El jugo concentrado de uva, nuestra oportunidad para el año 2012
Hace pocos días, el gobernador Francisco Paco Pérez firmó junto con los gobernadores de San Juan, José Luis Gioja y de la Rioja, Luis Beder Herrera, dos convenios que reforzarán la política vitivinícola regional. Con estas rúbricas se fijó que el cupo de elaboración del mosto al 30% como porcentaje mínimo del total de uva ingresada a bodega y se selló el compromiso de destinar recursos para incentivar la elaboración del jugo de uva.
Según las primeras estimaciones del INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura), esta cosecha será de prácticamente 26 millones de quintales (un 10% menos que la producción de 2011). Sobre este total, en Mendoza, vamos a tener aproximadamente 18 millones de quintales, lo que significa, un 5% menos que la producción de 2011 y en San Juan, 6 millones de quintales, prácticamente un 23% menos que el año anterior.
Es cierto que tenemos una menor producción, pero esta menor producción, no es lineal en cuanto a los tipos de uva, sobre todo en Mendoza. Va a haber una disminución, pero se verá compensada por la recuperación de la zona de uva fina del Valle de Uco, donde las heladas que se produjeron en 2011 afectaron considerablemente la cosecha. Ahora, recuperada dicha zona, ese incremento, ese crecimiento, compensa un poco la caída que observamos en la variedad de uvas criollas que son las de menor calidad enológica, pero de alta calidad de concentración de azúcar, lo que nos permite destinar esas uvas a la producción de mosto.
Destinar como mínimo el 30% de las uvas para la producción de mosto es una medida técnica que se desprende, entre otras cosas, del análisis de los mercados internacionales donde actualmente tenemos muy buenas perspectivas en función de nuestro principal competidor, el jugo concentrado de manzana. Ante estos estudios podemos concluir que hay altas probabilidades de colocar en ellos, al menos 220 mil toneladas de jugo concentrado de uvas.
Otro factor que influye en el incentivo a la producción del mosto, además de esta gran posibilidad de venta, es el importante incremento que ha tenido su precio con respecto a lo que es el valor del galón del jugo concentrado de manzana. Ante este panorama, vemos por un lado, una menor cosecha y una exportación de mosto con muy buenas perspectivas mundiales. Por el otro, el análisis de los stocks vínicos, demuestra que hasta la próxima liberación tendremos 7 meses de stock. La distribución es de 12 meses de vino blanco y 6 de vino tinto. Además, mensualmente la proporción de venta del vino tinto es de 75% sobre el 25% del vino blanco, situación que no se refleja en los viñedos porque la realidad es que tenemos un 45% de uvas tintas y el resto de rosadas y blancas.
Viendo el panorama de la cosecha y las posibilidades de colocación de vinos en el mercado interno, el vino de exportación y la venta de mosto, analizamos que para mantener la situación actual deberíamos, por lo menos elaborar, 6 millones de hectólitros de mosto, que prácticamente son 7,5 millones de quintales.
Hoy estamos ante una cosecha de prácticamente 25,8 millones de quintales, casi 26 millones de quintales. Sobre este total necesitaríamos por lo menos destinar, en forma real 30% de uva a mosto. Esos 6 millones de hectólitros significan unas 170 mil toneladas de mosto para exportar, cantidad va a tener mercado y un buen precio. Situación que no se nos presenta con el vino blanco escurrido, que viene perdiendo espacios desde hace muchos años.
En el año 2007, 2008, por tener precios competitivos, se pudo colocar el blanco escurrido muy fácilmente en Rusia, donde se elaboraba una base de champagne de bajo grado. Fue así como pudimos sacar todo nuestro excedente vía ese tipo de exportaciones. Hoy ese tipo de mercado está cerrado, quedó fuera de competitividad.
Es decir, en lugar de realizar el blanco escurrido, ahora se hace un vino tinto criollo, que es elaborado con uvas criollas y cerezas sobre las borras, lo que es típico de la producción de vinos tintos, no de blancos y luego lo refermentan sobre orujos de vino tinto.
Esta elaboración arroja como producto un vino tinto criollo, que es de muy baja calidad enológica. Además, este vino es mezclado con otro gran problema que tenemos en la vitivinicultura: la uva de variedad Aspirant Bouchet, que sirve para pintar vinos, porque es de altísima concentración de color.
Hoy tenemos, como valor alternativo, $1,40 para el litro de mosto. Mientras que este vino, de baja calidad enológica es vendido por los bodegueros entre $1,60 y $1,70, o sea que ganarían 20 centavos más por elaborar este vino que por elaborar mosto.
Cada vez hay más stock de este vino. Esto realmente es un problema porque si bien en un primer momento, en 2010, hacer este tipo de vinos fue una muy buena oportunidad, porque no había vino tinto y los stock de tintos estaban muy acotados; hoy prácticamente los meses de stock que quedan de vino tinto, son de estos de muy baja calidad. Esto hace que ese valor de venta de $1,70 que posee actualmente no se pueda mantener en el tiempo y estimamos que bajará y llegará a un valor que será inferior al $1,40, que hoy tenemos como posibilidad del mosto sulfitado.
El operativo de compra de uva de la provincia va a variar porque no sólo elaboraremos el mosto que corresponde por la uva que compramos, sino que también integraremos a los productores con su uva a esta elaboración que hace la Provincia. Este proceso se va a desarrollar en las mismas condiciones que se establezcan para las bodegas y, a su vez, van a vender su elaboración en las mismas condiciones que nosotros, mejorando así la rentabilidad de los productores.
Es necesario dejar de elaborar estos vinos tintos de baja calidad, que cada vez van a perder más mercados. No podemos seguir castigando al consumidor con vinos de estas características y brindar ningún tipo de apoyo para estas actividades especulativas. La salida para este tipo de uvas es el mosto sulfitado. Ni más, ni menos.