Una ayudita impensada

Por Marcelo López Álvarez

La consolidación de lo supuesto, el triunfo de Alberto Fernández, en las elecciones generales de hace apenas siete días desató el camino ya efectivo hacía el traspaso de mando. El proceso que había comenzado el 12 de agosto ahora ya tiene formalidades y representantes.

No hay dudas que los ojos de este proceso de 40 días y de los primeros 90 o 100 del gobierno de Alberto Fernández estarán marcados por las acciones y medidas que tome en el campo de la macro y microeconomía de la Argentina que sufrió un proceso de devastación sin igual, no tanto por la profundidad (la discusión de magnitud con crisis anteriores siempre estará presente), sino por la velocidad en la que se logró.

Los días que transcurrieron de esta semana confirmaron además que el mejor equipo de los últimos 50 años solo fue una frase de marketing que falleció antes de nacer, las medidas tomadas en solo reafirman que un viejo precepto que "especialistas", charlatanes y bufones decidieron negar; La administración de la cosa pública es una ciencia reservada a la política y a los formados en ciencias sociales o especificas con orientación para tales cosas. El experimento -fallido en reiteradas oportunidades- de creer que empresarios "exitosos" pueden administrar el Estado volvió a fracasar, pero con más profundidad aún.

Los desafíos que vienen son enormes, pero no exentos de una fuerte carga de contradicciones de modelo e ideológicas que deberán ser superadoras. Desde varios estamentos del poder económico y mediático se agita el famoso Pacto Social que propuso el propio presidente electo como una solución a los males de la Argentina. Sin embargo, el problema no es el Pacto, sino lo que diga el acuerdo. No es lo mismo que diga que se debe profundizar la perdida de derechos y primarizar la economía -como pretendió el gobierno en retirada- a que el escrito en sus entrañas contenga las bases para la resurrección de la economía y el empleo, la redistribución de los ingresos y la generación de políticas que desarrollen el mercado interno y la creación de empleo como primer paso para lograr la inserción en los mercados mundiales con productos de alto valor agregado ya sean alimentos o desarrollos científicos y tecnológicos.

El camino que el equipo designado por Alberto Fernández inicie el 10 de diciembre recibió esta semana una ayuda impensada, las medidas que tomó el tándem económico del oficialismo son de tal magnitud en cuanto a restricciones que cualquier cosa que se decida el 11 de diciembre parecerá un progreso. Lo mismo pasará con los datos económicos del 2020, el piso es tan salvajemente bajo que un par de medidas de aliento a la recuperación de ingresos y reactivación de la obra pública (aunque sea pequeña) cambiaran la tendencia.

El informe de coyuntura del Instituto de la Economía y el Trabajo de la Fundación Germán Abdala (ITEGA) presentado el jueves destaca que "El gobierno de Cambiemos deja al presidente electo Alberto Fernández una economía en recesión y con alta inflación, luego de un mandato en el cual se observaron retrocesos evidentes en materia de pobreza y desigualdad. Prácticamente el único plano en el cual el oficialismo podrá mostrar una estadística al menos defendible es en el fiscal".

Para los economistas del instituto "La mejora en el resultado primario solo se dio en la segunda mitad del mandato y de la mano de un férreo programa de ajuste negociado con el FMI. Por otro lado, el resultado financiero, que incluye el pago de intereses, mostró una mayor resistencia a la baja como consecuencia de la propia estrategia de financiamiento elegida con el gobierno".

Sin embargo, el informe destaca las "las trampitas" con las que se llegó a ese "buen resultado"; "A pesar de esto, el panorama fiscal a futuro está lejos de ser auspicioso. En lo que va de 2019 el equilibrio se alcanzó a partir de la liquidación de activos, como el Fondo Argentino de Hidrocarburos, parte de las acciones del FGS y dos centrales térmicas, entre otros, aunque el congelamiento en clave electoral de las tarifas de electricidad, gas y transporte público en AMBA siguen poniendo a las finanzas públicas bajo presión".

"De cara a 2020, que será el primer año de la nueva gestión, dos años de recesión y la herencia de la reforma tributaria de Cambiemos pondrán un techo a la recuperación del resultado fiscal, que difícilmente será compatible con las aspiraciones del FMI".

Lo tributario también será uno de los temas en los cuales el nuevo gobierno deberá poner énfasis desde el primer día. Por un lado, resolver la situación de miles de contribuyentes sobre todo pymes, responsables inscriptos y monotributistas que tiene serios problemas para cumplir sus obligaciones y por otro (como ya dio alguna pista Fernández) repensar el sistema en general para buscar mayor equidad.

Los economistas de ITEGA destacan que "más allá de la discusión en torno al resultado primario, los problemas debajo de la línea no son menores. En un contexto en el cual la renegociación de la deuda será un aspecto clave del entorno macroeconómico que enfrentará la próxima administración, el muy corto plazo no está exento de dificultades. El gobierno saliente probablemente utilice reservas internacionales para servir los vencimientos en dólares y monetizará al menos una porción del déficit en pesos de la última parte del año".

El informe también advierte sobre otro de los problemas que la gestión saliente decidió profundizar está semana; "Si bien el reciente endurecimiento de los controles de cambio crea una demanda cautiva de pesos, las consecuencias de una brecha cambiaria potencialmente elevada también deberán tomarse en consideración a la hora de analizar los peligros que enfrentará el cambio de mando".

Si los procesos electorales y económicos de este año fueron intensos, los próximos 40 días lo serán aún más no solo porque se conocerán los nombres de quienes integrarán el próximo gobierno, sino que forzosamente deberán aparecer las pistas de cuáles serán las primeras medidas a tomar para superar la cerrada noche de la economía.

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