Festividad cristiana

Semana Santa: que significa el Sábado de Gloria

El Sábado de Gloria marca el fin de la Cuaresma, aquel período de 46 días que comienza con el miércoles de ceniza y finaliza en el domingo de Resurrección.

El Sábado de Gloria, festividad cristiana previa al Domingo de Pascua, es un día en el que los creyentes conmemoran el tiempo en el que Jesús estuvo en el sepulcro después de su crucifixión. Durante la Semana Santa, los fieles llevan a cabo distintas actividades en cada uno de los días, como misas, procesiones y vía crucis, para expresar su fe y agradecimiento al hijo de Dios.

El Sábado de Gloria marca el fin de la Cuaresma, aquel período de 46 días que comienza con el miércoles de ceniza y finaliza en el domingo de Resurrección. En esta ocasión, los fieles celebran la victoria de la vida sobre la muerte y se recuerda el acto de Jesús: falleció en la cruz para salvar a la humanidad de sus pecados.

Para los católicos, el día cobra mayor importancia con la vigilia pascual, donde se celebra la resurrección de Cristo en los sacramentos y se espera su retorno en gloria. Es el punto culminante del Triduum, la Pascua de la nueva alianza, que marca el paso de Cristo de la muerte a la vida.

Una de las costumbres llevadas a cabo por los fieles de la iglesia en el Sábado de Gloria es el uso del agua. En una celebración originada en la Edad Media, los creyentes acostumbran a mojar su cuerpo. Antiguamente, la iglesia católica disponía de distintas reglas a seguir, en donde se señalaba la imposibilidad de bañarse durante Semana Santa. Al ser un elemento de purificación, el agua debía ser utilizada hasta el Sábado de Gloria. Es así como las personas se mojaban con agua para purificar el alma y lavar los pecados. Además, el día anterior al domingo de Resurrección, las personas acudían a un bautismo colectivo, según publica Ámbito.

Según los textos de la biblia, el Evangelio de Mateo cuenta cómo el cuerpo de Jesús fue depositado en una tumba nueva en el Sábado Santo. Los líderes religiosos exigieron al gobernador romano, Poncio Pilato, una protección especial para el lugar donde descansarían los restos de Jesús, con el objetivo de que nadie profane su cuerpo y fingieran su resurrección.

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