Opinion

Pandemia, precios y futuro

Por Marcelo López Álvarez.

Los días de la pandemia transcurren con idas y vueltas a nivel mundial. Francia cerró más de 70 escuelas después de reabrirlas, Corea del Sur más de 200 el último viernes. Estados Unidos oficializa la retirada de la OMS, Italia muestra preocupación por los movimientos de jóvenes que han decidido saltar cualquier cuidado y teme un rebrote de la enfermedad. Mientras, cómo explicamos aquí con números concretos hace dos semanas ( https://www.sitioandino.com.ar/n/322473-los-datos-que-no-quieren-mostrar/ ) la única diferencia entre los países que hicieron cuarentena y los que no es la cantidad de muertos porque la economía global se destroza por igual.

También como explicamos aquí en reiteradas oportunidades los estados del Mundo toman el ejemplo de EE.UU con los bancos en la crisis del 2008 y salen al rescate de empresas privadas a cambio de acciones, participación ejecutiva y lugares en sus directorios. Esta semana se confirmó el rescate de Alemania para Lufthansa a cambio de una participación accionaria y dos sillas en su mesa ejecutiva y la toma total del control de Alitalia por parte del Estado italiano. En ambos casos después de jugosos aportes en millones de euros para mantener las fuentes laborales y las rutas cuando los cielos se reabran. Otras líneas que no tienen Estado o bandera clara de pertenencia tuvieron peor suerte. Latam se presentó en convocatoria en la gran mayoría de las divisiones territoriales dónde opera y busca desesperadamente accionistas a precio de remate para intentar capitalizar la empresa antes de que tenga que declarar la quiebra definitiva.

Mientras los principales centros de estudio oficiales o no oficiales coinciden en que no habrá país del orbe que no termine este año sin una caída de su PBI. La Argentina tiene un extra, una negociación muy dura para renegociar una deuda de características históricas no sólo la más alta que haya tenido en términos nominales sino también en términos reales en porcentaje de su PBI.

Si bien la negociación se da también en términos inéditos de un mundo que ve su modelo golpeado y en crisis con riesgo de cadenas de default soberanos y privados, también es cierto que la endeblez argentina histórica de falta de dólares por mala administración de ellos y el sometimiento a modelos de destrucción de la industria y la tecnología nacional para desarrollar la primarización y concentración de la economía, pone al país es escenarios internos y externos muy complicados.

Una de las grandes complejidades que trae aparejada la falta de dólares es que el precio de un producto escaso aumenta. Si encima los que fabrican ese producto de interés estratégico lo retacean o lo esconden al mercado, su valor sube aún más beneficiando precisamente a los que generan esa escasez.

Como en la Argentina quienes "fabrican" los dólares están fuertemente concentrados en la producción de materias primas y alimentos esa especulación se traslada a los valores de productos especiales y como cadena por el aumento del dólar a casi todos los segmentos de la economía que están atados a la exportación o a la importación, a lo que hay que sumar un fuerte proceso de concentración que no permite la famosa competencia que sería la solución natural según los libros ortodoxos de la economía. Cuando eso no pasa los libros de la ortodoxia no tienen respuesta y hacen la vista a un lado para promocionar así la profundización de su credo; maximizar ganancias a cualquier costa y profundizar la concentración y extrajerización de los recursos.

Hace unos días el economista Horacio Rovelli publicó un trabajo donde queda perfectamente evidenciado en números ese proceso y cómo terminan afectando fuertemente a los mercados, el consumo y la redistribución de la riqueza interna.

Rovelli destaca que "Una veintena de industrias elaboran el 80% de los alimentos y bebidas que se venden en el mercado interno argentino (Arcor, Molinos Rio de la Plata, Danone-La Serenísima, Adecoagro, Ledesma, Coca Cola, Nestlé, Mondelez-ex Kraft, Molinos Cañuelas, Morixe)". Por otro lado, entre cinco cadenas "manejan el 65% de la comercialización de esos bienes que se consumen en el país. En ese marco y con esa sociedad de hecho y de muchos años entre grandes productores y comercializadores, es muy difícil destrabar el proceso de formación de precios".

Rovelli recuerda que en "el año 2014 la Secretaría de Comercio se planteó controlar a unas 28 empresas productoras de alimentos, bebidas y productos de consumo masivo (caso Unilever que produce artículos de limpieza y alimentos: Knorr, Hellmann's, Maizena, Ades, etc.) para lo que debían presentar una estructura de costos. Y allí reside el primer gran problema: en la Argentina no hay estudios serios de costos y menos de márgenes de ganancia, razón por la cual se recibe el dato suministrado por la empresa que es la principal interesada de que ni el gobierno ni los consumidores sepan cuáles son sus utilidades".

El economista señala que "con la carne vacuna pasa lo mismo. Ya 2019 fue récord de ventas al exterior, más de un millón de toneladas (y se producen un poco más de tres millones y medio de toneladas de carne vacuna por año) ,casi triplicando las ventas externas de 2018. Allí jugó fuerte la gripe porcina y la demanda de la República Popular China, pero en los primeros cuatro meses de 2020 la proporción de la demanda externa es aún mucho mayor que en igual lapso del año pasado".

