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Cambios en la Iglesia: la era Francisco, el fin de los tabúes

Para los expertos en temas religiosos de distintos credos, ya no hay temas de los que no se puede hablar, como divorcio, homosexualidad, celibato y aborto; anticipan transformaciones en el Vaticano.

Por Sección Sociedad

Más que a un cambio doctrinal, hay un derribamiento definitivo y contundente de tabúes. Una señal clara hacia dentro y fuera de la Iglesia de que ya no hay temas de los que no se habla . Así interpretan diversos teólogos, especialistas y religiosos de diversos credos los vientos de cambio que el papa Francisco hace soplar desde el Vaticano, especialmente después de sus revolucionarias declaraciones a la revista jesuita Civiltá Cattolica.

Divorcio, homosexualidad, celibato o las finanzas del Vaticano. En su misión de llevar la Iglesia a las calles, Francisco se ha animado a someter a debate algunos de los viejos tabúes eclesiales, que por fuerza de la costumbre habían adquirido un falso estatus de dogma.

"Con Francisco se acabó el «de eso no se habla»", afirma José María Poirier, director de la revista Criterio. "Es llamativo escuchar que un papa nos pida a los católicos cuidar que la enseñanza moral no nos quite el perfume del Evangelio", apunta el arzobispo Víctor Manuel Fernández, decano de la Universidad Católica Argentina (UCA).

"Estoy convencido de que el celibato se terminará durante su pontificado. Están dadas todas las condiciones para que esto ocurra", agrega el teólogo y pastor de la Iglesia Evangélica Pentecostal Norberto Saracco.

Las reformas que impulsa Francisco gozan de gran consenso tanto entre seguidores de la Iglesia Católica como entre representantes de otros credos. Los cambios no son menores y son interpretados por líderes religiosos como el correlato del discurso de Francisco de llevar la Iglesia a las calles.

"Más allá de la interpretación puntual que se dio a sus dichos sobre los homosexuales, el mensaje más importante que dio Francisco es que no existen temas sobre los que no se puede hablar. Eso es llevar dignidad a los que sufren", dice el rabino Abraham Skorka, rector del seminario rabínico.

Las señales del cambio se aceleraron en los últimos días. La semana pasada, durante un encuentro con los sacerdotes de la capital italiana en la basílica de San Giovanni en Laterano, el Papa instó a la Iglesia a buscar "otra vía, dentro de la justicia", para las "segundas nupcias", al referirse a los católicos divorciados que se vuelven a casar, quienes no pueden acceder al sacramento de la comunión. Ya durante el vuelo de regreso a Roma desde Río de Janeiro, tras participar de la Jornada Mundial de la Juventud, Francisco había hablado de los divorciados y dijo que era una situación que no se podía ignorar ni desatender, y que debía ser vuelta a analizar por la Pastoral de Familia. Durante ese mismo vuelo, Francisco sorprendió al mundo con sus declaraciones sobre la homosexualidad. "El problema no es ser gay. El problema es hacer lobby. Si alguien tiene esa inclinación, ¿quién soy yo para juzgarlo?", dijo.

Mientras muchos creyeron ver en estas palabras el inicio de una aceptación de la Iglesia a la homosexualidad, muchos otros apuntan a que se trata de un profundo cambio en el estilo con que la Iglesia se relaciona con la sociedad. Si se trata de una institución que juzga o que invita a las personas a compartir su fe.

También el recientemente nombrado secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, se atrevió a cuestionar la vigencia del celibato. "No es un dogma de la Iglesia y se puede discutir porque es una tradición eclesiástica", dijo.

"Parolin recuerda que el celibato no es un dogma, sino una disciplina y alimenta el debate -analiza Poirier-. La apertura mental para tratar de entender la cultura contemporánea es el gran salto que está dando la Iglesia. Hay una búsqueda de comprender los tiempos."

