música

Cemento: el último gran semillero de la cultura rockera argentina

Apareció en el momento exacto y fue el espacio donde los músicos aprendieron a dar sus primeros pasos.

Por Sección Espectáculos

Cemento fue la cuna de una etapa clave de la historia del rock argentino. Apareció en el momento exacto y fue el espacio donde los músicos aprendieron a dar sus primeros pasos; incluso fue el lugar donde los rockeros, en muchísimos casos, comenzaron su carrera recibiendo dinero por entradas vendidas. Sin dudas la propuesta de Omar Chabán fue fundamental. Él instruyó minuciosamente a los músicos y les permitió crear sin tapujo.

Dar oportunidad a los jóvenes dentro del ámbito de la cultura no fue menor: rockeros que trabajaban de lo que pintaba para susbsistir, músicos que fueron plomeros, cadetes, mozos, lavacopas y cafeteros que se las ingeniaban para tocar por las noches, sin importar que a las ocho de la mañana tuvieran que estar firme en los laburos de turno.

También es necesario decir que Cemento acompañó varias "tormentas" dentro del contexto social de nuestro país. Nació a mitad de los '80, fue testigo en los últimos años de la presidencia de Raúl Alfonsín, y traspasó épocas de hiperinflación. Asimismo, los jóvenes de los '90 asimilaron la crisis económica de la mano del menemato. En esa misma década, Cemento también ofreció posibilidades a los jóvenes del rock e impulsó a la ilusión dentro de una realidad que tendía a la deseperanza. El último tramo del local de Omar Chabán fue acompañado por la crisis política y la desigualdad social, en donde la corrupción y el desborde emocional quedaron expuestos ante todos (194 muertos en República Cromañón trajo como consecuencia el cierre definitivo del boliche del barrio de Montserrat).

Cemento, como espacio, fue un lugar extraño. Un antro del underground local, que albergó a tres generaciones. Es que lo subterráneo siempre tuvo un paralelismo con lo oscuro y lo deprimente a nivel visual. Nunca fue cómodo el ámbito del under, ni aquí ni en ningún otro país del mundo. Probablemente responda a una imposición del rock desde sus orígenes, que consiste en que para llegar hay que "hacerse de abajo". El under siempre fue y sigue siendo el derecho de piso. Quienes atraviesan esa etapa y salen aireosos, son los que están preparados para jugar en la liga mayor del rock.

Cuando escribí mi reciente libro, Yo toqué en Cemento, entendí que no sólo para mí fue importante el recinto de Chabán. Primero como público y luego como periodista, a medida que entrevistaba a los rockeros que que tocaron allí, me sentí identificado con sus pensamientos, recuerdos y análisis de lo que significó ese lugar emblemático de la escena. Quienes entramos a Cemento infinidad de veces, siempre experimentamos la misma sensación: ingresar noche tras noche era novedoso. Era encontrarte con tus pares, con chicos que pensaban parecido a vos y tenían tus mismas inquietudes. Era algo parecido a un club de amigos. Allí tuve amigos momentáneos. Esos que con el paso del tiempo no los ves más, pero cuando te los cruzás todo sucede como si no hubierda pasado el tiempo. Porque mirar a sus ojos es mirarse al espejo, es encontrarse a uno mismo, en el otro.

En Cemento, en los veranos te morías de calor y en invierno, te congelabas. La primera vez que ingresé ahí fue en 1990, para ver un show de Divididos. Esa noche escaseó el público. Recuerdo que mis amigos eran fánticos de Las Pelotas. Y yo, en cambio, de Divididos. Con el tiempo me pasé a los shows de Las Pelotas y me enamoré de esa banda. Fueron muchos recitales que presencié dentro del local de Omar. Los primeros shows de Catupecu Machu y recitales de 2 Minutos, Babasónicos, Los Brujos, Todos Tus Muertos, Intoxicados, Los Gardelitos, y la lista sería interminable.

Por otro lado, durante algunos años acompañé el proceso de crecimiento de Bersuit Vergarabat, desde el terreno de la prensa (aunque todos hacíamos de todo). Fue memorable cuando presentamos (hablo en primera persona porque me sentía parte de ellos) el disco Don Leopardo. ¡Fueron tantas noches mágicas! Fue el rocanrol a flor de piel. Fueron los poetas, los fanzineros, los rockeros, los soñadores, los darks, los punks, los metaleros, los rastas, los rolingas, los "de todo". Fueron ellos, también fui yo: uno y todos a la vez. Fuimos todos nosotros, los protagonistas de ese memorable espacio que nos ofreció Omar Chabán.

Imposible borrarlo. Imposible callarlo. Imposible que dejemos de contárselo a las generaciones venideras. El mito de Cemento no lo hizo Omar, sino los rockeros. Y nosotros, los que lo curtimos a flor de piel, durante un sinfín de madrugadas profundas, con una "birra" en mano y la sensación de siempre sentirnos como en casa, finaliza Duarte para Tiempo Argentino.

Sebastián Duarte escribió, Yo toqué en Cemento, el libro que se editó recientemente. Además escribió Ricky de Flema, el último punk, La Constitución Travesti, Pink Floyd, Derribando muros, Reina Material, The Cure: La Leyenda Dark y y Mujeres Perras. El material se puede conseguir en el mail [email protected].

Fuente: Por Sebastián Duarte para Todo Show 

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