Una de las primeras situaciones que observaron los rescatistas que este viernes retiraron los cadáveres de la aeronave caída en la Laguna de los Sauces -cuando se dirigía a localidad bonaerense de San Fernando- es que las manos del piloto Luis Gustavo Pivida estaban aferradas a los mandos, con más de la mitad del cuerpo sumergido bajo el agua, precisó el diario El País.
Esto ayuda a los investigadores a descartar la posibilidad de una explosión y atribuir el accidente aéreo a una combinación de fallas en las turbinas y la baja altitud del avión.
La Torre de Control del aeropuerto internacional Punta del Este de Laguna del Sauce informó que no recibió un pedido de auxilio, lo que también indica que hubo poco tiempo entre el presunto fallo y la caída.
Personal de la Comisión Investigadora de Accidentes e Incidentes Aéreos (CIAIA) ya retiraron el fuselaje del agua y empezarán a realizar los peritajes para conocer los motivos del accidente.
Paralelamente, la investigación penal a cargo de la jueza de Maldonado Adriana Morosini trabaja en la identificación de los cuerpos.
De acuerdo al diario El País todavía no fueron reconocidos oficialmente las dos mujeres que viajaban a bordo: la argentina Joanna Mc Cormack y la portuguesa Marta Viera Pires.
Los familiares de las víctimas viajaron ayer desde Argentina a Uruguay y se les extrajo sangre para tomar exámenes de ADN y cotejarlas con los cuerpos que presentaban importantes quemaduras por el incendio del fuselaje.
Según el sitio web Subrayado todos los familiares volvieron ayer mismo a la noche a Buenos Aires a la espera que la justicia uruguaya libere los cuerpos para que puedan ser repatriados.
La aeronave, modelo Beechcraft C90, patente LV-CEO se estrelló minutos antes de las 21 del jueves a unos pocos kilómetros del aeropuerto Laguna del Sauce.
En la caída fallecieron los 10 ocupantes: los pilotos Luis Pivida y Diego Chiaradia, y los pasajeros Mario Barba, Joanna Mc Cormack, Alfredo Dietrich, Carlos De Elias, Marcelo Zarco, Horacio Peña, Luis Gustavo Peña y la ciudadana portuguesa Marta Pires Vieira.
El avión pertenecía a la empresa argentina de taxis aéreos Aviajet S.A y sus ocupantes trabajaban para La Rural S.A. que habían viajado a Punta del Este para negociar con las autoridades de la intendencia de Maldonado la instalación allí de un centro de convenciones como el que la empresa tiene en el barrio porteño de Palermo.