Escribe Marcelo Torrez

Todos prometieron un cambio, pero necesitan un chip que por ahora no mostraron

Hay en juego mucho más que una elección el domingo. Un necesario plan de transformación educativa para darles a los chicos más oportunidades y autonomía a futuro. También una profunda revisión del rumbo económico del país y de la relación entre un poder económico concentrado versus una fuerza laboral a la que se le ha impedido participar de la riqueza. El cambio de rumbo, gane quien gane, tiene que comenzar ahora.

Todo parece estar ya escrito. Y todos esperan que la noche del domingo les confirme las presunciones y que llegue, al fin, el tan ansiado lunes 28. La campaña ha sido una pesada carga para todos, también para sus protagonistas, los candidatos quienes han sentido en carne propia el hastío y la indiferencia. No sólo para los oficialistas, aquellos que llevaron la representación del gobierno a gusto o sin él, cual mochila de plomo. Los opositores, incluso los que se vieron beneficiados por la canalización de la bronca, sintieron que la larguísima campaña que arrancó en el invierno les depositó en sus manos un cheque cruzado y sujeto a fuertes y claros condicionantes.

Julio Cobos ganará holgadamente las elecciones este domingo, pero ya debe estar avisado de que el crédito que recibe está sujeto a que logre rápidas transformaciones y por sobre todo coherencia. Cobos será marcado de cerca. Quien lo elegirá el domingo no desconoce sus cavilaciones, su andar serpenteante. Pero su capacidad para convertirse en la válvula de escape del fastidio dejó en segundo plano aquella parte de su historia que ennegreció su palmarés. Con el ex gobernador y ex vicepresidente, el radicalismo mendocino sueña otra vez con ser visto como alternativa tras dos períodos consecutivos del peronismo gobernando la provincia. Esto es lo que comienza a disputarse ahora, no sólo la composición de Diputados que no sufrirá demasiadas variaciones.

Desde el lunes 28, Cobos comenzará a construir su candidatura a la Presidencia, pero en el camino que lo lleve al escenario nacional, dejará aquí en Mendoza cabos complicadísimos de desenredar para su principal socio y rival en esta jugada electoral, exitosa, que culminará este fin de semana. Cobos no estuvo solo en "la gesta de octubre". Con Alfredo Cornejo han dado a luz una suerte de relación entre ambos que muchos describen de ami-enemigos. Amigos porque, para el radicalismo, de la mano de los dos se construye la recuperación del partido. Y enemigos porque sólo entre ellos puede quedar el futuro del partido, tanto para recuperarse o sumirse en un hervidero interno. Ya sea enfrentándose por una posible batalla por la candidatura a la Gobernación si a Cobos no le cierran los números en la nación, o porque de llegar a un acuerdo con Cornejo le cierran las puertas a una más profunda depuración que algunos exigen debe darse la UCR provincial, para despojarse definitivamente de los resquicios que todavía la siguen acompañando como un lastre molesto por tener una cuota parte de esos diez años de gobierno en la nación que comienzan a ser revisados desde el mismo lunes.

En el oficialismo tendrán mucho trabajo. Lo saben. Por ahora, sus candidatos también quieren que llegue el lunes. Alejandro Abraham para saber cuánto del trabajo que revisó tras la fallida campaña para las PASO le habrá servido para mejorar el resultado en primer lugar y también para concentrarse en lograr una salida ordenada de Guaymallén. Los murmullos sobre la llegada de Luis Lobos al cargo de intendente en la populosa comuna que conduce avizoran algunas tormentas. Los reacomodamientos que prepara su sucesor para los próximos dos años –se señala– pueden poner en juego su liderazgo y también el del oficialismo. No son pocos quienes preanuncian rodamientos de cabezas a troche y moche como preanuncio de una de las batallas que se librarán por los departamentos para el 2015.

El compañero de fórmula de Abraham, el sureño Omar Félix, pasará un fin de semana dominado por la intriga. Lograr la quinta banca por la que luchará dependerá, al igual que en el caso de su colega, de todo cuanto haya corregido en el sur provincial, en especial en su San Rafael para lograr sacarle la mayor ventaja posible al radicalismo. Félix luchará casi cuerpo a cuerpo por los votos con los radicales, pero sin dejar de mirar a sus espaldas para ver cuántos cuerpos de distancia puede sacarle al trotskista Nicolás del Caño. El izquierdista, en caso de alcanzar unos 15 puntos el domingo, podría arrebatarle la banca por la que busca su reelección y con ello la única bandera victoriosa que llegaría a blandir el peronismo mendocino en el escenario nacional. Porque aún perdiendo, ya se ha dicho, el oficialismo local dirá que logró duplicar su peso mendocino en Diputados al poner en juego sólo una de las bancas en disputa.

