Una anciana falleció de un paro cardíaco producto del miedo que le ocasionó la presencia de los maleantes en su vivienda, quienes pretendían apoderarse de sus ahorros.
Una anciana murió de un paro cardíaco producto del susto que le ocasionó la presencia de los maleantes en su vivienda, quienes pretendían apoderarse de sus ahorros y al final huyeron sin llevarse nada, dejándola atada de pies y manos a una silla, en el barrio porteño de Floresta.
La jubilada, de 87 años, identificada como Celia Morla, fue hallada muerta en su casa, ubicada en pasaje Beyrouth 4923, el último domingo. Era una mujer muy amable y amorosa. Siempre estaba adentro de su casa y sólo salía a comprar al supermercado e iba a la iglesia.
Desde hace dos años, la víctima vivía sola luego del fallecimiento de su esposo, con quien se casó a sus 60 años, y no tenía hijos. Ella contrajo matrimonio de muy grande porque era única hija y cuidó durante mucho tiempo a su mamá. Le pidió adoptar hijos a su marido, pero él no quiso. Siempre se lo lamento, reflejó Rosa, su vecina, quien mantenía una estrecha relación con la abuela.
El hecho, que trascendió ayer, tuvo lugar en las primeras horas del último sábado, cuando un grupo de maleantes irrumpió en la propiedad, sin forzar la puerta, al parecer con el consentimiento de la misma abuela.
El fin de los indeseados sujetos consistía en alzarse con el dinero ahorrado en el inmueble, del cual aquellos tenían conocimiento. Al respecto, vecinos de la víctima lo vincularon a que era muy confiada. Yo siempre le decía que no haga pasar a nadie porque acá venían muchas veces a ofrecer algo, informó Elsa a Crónica.
Justamente, en los últimos días, ella dejó pasar a un jardinero que le cortó el pasto del jardín por 800 pesos. Una locura, reveló otra residente de la cuadra, Carla. En este sentido, los allegados a la jubilada apuntan en cuanto a la responsabilidad del homicidio a este hombre porque alguno la batió. Nunca nos habíamos encontrado con una situación así, agregó la joven.
En tanto, fuentes policiales precisaron que en la vivienda encontraron una suma de 11.000 pesos, escondida entre las prendas, así como también las joyas de valor de Morla. Por lo tanto, los aberrantes sujetos escaparon del domicilio sin botín.
Horas después una sobrina de Celia comenzó a preocuparse ante los sucesivos llamados telefónicos que realizaba, sin obtener respuesta de su tía. Entonces el domingo al mediodía, acudió al lugar y halló la puerta y la ventana abiertas. Entonces, ingresó al interior y descubrió el panorama más horrible, la anciana estaba atada del cuello con un pañuelo verde y en las piernas con medias de nylon a las patas de una silla. Murió de un paro cardíaco producto de un susto.