El CEO de Syngenta, la compañía china con fuerte presencia en la Argentina y una de las principales agroexportadoras del país, Antonio Aracre a través de sus redes sociales puso una vez más en agenda la discusión de un fenómeno instalado definitivamente en la Argentina; la Economía Popular.
Aracre que a fin de año deja la empresa y muchos ven (más allá de sus proyectos empresariales) desembarcando en la arena política, se reunió con Fernando El Chino Navarro y parte de su equipo de colaboradores. Según el empresario confesó para desasnarse “de un tema crítico para la Argentina que viene: los más de 5 millones de laburantes de la economía popular que generan 10% de nuestro PBI”.
La economía popular bajo cuyo paraguas se refugian los millones de trabajadores y trabajadoras que fueron quedando fuera del sistema formal de empleo y emprendieron negocios propios o formaron cooperativas de trabajo muchas veces para recuperar las empresas o comercios que los empleaban son hoy como bien señaló el empresario una parte importantísima de la generación del PIB y del sostenimiento de la actividad económica del mercado interno.
También es notable como, a pesar de la importancia que ha adquirido y de que sus representantes y dirigentes tienen un papel importante en el Gobierno, es un sector que es permanente postergado en la toma de decisiones y discusiones de la economía en un Ejecutivo que siempre sienta a la mesa a los mismos actores concentrados de todos los ámbitos.
La aparición de Aracre junto al Chino Navarro y parte de su equipo y el reconocimiento por parte del empresario de la relevancia como actor de la economía del sector no es un dato menor en un escenario donde todos los gestos tienen una repercusión extra.
Los datos oficiales muestran la cantidad de trabajadores y trabajadoras de la EP un poco por debajo de la cifra que tuiteó Aracre, pero el número oficial tiene ya varios meses. Lo cierto es que en nueve de las 24 provincias del país son más las personas que realizan actividades bajo este esquema laboral que los empleados registrados en el sector privado según los datos oficiales de los ministerios de Trabajo y de Desarrollo Social.
Formosa, Santiago del Estero, Chaco, Jujuy, Salta, Misiones, Catamarca, Tucumán y La Rioja tienen mayor número de habitantes que viven y desarrollan sus labores en actividades encuadradas en la economía popular que aquellos registrados en el sector privado.
Según los informes del Renatep (Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular ) casi el 40 por ciento de los ciudadanos activos se enrolan en algún trabajo o empleo de la EP. Sin embargo, el número puede ser mayor ya que en el Renatep solo están registrados quienes se anotan voluntariamente para obtener algún tipo de beneficios o acompañamiento para sus emprendimientos.
El fenómeno de la Economía Popular, bautizada como emprendedurismo por la derecha vernácula, es la salida que encontraron millones de argentinos y argentinas en la crisis de los 90 consolidada en los comienzos del 2000 y que hoy se ha transformado en una variable fundamental de la economía que la academia y los funcionarios aún no comprenden y hasta quizás no entiendan.
Estimaciones de distintas fuentes e investigadores sitúan en casi ocho de los 21 millones de argentinos encuadrados en la población económicamente activa que se desempeña en ese circuito económico paralelo con saberes populares que deben ser puestos en valor.
Prueba de ello es que en esas nueve provincias del Noroeste y Nordeste argentino se registró el mayor número de personas, de entre 18 y 65 años, inscripta en el Renatep.En el total país, casi el 11% (10,8%) de los trabajadores de entre 18 y 65 años están anotados en el registro oficial de la economía popular.
En las ramas de actividad prevalecen quienes desarrollan tareas de limpieza, en talleres mecánicos, peluquerías, comedores barriales, los promotores de la salud, informáticos, cuidadores de personas y lustrabotas y un sinfín de oficios.
"Para reconocer ese saber popular primero hay que formalizarlo", explicó a TELAM hace pocos meses Sonia Lombardo, directora del Registro Nacional de Efectores Sociales del Ministerio, y aseguraba que "Está claro que no se puede vivir de la feria y que hay que lograr que esta economía llegue al mercado de barrio y al supermercado".
El comercio popular, las ferias y el trabajo en el espacio público son patas centrales de esta economía informal, con fuerte arraigo en los barrios más organizados.
Según el portal Economía Solidaria, existen en el país "nada menos que casi 30 millones de personas asociadas a cooperativas y mutuales, las que conforman un espacio económico social y solidario que genera miles de puestos de trabajo con empresas líderes".
"Muchas de estas organizaciones superan los 150 años y, en su conjunto conforman una realidad capaz de generar servicios de calidad en pequeñas localidades, donde la rentabilidad no es atractiva para grandes empresas".
Como recalca muy a menudo el Ingeniero Enrique Mario Martínez, ex titular del INTI, y defensor y difusor apasionado de la economía popular es necesario y hasta obligatorio que estos sectores comiencen a sentarse en las mesas de decisión y negociación si lo que pretendemos es cambiar la historia de la concentración sin derrame en nuestra Argentina.