El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad lanzó la campaña nacional "Cuidar en Igualdad" con el objetivo de reconocer a los cuidados como una necesidad, un derecho y un trabajo.
El Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad lanzó la campaña nacional "Cuidar en Igualdad" con el objetivo de reconocer a los cuidados como una necesidad, un derecho y un trabajo.
"La realidad es que las mujeres dedican en promedio 6 horas en Argentina a hacer tareas de cuidado no remunerado. Las mujeres lavan, planchan, llevan a los chicos a la escuela, llevan a los adultos mayores al médico", dijo en Noticiero Andino, la directora Nacional de Políticas de Cuidado, Lucía Cirmi. Y agregó:
Los hombres solo dedican dos horas a las tareas de cuidado y la mitad de los hombres no dedica un minuto a estas tareas
Los trabajos de cuidado son las actividades básicas que hacemos para vivir como: hacer las compras, cocinar, la limpieza del hogar (barrer, planchar, ordenar, hacer la cama, entre otras), cuidar de otras personas, coordinar horarios y traslados (médico, escuela, cumpleaños, actividades extraescolares, apoyo escolar) y hacer tareas comunitarias y otras tareas en el barrio.
Una de las preguntas habituales es: ¿quiénes participan de la organización social del cuidado? Para este tema, desde la Dirección explicaron que intervienen varios actores. Por un lado las personas que necesitan cuidados (niños, enfermos, adultos mayores); y por otro lado las personas que realizan las tareas de cuidado (mamá, papá, hermano, hermana, tía, tío, abuela, abuelo, vecinas, vecinos, entre otros).
Además, intervienen otras personas como las que proveen cuidados en instituciones (cocinera, cocinero, trabajadores y trabajadoras del sistema de salud, personal de limpieza) y trabajadores de casas particulares.
Históricamente, las tareas de cuidado han recaído sobre las mujeres y las personas LGBTI+. Esto implica que al realizar tareas de cuidado, ocupan mayor parte de su día en esas actividades y, por lo tanto, tienen menos tiempo libre y de descanso, para desarrollarse profesional y laboralmente, menos acceso al mercado de trabajo, menos posibilidades de tener salarios equivalentes al de los varones (brecha salarial) y mayores tasas de desempleo e informalidad.
Tienen menos tiempo para participar en actividades políticas, más probabilidad de caer en la pobreza y menores posibilidades de salir de situaciones de violencia por falta de autonomía económica.