia argentina cuando un asalariado le ganó a la inflación? Es difícil partir de esa premisa".
Del otro lado, con el ánimo arriba que dejó la repercusión por la huelga de Semana Santa, crece la convicción de otra protesta que, de ser necesaria, pueda torcer esa voluntad. "Si no llegamos a un arreglo, tampoco descartamos otras medidas de fuerza como el paro, que es la única herramienta que llegado el caso tiene el trabajador para hacer valer sus aspiraciones", aseguró Álvarez.
Frente a esa posibilidad, los paritarios de la patronal, que esperan "no llegar a eso nuevamente", miran en retrospectiva. Afirman que el desencadenante trasciende la coyuntura actual, y es consecuencia de "una situación de arrastre de los últimos 9 a 10 años como mínimo".