Un siglo, 25 años bisiestos, diez cambios de década, cinco hijos, tres nietos, dos bisnietos. Así es un resumen en números de la vida de donFélix Ana, que el 12 de julio cumplió cien años. Pero hay mucho más para decir de este hombre gracioso y cálido que recibió a Sitio Andino en su casa de Medrano, ubicada a apenas unos metros del límite entre Rivadavia y Junín (él es de Rivadavia).
Aunque dice que "son tantos años" y se ha olvidado de algunas cosas, su memoria nos permite hacer un recorrido por una vida que refleja también la evolución de Mendoza. En una larga charla, café mediante -uno de sus pocos vicios, confiesa- repasa su infancia, su adolescencia, su edad adulta y su presente.
Y en ese repaso nos cuenta cuáles son los hechos que más lo impactaron en su vida: el asesinato de Lencinas (ocurrido cuando Félix tenía apenas ocho años, en 1.929), la lucha por el reconocimiento del aguinaldo, el primer camión sin cabina con el que transportaba petróleo y pudo conocer muchos lugares, su trabajo en "El Fifi" un colectivo de línea que hacía el recorrido de Medrano-Mendoza, su afiliación al peronismo, la asistencia perfecta a cada elección que hubo y la advertencia (que nadie le cree) de que este año no irá porque no puede ir solo.
Las anécdotas de don Félix son riquísimas y ejemplo de trabajo, sobre todo. A los once años ya no tenía ni mamá ni papá y él y su hermano terminaron viviendo con un tío. Trabajó como tonelero (un trabajo que a él no le gustó nunca) por transferencia del oficio de su padre español. Luego trabajó en la viña, en la finca Tonelli y la bodega Carlos González. En el medio hubo muchos más.
Pero a los 19 años dejó el trabajo del campo y se subió a un camión, que no tenía cabina y se la construyeron él y su tío. Así comenzó el trabajo de conductor. Transportaba petróleo de un departamento a otro y a otras provincias. "¡Qué manera de viajar, conocí tantos lugares!", recuerda.
Después de unos años arriba de ese vehículo, pasó a otro: el emblemático "Fifi", un colectivo de línea que unía el Este con la Ciudad de Mendoza. Arriba de ese micro pasó muchos años y anécdotas.
Según recuerda, fue Guido Badaloni, a quien conoció en Medrano, quien le ofreció ese trabajo. Y rememora el crecimiento de la empresa, que hoy es Andesmar, casi como un paralelismo del cambio que vivió la provincia. "Don Guido era un italiano que se instaló en Mendoza, a él lo conocí en Medrano. Empezó con un camión y logró tener una gran empresa. Era un hombre muy agradable, muy trabajador", cuenta.
Félix recuerda como años "de luchas muy difíciles" aquellos en los que tuvieron que pelear para que el aguinaldo que fue aprobado durante el gobierno de Juan Domingo Perón les fuese pagado. Y confiesa también como esos cambios que se introdujeron, significaron un cambio en la vida de sus contemporáneos.
Y fue tal el compromiso por ese cambio que hasta tuvo la oportunidad de ser diputado provincial, pero él se negó por no tener los "estudios suficientes".
"Soy peronista y cada vez más", dice entre risas y asegura que siempre fue a votar pero este año no lo hará. "No voy a ir porque me tienen que llevar", dice; pero desde su entorno aseguran que esa promesa no se cumplirá y cuentan que en cada elección a él le gusta estar a las 8 en punto.
Actualmente Félix pasa sus días entre libros, cartas y café. Se reconoce como un lector empedernido y está leyendo por cuarta vez "La Odisea". "Leo de todo: libros, revistas. Me gustan muchos las novelas, para mi cumpleaños una vecina me regaló cuatro libros", cuenta.
Además, disfruta de sus caminatas de mediodía, su juego a las cartas por las noche, la charla diaria con su hijo que vive en Neuquén, que lo llama a las 23 en punto; y las visitas de sus amigos del barrio -que no superan los diez años- con los que se divierte charlando.
Para sus cien años le regalaron una hermosa reunión familiar, y hasta el intendente Miguel Ronco fue a desayunar con él, le entregó una placa de honor que Félix exhibe orgulloso en le living de su casa.
El intendente Miguel Ronco junto a don Félix.
Se casó a los 25 años, con Teresa, rompiendo su promesa de no hacerlo antes de los 30. "Y bueno, me enamoré", se ríe. Con ella tuvo cinco hijos: Raúl, Rubén, Daniel, Gladys y Juana, que falleció a los 8 años. Enviudó hace 23 años, después de que su esposa transitara por una larga enfermedad.
Con su familia se junta todos los domingo y come asado. Sus años de pescador y futbolista de Tres Acequias quedaron en el pasado, pero mantiene viva la pasión y lo refleja contando y mostrando las fotos de aquella época gloriosa cuando el club de sus amores era apenas un descampado.