Opinión

Carta urgente al Presidente de los argentinos: Mendoza agoniza

Por Myriam Ruiz.

Señor Presidente, soy mujer mendocina, periodista, madre y agricultora. Las recientes decisiones de su gobierno respecto de Mendoza están afectando, no a un Gobierno local, sino a personas: los ciudadanos de esta provincia.

Tal vez Usted, cuando decidió que la obra de Portezuelo del Viento volviera casi a fojas cero, luego de décadas de estudios ininterrumpidos y de declaraciones de impacto ambiental aprobados por el Coirco, no se dio cuenta de lo que eso representa para mi tierra. En especial para el sur de Mendoza.

Es por eso que se lo voy a contar.

Mendoza supo ser el oasis agropecuario más importante del oeste argentino. Aquí se cultivaban damascos, duraznos, ciruelas, nueces, peras y manzanas que alimentaban a toda la nación y que se exportaba al mundo entero. Mendoza fue (y es aún) cuna de grandes vinos argentinos, no sólo nobles varietales que llegan a los mercados más exigentes sino también vinos finos y comunes que honraron, durante décadas, las mesas de todo el país.

Todo eso ha cambiado.

En los últimos años la superficie cultivada en los oasis mendocinos ha ido decreciendo y desapareciendo de un modo alarmante. A la falta de rentabilidad se le suma esto que intentamos Usted comprenda: nuestros ríos ya no llevan caudal de agua suficiente para irrigar la provincia y proveer de agua potable a la población. El cambio climático nos está convirtiendo en un desierto nuevamente.

Quienes viven en la pampa húmeda no pueden imaginar lo que es producir en el desierto. Mendoza era casi inhabitable cuando llegaron los primeros inmigrantes, pioneros que proyectaron la producción y las ciudades en las márgenes de los ríos que bajaban desde la cordillera. Aquí, para transformar la aridez reinante en suelos productivos se necesitó desmontar, trazar la red de canales, luego hijuelas y finalmente surcos para traer el agua de los ríos hasta las fincas.

En aquellos años, los ríos de Mendoza bajaban con un caudal que permitía el desarrollo. Pero desde aquel momento hasta este 2020 los ríos han ido perdiendo su caudal hasta traer sólo un 30% de su medida histórica. Es por esto que Mendoza transita, desde hace más de una década, la sequía más agresiva, penosa y duradera en 100 años.

Así las cosas, sumando décadas de Gobiernos que dejaron de prestar atención a las economías regionales y se centraron en la patria cerealera (logrando la reprimarización de la economía argentina) fuimos perdiendo primero montes frutales, luego industrias que cerraron y dejaron a miles de personas sin trabajo. Perdimos conserveras, bodegas, galpones de empaque, secaderos. Por poner un ejemplo, el río Atuel, que riega nuestro querido sur, bajó de sus 70 a 50 metros cúbicos por segundo históricos, a menos de 20 m3.

Esto es Mendoza señor presidente. Tierra de gente que sabe lo que es trabajar. Tierra de agricultores que por más que se le sequen los viñedos o una manga de piedra le lleve la cosecha de todo un año, vuelven a apostar por ella... una y otra vez.

No tenemos ni queremos regalo alguno. Simplemente no tenemos agua para nosotros. Tampoco tenemos agua para dar a La Pampa.

Reclamamos que nos ayuden a volver a producir. A volver a tener nuestras fincas en pie. A que no cierren más tranqueras. A evitar que nuestros jóvenes sigan emigrando, por falta de trabajo, a los cinturones urbanos del Gran Mendoza o del Gran Buenos Aires.

Queremos que Portezuelo se haga porque es la obra que Mendoza necesita para volver a tener el insumo básico para su subsistencia.

En definitiva, Señor Presidente, pedimos que cumpla con su obligación de velar por el bienestar de cada habitante de la Nación.

En ese esquema le decimos: los mendocinos nos estamos quedando sin recursos. La gente está abandonando de a puñados sus tierras, dejando un paisaje desolador. ¿Usted se hará cargo del pueblo mendocino cuando ya no queden fuentes de trabajo genuino por falta de agua? El momento de actuar es ahora.

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