"Esto es un cambio de rumbo. El solo hecho de la apertura a debatir y a buscar consensos sobre estos temas (celibato, aborto, divorciados) es evidencia de un nuevo tiempo en la Iglesia Católica", dice Saracco, uno de los pastores que mantenían encuentros semanales de oración con Jorge Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires.

Según Roberto Bosca, docente de la Universidad Austral, el pontificado de Francisco evidencia una continuidad doctrinal con los antecesores. "Francisco no plantea cambios teológicos, dogmáticos ni morales. Los cambios que trae son de carácter pastoral. No ha dicho nada nuevo. Dio un tono distinto en la forma de encarar los temas. Hay un cambio de acento, de tono", puntualiza.

Hay dos incógnitas que despiertan estos cambios. Cuál será la profundidad de la reforma y cómo caen estos anuncios en los sectores más conservadores de la Iglesia.

"No hay que pensar en una apertura caótica o irreflexiva, que es la acusación que lanzan los grupos más conservadores. [Francisco] está poniendo el dedo en la llaga porque habla del ejercicio de la autoridad, pero no está tomando decisiones inconsultas", dice Fernández.

"Estos cambios pueden generar un sentimiento de zozobra, de cierta inquietud. Pueden generar resquemor. Pero la autodefensa y la propia seguridad no condicen con el espíritu evangélico de llevar la Iglesia a las periferias", agrega Poirier.

Los vientos de cambio soplan sobre el Vaticano y abren paso a un nuevo tiempo. Muchos se sorprendieron al escuchar las declaraciones de Francisco sobre los gays y contrastarlas con su férrea oposición al matrimonio igualitario. ¿Existe un cambio de discurso?

"No. Hay una ubicación diametralmente distinta. Hoy es papa. Sí hay un cambio de eje de la Iglesia y es el salir de los templos. De entender el cambio social. Hay que volver a pensar ciertos discursos, sin transigir los valores fundamentales. Hoy la sociedad vive un cambio de registro total. Y si la Iglesia no toma nota de ese cambio, ¿de qué está hablando?", apunta Poirier. "Lo que dijo sobre los homosexuales no se contradice con su posición anterior, pero crea la diferencia entre una Iglesia que rechaza el pecado y ama al pecador. Es la diferencia entre ser una Iglesia que acoge y recibe y una que juzga y expulsa", aporta Saracco.

Fernández coincide en que Francisco no ha dicho nada que Bergoglio no pensara: "Siendo papa, siente mayor libertad. Hay cosas que yo le escuché decir en reuniones reservadas que ahora las dice en entrevistas y homilías". Lo confirma el rabino Abraham Skorka, amigo personal de Francisco, que ha compartido largas conversaciones con él cuando era arzobispo. "Es totalmente consecuente con sus convicciones. Puedo dar fe de que siempre pensó de esta manera y de que siempre luchó por acercar la religiosidad a todos los que la necesitan", afirma.

El fin del celibato es otra de las grandes reformas que podría traer la era Francisco. "Creo que una vez que avance con los cambios en la banca del Vaticano, el siguiente paso será el fin del celibato. No es una medida que impactará sólo dentro de la iglesia, sino que dará un salto de credibilidad y proximidad de la Iglesia hacia la sociedad", afirma Saracco.

Skorka coincide: "En varias oportunidades lo he escuchado decir que el celibato es una disciplina en la que él se formó, que él seguirá fiel a esa disciplina, pero que en el futuro se podría cambiar".

Los cambios que se impulsan en el Vaticano seguirán los mecanismos de decisión propios de la Iglesia y no serán de la noche a la mañana. "No parece que vaya a cambiar la postura de la Iglesia con respecto al divorcio. No deberíamos esperar que se aceptara el nuevo casamiento. Pero sí va a introducir cambios que van a hacer que la gente se sienta mejor, aceptada y recibida", concluye Bosca.

Fuente: La Nación

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