A Macri se le abrió Córdoba

Es difícil admitir la derrota. Es humano negar el fracaso. Pero es evidente cuando al perdedor lo van dejando solo.

Mauricio Macri ya siente que el poder político se transfirió, se le fue.

Se podrá discutir si mantiene el poder institucional de una Presidencia en retirada que da una idea más cercana a la transición que al ejercicio de la gobernabilidad, porque esta no depende de él, sino que ha comenzado a compartirla con Alberto Fernández.

Las manos de Macri conservan la lapicera, pero parece haber sido vaciada de tinta. Pero esas manos no son estrechadas ni por María Eugenia Vidal, ni por Alfredo Cornejo, y desde ayer tampoco por Juan Carlos Schiaretti.

La Gobernadora de Buenos Aires bebe del mismo ajenjo. Pero decidió desprenderse definitivamente de su ex jefe político haciendo campaña sola. Lo culpa de haberlo arrastrado a la derrota el día que le prohibió desdoblar las elecciones.

Cornejo acrecentó el abismo que lo separa de la Presidencia desde que sintió que el niguneo al radicalismo propiciado por Marcos Peña ameritaba posturas de diferenciamiento de gestión y de política.

Pero después de que Juan Manuel Urtubey dejó de ser el gobernador peronista favorito de Macri, y se fue con Roberto Lavagna, lo último que esperaba el jefe de Cambiemos era que el ex empleado de su padre y hoy gobernador, Juan Schiaretti, también se hiciera a un lado.

Ahora, quizá más que nunca, Mauricio se siente un simple mortal. El poder político mudó al peronismo por decisión popular, porque las Paso no fueron una encuesta sino un anuncio.

El problema es el vacío de poder institucional en el que ha quedado el Presidente.

El mazazo del electorado, el cachetazo de los mercados, las puñaladas de los empresarios que prefieren juntarse con Fernández para hablar de futuro, añade este golpe letal del principal aliado extra Frente Juntos por el Cambio, encuentra a todos separados.

La Docta, esa provincia que le permitió alcanzar la diferencia justa para ganarle a Daniel Scioli en 2015; ese territorio que le dio los votos para darle holgura en las legislativas de 2017; una de las pocas que permitió un poco de color amarillo en el mapa de las Primarias de hace un mes, le dio la última señal de adiós y olvido.

Ayer llegó a Córdoba y el amigo y aliado de facto, Schiaretti, se agendó una pequeña inauguración de obra (una estación transformadora) en Las Varillas, a solo 170 km de donde aterrizaba Macri. Excusa y distancia suficientes para dejar marcado en un simple gesto de ausencia, que no está ni ahí con este final de mandato cantado. ¿Qué Gobernador no está presente en una visita presidencial a su provincia? No le respetó ni el poder institucional de ser la máxima autoridad argentina.

Hoy Macri es la máxima figura de la derrota. Y esta, a quien más cuesta admitirla, es al propio derrotado. Hasta que se lo hacen notar los que lo dejan solo.

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