En términos generales, el oficialismo confía en superar los 26 puntos de agosto pasado. Sus hombres decidieron dejar de lado las disputas internas para evitar un desastre mayor. Cada intendente se refugió en el territorio, hizo de tripas corazón y simuló las heridas abiertas que dejó el conflicto interno de mediados de año entre lo que algunos animaron en llamar el “paquismo”, con La Corriente de Carlos Ciurca, para buscar una tracción en conjunto detrás de la fórmula Abraham-Félix.

Todos hicieron un esfuerzo, incluso para cambiar el discurso de campaña tomando distancia de la nación en los auditorios más críticos y llamando al “efecto compasión” o “lástima” ante la enfermedad de la presidenta y el accidente de San Juan. Abraham se tomó de todo y de todos y en el medio de los escarceos de los últimos debates respiró hondo por no ser el depositario de los ataques de sus adversarios: asumió el cambio de giro hacia la “mendocinidad” sin culpas y como se convenció de ser de los primeros en hablar de la inflación y de reconocer el freno económico que sufre Mendoza por culpa de una nula transformación de la matriz productiva, cree haber hecho lo suficiente para salvar la ropa.

El oficialismo en su conjunto mirará desde el lunes el nuevo escenario. Hasta el domingo han dicho que no tienen de qué preocuparse. Se verá. Ahora bien, entienden que donde se juega la madre de todas las batallas, Buenos Aires, Martín Insaurralde logró achicar la brecha con Sergio Massa y se animan a vaticinar que el mandamás de Tigre no les sacará más de 6 puntos, alejando el fantasma de los 10 puntos o más de diferencia lo que podría activar, sin más, –así lo ven– la liberación de una fuerza de cuidado que sí ponga en riesgo la continuidad del peronismo tras el fin del kirchnerismo. Con un Insaurralde cerca de Massa hasta sueñan –y en eso hay que reconocer que no están tan equivocados– en un pacto Scioli-Massa para repartirse el botín nacional para el primero y la provincia de Buenos Aires para el segundo.

El futuro del gobernador Francisco Pérez está en juego también. Tiene al vice Carlos Ciurca taladrándole al oído para que se anime a hacer política a nivel nacional en medio de tanta ausencia de figuras. Se cree que ha sido Ciurca el autor de la maniobra para mocionar al gobernador mendocino como un segundo de Scioli, su referente a nivel nacional. Ciurca entiende que lo del entrerriano Sergio Uribarri como continuidad del kirchnerismo y hasta las menciones que se hacen sobre el chaqueño Jorge Capitanich son experimentos lanzados por el entorno de la presidenta Cristina Fernández para condicionar al gobernador bonaerense y no hacerle el camino fácil al 2015. En ese contexto, por qué no probar con Pérez. Pero el gobernador aguarda, como todos, el rearmado de las piezas tras el lunes. Quien gobierna es él y sabe muy bien que dos años de transición es demasiado tiempo como para levantar la cabeza con un movimiento que fastidie a Cristina y lo condene al ostracismo absoluto. Hay demasiados ejemplos como para estar atentos a un posible paso en falso.

Este domingo confirmará o no otra de las visiones del oficialismo: que lo de las PASO permitió que la clase media se sacara la bronca contenida con lo que, de ser cierto, en esta elección se votará con un poco de más conciencia y, en algún modo benevolencia. Los indicios que hay indican que no lograrán el cometido. Porque pese a las correcciones en Ganancias que mejoraron la relación de ingresos con inflación mas el reparto de sorteos del ingenioso Procrear a días de la elección, la suerte está echada. Lo que se ha instalado fuertemente en la sociedad es una sucesión de errores tras errores, por conducta y una falta de gestión muy marcada que hizo perder los mejores años de crecimiento y bonanza económica que visitaron la región.

Hay en juego mucho más que una elección el domingo. Un necesario plan de transformación educativa que mejore los niveles de calidad de los chicos en los colegios para darles más oportunidades y autonomía, como también una profunda revisión del rumbo económico del país y de la relación entre un poder económico concentrado, muy beneficiado, contra una fuerza laboral a la que se le ha impedido participar de la riqueza, obligada a consumir y gastar lo que tiene en una carrera contra la inflación, con pocas posibilidades de ahorro y de un crecimiento planificado. El cambio de rumbo, gane quien gane, tiene que comenzar ahora.

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