Gustavo Salinas fue -durante años- el Jefe de Prensa del Club Godoy Cruz Antonio Tomba y fue desvinculado el año pasado.
Gustavo Salinas fue -durante años- el Jefe de Prensa del Club Godoy Cruz Antonio Tomba y fue desvinculado el año pasado.
Ante la muerte de Santiago García, Salinas dejó este testimonio especial para Sitio Andino:
"Ahí está: las manos en jarra en la puerta del área, la carrera es corta pero precisa, la pelota se va por encima del travesaño, no lo toca, todos ríen y él -haciendo una mueca divertida- le entrega sus botines al pibe de la séptima que ya los tiene fusilados y se marcha descalzo.
Ahí está: viene con un televisor grande para el vestuario de la reserva. "Los pibes se bancaron a este negro con cara de or... todos los días, ellos se lo ganaron" tira entre broma y broma mientras acomoda el pequeño lujo. Así fue Santiago Damián, el tipo humilde del Complejo Habitacional América, compañero solidario como pocos.
Los flashes le apuntan a la cara; él sube y baja las persianas como encandilado, responde con firmeza y sin pelos en la lengua. Es frontal y parece no temerle a nada. Se muestra igual de fuerte adentro como afuera de la cancha.
Todos los ojos están en su espalda. El penal clave se define en sus pies y él -con su tranco de gala- se mofa del portero y la pone en la otra punta. Así fue el Morro García, un artillero letal al que las hinchadas rivales insultaban en los 90 minutos pero a la salida lo esperaban para la foto en las redes.
Santiago Damián compartió con sus compañeros el día a día de una profesión que por fuera se ve rosa, pero de adentro tiene otro color. Sufrió como todos los humanos, tuvo desamores, se alegró por las cosas sencillas, compartió los momentos con sus queridos y extrañó a los que la distancia aleja. Fue humano, uno más como vos que llora y se ríe.
El Morro parece inmutable. La tribuna lo insulta, le dicen todo tipo de burradas; él sonríe, les marca el gol y ni los mira. Parece de hierro, siempre dispuesto a la foto en el aeropuerto a las 5 de la mañana, a las 10 en el entrenamiento o a las 18 en el Día del Niño en el club. Siempre listo y nunca malhumorado, el Morro entendía a la perfección su papel en el juego.
Pero un día, esas dos personas en el mismo cuerpo no pudieron convivir más. Santiago Damián no logró seguir sosteniendo ese personaje de apariencia invencible que él mismo creó a fuerza de talento, calidad, sacrificio y trabajo.
Sólo, en el área más cruel y despiadada no logró esquivar a un rival tan ajeno como propio que se llevó al ídolo a jugar a un equipo donde valoran a todos por igual; donde valés por lo que sos y no por lo que generás; donde te miden por tus acciones en la vida; y allí el Morro va a volver a sacar ventaja porque sin dudas fue el más humanos de los héroes.
Santiago Damián fue generoso, carismático y buen líder para los suyos, no para el negocio.
Santiago Damián es eterno, vive en el corazón de los que gritaron sus goles, en las miles de sonrisas que le sacó a los niños que lo conocieron y en el abrazo apretado que aún se siente en el cuerpo".

