Los primeros en verlo fueron los servicios de seguridad del Ibiza Gran Hotel. Hablando por un pinganillo, un guarda trajeado se aproximó a la carrera hacia el torrente de sa Llavanera, hasta que se detuvo con un ataque de risa. Los siguientes fueron los pasajeros de la línea regular de autobuses que circula por Juan Carlos I, cuando en mitad de la llamada milla de oro de Ibiza, mandaron a la conductora parar el vehículos hacerse fotos. Algo que se repitió en casi todos los trayectos: "Dios mío, pero si es un cocodrilo".
Lo contaba la conductora esta tarde, nada más acabar su turno, mientras se hacía una selfie con Gustavo, un cocodrilo de fibra de vidrio de casi cinco metros y 90 kilos de peso, que lleva toda la mañana revolucionando la zona más lujosa de Ibiza, a unos cincuenta metros de la puerta del Casino. "Fíjate que yo pensaba que se le había escapado a un jeque de esos, que le había dado por traerse la mascota a la isla", comenta otro.
Su autor, el escultor Andreu Moreno, escucha a los viandantes mientras unos ayudantes anclan el reptil para que no se lo lleve la corriente. "Paseaba todos los días con un amigo por esta zona tan bonita y nadie se percataba en el mal estado de este torrente, entonces se me ocurrió lo de plantar el cocodrilo".
Eso fue hace ya dos años, tras los que poco a poco y en su tiempo libre, fue elaborando una obra que le acabó costando más de 500 horas de trabajo, y que acaba de adquirir un lujoso beach club de Playa d'en Bossa, al que será trasladado mañana mismo.
Tal y como pretendía el escultor, ahora los viandantes no sólo se fijan en el torrente, sino que se detienen y se llevan una foto de recuerdo, ayer, una de las más buscadas de la isla, en uno de sus escenarios menos agraciados.
Incluso dos trabajadores de una ambulancia dejaron el vehículo en doble fila para hacerse una foto que solo será posible durante la jornada de hoy, ya que está previsto que esta misma noche se levante la instalación, ante el riesgo de que la corriente se lleve a Gustavo, o el agua del mar acabe dañando su estructura.
"¿Pero es mueve?", preguntaba una señora que se acercaba con timidez con el teléfono en la mano. "Hombre, solo si lo despierta", le responde un ayudante de Moreno, mientras otro va grabando todas las reacciones con una cámara. "Ay, no me diga eso", dice la mujer, mientras a unos metros una chica avisa a su padre por teléfono de la presencia del animal, con una alarma que obliga a un desconocido a interrumpirla para informarle, para su sorpresa, que el animal es de mentira. Aun así, el bulo de su presencia de carne y membranas corrió ayer con fuerza por las redes sociales.