Para Rovelli y para cualquiera que vea la economía desde el prisma de la realidad, y no de la fantasia construida a través de la teoría que ya fracasó, el aumento de los precios de los alimentos en los últimos días tiene explicaciones; "El Estado realizó compras enormes para asistir a los comedores sobre todo de los conurbanos de las principales ciudades del país. Rusia, Italia y China realizaron fuertes compras (fundamentalmente de trigo, harina, aceite y carnes) y las grandes empresas del sector que tienen posición dominante en el mercado interno, venden al mercado local en cuentagotas y presionan de nuevo, especulando con la devaluación.

Por ejemplo, en la producción y venta de aceite comestible, Aceitera General Deheza (AGD, de los Urquía), Molinos Río de la Plata (del Grupo Pérez Companc) y Arcor (Pagani) tienen el 90% del mercado interno, y Oleaginosa Moreno-Glencore (Estados Unidos), Vicentin [2] y ACA (Asociación de Cooperativas Argentinas) el 90% de las ventas externas. Los precios están internacionalizados: una botella de 1,5 litros de aceite mezcla que venden al mercado interno local AGD (Natura), Molinos Río de la Plata (Cocinero) y Arcor, sale $ 200 porque en Ámsterdam se vende a dos dólares y ellos se rigen por el dólar paralelo o blue. Si el paralelo sigue subiendo, sigue subiendo el precio y si no, no venden porque por la Covid-19 tienen asegurada la demanda externa".

Y aquí entra la discusión de cómo Estado y consumidores se deben transformar en el control de una situación que distorsiona el mercado doblemente. Por un lado, el costo de poder un litro de aceite en la góndola argentina no es el mismo que ponerlo en la góndola holandesa. Y segundo dos dólares exportados no son 200 pesos sino 140 porque, excepto que contrabandeen aceite y reciban los 2 dólares en negro, los dólares de exportación se liquidan obligatoriamente en el MUC por lo que el exportador recibe 140 pesos a la cotización del viernes.

Hay además situaciones más complejas de productos primarios como el trigo y su principal producto la harina que Rovelli explica a la perfección, "el problema es principalmente para los molinos chicos, que no tienen stock de trigo y deben aumentar los precios que ofrecen por el cereal, ya que los productores (NdeR: quien escribe eta columna cambiaría el término productores por acopiadores) lo tienen guardado hasta ver qué sucede con el dólar. Los molinos más grandes usan su poder de compra para asegurarse el trigo necesario. Del sector de la molienda de trigo para pan participan un total de 161 empresas que se reparten 204 plantas a lo largo de todo el país. La más importante concentra 12 establecimientos de molienda, la segunda empresa con más cantidad de plantas aglutina siete, un grupo de 26 empresas poseen cada una de ellas dos plantas y la mayoría del sector, las restantes 133 empresas únicamente cuentan con un establecimiento. Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos son las provincias con más industrias de molienda de trigo instaladas y a la vez , en ese orden, las mayores productoras de trigo del país. El trigo que se cultiva en la Argentina en su mayoría (98,5% del total cosechado) es Triticum aestivum L. o Triticum vulgare, denominado "trigo pan". Con un rendimiento industrial del 75%, la producción de harina de trigo demanda anualmente unos 6 millones de toneladas de trigo pan (a razón de 500.000 toneladas por mes).

Lo cierto es que de las 42 millones de hectáreas de tierras cultivables en el país, solo siete millones se destinan al trigo, siendo la producción de granos (cereales y oleaginosas) estimada para la cosecha 2019/2020 de 147 millones de toneladas, de las cuales 18,8 millones de toneladas de trigo. Según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, se registra un acumulado de compra de 14,7 millones de toneladas por parte de la exportación y de 2,5 millones de toneladas por parte de la industria. El stock inicial es de 1,74 millones de toneladas, por lo tanto, es exiguo el saldo para el consumo interno de otras 2,5 millones de toneladas en el mejor de los casos. En total, se destinan al mercado interno 5 millones de toneladas, pero se consumen 6 millones (está faltando un millón de toneladas)"

A lo que hay que sumar que los grandes exportadores argentinos son en su mayoría grupos internacionales con puertos propios en Rosario y aseguran primero sus compromisos de exportación sin prestar demasiada intención al mercado interno. (Invitamos a escuchar esta nota con el diputado santafesino Carlos del Frade https://soundcloud.com/mediosandinosmza/nada-simple-carlos-del-frade-dip-provincial-del-frente-social-y-popular-de-santa-fe-130520 )

Una vez más el comportamiento del bien más escaso de la economía argentina; el dólar está atado a una infinidad de variables. La discusión pendiente en la Argentina es un similar a una que tenemos en Mendoza; ¿falta agua o la derrochamos? ¿Faltan dólares o el Estado durante años no ha desarrollado la capacidad de control de los que producimos?

Si se ve la película y el último informe del BCRA del que escribimos aquí hace una semana (https://www.sitioandino.com.ar/n/323074-concentrados-y-fugados/) está claro que la Argentina produce casi en cantidad suficiente los dólares que necesita, sin embargo terminan fuera del sistema por los más variados métodos, algo que nunca nadie (salvo contadisimos tramos) pudo poner en caja.

El presiente viene planteando en los últimos días una interesante agenda post pandemia. Habló de reformas que terminen el con el centralismo unitario de nuestra Argentina y de una reforma fiscal profunda. Faltaría agregar una discusión seria del sistema financiero integral y de la concentración de los actores en la explotación de los recursos primarios.

Después de la pandemia un nuevo mundo, una nueva región y un nuevo país es posible. Pero hay algo seguro ese mundo no nacerá solo hay que construirlo y la batalla será muy ardua.

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