El primer finalista de la Eurocopa se resolvió en el histórico clásico protagonizado por España e Italia en el mítico estadio de Wembley. Se trató de un duelo que enfrentó al recambio de Luis Enrique con la jerarquía de Roberto Mancini. Y la primera amenaza la provocó la Azzurra con una intervención de Nicolo Barella que rebotó contra el poste izquierdo de Unai Simón, aunque todo fue anulado por una clara posición adelantada.
La respuesta de La Furia no tardó en llegar. A través de Dani Olmo y Ferran Torres, La Roja se fue adueñando del pleito para conquistar la posición de la pelota y el dominio territorial. Sin embargo, una apresurada salida del arquero del Athletic de Bilbao que dejó al desnudo a su arco pudo provocar el tanto italiano, pero la falta de lucidez de Ciro Immobile en la resolución de la jugada evitó la conquista del tetracampeón del mundo.
Después de un período de estudio mutuo, Dani Olmo generó la acción que hizo lucir a Gianluigi Donnarumma. Tras una acción colectiva que se ensució por algunos rebotes, el atacante del Leipzig fusiló al reemplazante de Gianluigi Buffon y el arquero desactivó el peligro con una maniobra extraordinaria. El choque estaba cerrado en el marcador, pero abierto en ocasiones de riesgo.
Antes del descanso, Lorenzo Insigne se asoció con Emerson para desarticular a la defensa ibérica y generar el último suspiro de la primera etapa. Sólo porque el remate del lateral se estrelló contra el ángulo el encuentro continuó igualado. En el Reino Unido, los goles se hicieron esperar.
El complemento se reanudó con la participación de Mikel Oyarzabal como principal organizador del ataque español por el sector derecho. La figura de la Real Sociedad se juntó con Dani Olmo para que el joven enviara un centro punzante que despejó Giovanni Di Lorenzo con autoridad. También combinó su talento con Sergio Busquets, quien de media distancia probó con un disparo que se fue a centímetros del caño de Donnarumma. Y los de Mancini intentaron contrarrestar a La Furia con los remates de Federico Chiesa que hicieron trabajar a Unai Simón. En el partido táctico, todo indicaba que el que hacía el primer tanto se iba a quedar con la victoria.
Justamente fue la estrella de la Juventus el que consiguió quebrar la paridad en un contragolpe perfecto que comenzó por la rápida salida de su arquero. En tres toques, Italia concretó una transición de defensa a ataque de 13 segundos para que Chiesa se saque de encima a un hombre con un exquisito amague y defina hacia el palo más lejano de Unai Simón. Golazo.
La superioridad italiana se extendió por varios minutos, pero como el elenco de Mancini no consiguió liquidar la serie, España reaccionó en el final y llegó al empate a través de Álvaro Morata. El delantero que tantas críticas había recibido durante toda la competición, ingresó en reemplazo de Ferran Torres y selló el 1 a 1 para llevar la definición al tiempo suplementario.
Todo hubiera cambiado si el alemán Felix Brych no hubiese interpretado como casual una clara mano de Giorgio Chiellini en el minuto 90. La señal del árbitro fue clara y evitó los reclamos españoles. Tampoco intervino el VAR. El boleto a la final debió resolverse en el alargue.
Los de Luis Enrique quisieron evitar los penales desde que se reinició el choque en la capital inglesa. Mediante la potencia de Morata y el entusiasmo de Gerard Moreno, el tricampeón europeo arrinconó a la Azzurra contra el arco de Donnarumma, pero el sacrificio de la última línea italiana llevó a que en los primeros 15 suplementarios el empate se mantuviera en el marcador.
En el final, el grito de gol de Domenico Berardi que fue ahogado por una clara posición adelantada elevó la carga emotiva del espectáculo. En la semifinal de la Euro no hubo Catenaccio ni Fútbol Total. Las nuevas generaciones disputaron un partido táctico que se resolvió por penales.