El próximo domingo 4 de septiembre se desarrollará un hito histórico para nuestra región. Los ciudadanos de Chile volverán a las urnas para finalizar el proceso de reforma constitucional con el llamado Plebiscito de Salida.
El próximo domingo 4 de septiembre se desarrollará un hito histórico para nuestra región. Los ciudadanos de Chile volverán a las urnas para finalizar el proceso de reforma constitucional con el llamado Plebiscito de Salida.
El evento pondrá en manos de los ciudadanos en una votación obligatoria (otro hecho inédito en Chile) la decisión de aprobar o no la nueva Constitución que elaboró la Convención Constituyente nacida del calor de los reclamos sociales que le estallaron en la cara a la dirigencia chilena después de un proceso lento pero constante de movilizaciones estudiantiles a las se fueron sumando otros actores sociales hasta llegar a las masivas movilizaciones que comenzaron en octubre de 2019 que hicieron tambalear el Gobierno de Sebastian Piñera y lo llevaron (pese a su negativa y a la de gran parte de la dirigencia política y empresarial) a convocar a proceso de reforma constitucional.
Por aquellos se acuñó la mejor frase para definir el conflicto de fondo de esas sociedad “No son 30 pesos, son 30 años” en referencia a que la gota que rebalsó el vaso e inició el estallido fue un aumento de 30 pesos en el pasaje del Metro de Santiago.
El proceso comenzó con un plebiscito para decidir si hacía falta redactar una nueva constitución que reemplazara la redactada durante el Gobierno de Augusto Pinochet, la diferencia del Si sobre él No fue aplastante, pero no solo eso fue también aplastante la diferencia en la decisión del pueblo trasandino que no participará el Congreso (o sea la política tradicional) en la redacción del nuevo texto.
El paso siguiente fue la elección de los convencionales. La elección de estos siguió la línea que había votado el pueblo en el referéndum y voto en gran proporción a constituyentes que no respondían a los partidos políticos tradicionales sino a los propuestos por organizaciones del tercer sector, universitarios y pueblos originarios en algunos casos en alianza con partidos políticos más chicos o desprendimientos de los partidos tradicionales.
Las presidenciales continuaron ese proceso ungiendo a Gabriel Boric dirigente menos de 40 años militante del Partido Comunista Chileno y emergente de los primeros movimientos estudiantiles de mediados de la década del 2000.
Ahora Boric se enfrenta como máximo mandatario a llevar adelante el proceso de confirmación o no de la nueva Constitución y desde la política decidir el camino a seguir si no se aprobara la nueva carta magna de la que él es un claro defensor.
El Apruebo o no del texto constitucional más moderno y más inclusivo de derechos ciudadanos del mundo no será una hecho político más en la historia de las instituciones y la política latinoamericana.
La movida ha desatado un debate interesantísimo en la sociedad chilena, pero a su vez ha marcado, en el país vecino, la consolidación del fenómeno de las noticias falsas y el análisis de hechos inexistentes por parte de medios y políticos. No es nuevo, ya había pasado en la campaña que depositó a Boric en la Moneda, pero se ha multiplicado por cientos para este Plebiscito de Salida y parece ser un fenómeno que (al igual que en la Argentina y otros países de Latinoamérica) llegó para quedarse.
El hijo y la nieta del primer presidente de la democracia chilena (Patricio Aylwin) firmaron hace algunas horas un interesante artículo (que vale la pena leer entero) en el sitio de noticias El Mostrador.
Allí José Aylwin Oyarzún y Sara Aylwin De la Maza aseguran que “Quienes escribimos esta columna, padre e hija, representamos dos generaciones. Como es natural, miramos las cosas desde distintas perspectivas.
Con todo coincidimos en que la propuesta constitucional que votaremos en septiembre próximo nos da la posibilidad, no sólo de pensar y de construir un nuevo Chile, sino que sienta las bases para que nuestro país sea más justo, más inclusivo, más solidario, más respetuoso y cuidadoso de las diversidades, de las mujeres, de las disidencias sexuales, de los niños y niñas, de los adultos, de los pueblos y culturas que lo componemos, así como de la naturaleza.
Por cierto esta constitución no constituye el fin del camino, sino por el contrario, un camino a recorrer, un motor y un respiro para seguir generando nuevas ideas, propuestas y preguntas que nos ayuden a convivir en un Chile más justo y amoroso que aquel en que hasta hoy hemos vivido.”
Qué tanto pueda incidir en la construcción política latinoamericana el Apruebo o el No Apruebo es, por ahora, un gran interrogante que se comenzará a develar el próximo domingo.
Más allá de que a lo largo del artículo contestan la campaña de fakenews y rebaten los argumentos del desapruebo, la clave está en el último párrafo que transcribimos, este no es el fin de un camino, sino que el texto constitucional precisamente marca un camino a recorrer.
Auxiliadora Honorato jurista especializada en derecho público y antropóloga, que fuera Diputada del Congreso español y Secretaria de Acción Institucional de Podemos, aseguraba hace unos días en una columna publicada en el sitio del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica que “Ningún otro texto constitucional cabalga la ola de reivindicaciones igualitarias que en los últimos años hemos vivido impulsadas por el movimiento feminista mundial; ninguna otra Constitución ha sido redactada por un órgano paritario.
La superación de las desigualdades por razón de sexo o género son un largo camino que nos implica a todas las personas en nuestro día a día, pero no podemos obviar que la implementación de políticas activas de igualdad ha supuesto un salto cualitativo en las últimas décadas. Era pues imperante que el constitucionalismo acogiera estas reivindicaciones para poder seguir avanzando en sociedades más justas e inclusivas, en las que no haya, de facto, cotos privados para hombres heterosexuales blancos, sino que toda la pluralidad y la diversidad existentes impregnen el hacer y el pensar del Estado.
Esta Constitución persigue la igualdad real y efectiva de las mujeres en el espacio público, lo que podemos entender en la historia del constitucionalismo como la segunda parte del reconocimiento del sufragio femenino en las Constituciones del siglo XX. De poco sirve reconocer el derecho al sufragio pasivo si existe todo un entramado socioeconómico y cultural que te expulsa de la vida política”.
Que tanto pueda incidir en la construcción política latinoamericana el Apruebo o el No Apruebo es, por ahora, un gran interrogante que se comenzará a develar el próximo domingo.
No es lo mismo que América Latina cuente con una constitución muy moderna redactada por un convención mayoritariamente integrada por ciudadanos alejados de la política partidaria y con una cantidad significativa de derechos de tercera generación incorporados al texto constitucional que ese avance significativo no sea aprobado por la mayoría de la ciudadanía y comience un proceso de inestabilidad importante en Chile ya que el No Apruebo será leído inmediatamente por los factores concentrado como una derrota del Presidente.
En apenas un proceso de tres o cuatro años un país como Chile, con una fuerte componente conservador y de derecha en su vida institucional y política, puede transformarse en el país con la constitución más progresista y moderna del mundo a partir de la acción y el clamor de la movilización popular.
Todo un proceso que dará mucho para analizar pero también para mirar significativamente y tomar en cuenta porque la desconexión de la clase política con la sociedad que fue regando lentamente la semilla de la movilización en Chile no es solo un problema de Chile.
Cómo dice el gran relator de box mexicano Salvador Chava Rodríguez “No es lo mismo llamar al león que verlo venir”